Caos y negocio
Como yo no s¨¦ nada de f¨²tbol, escucho a los que saben. Mi amigo Mat¨ªas me escribi¨® desde Argentina que estuviera atento al ruso Shirokov, pero todav¨ªa no ha sido titular. En cambio, a m¨ª me gusta Ballack y muchos me lo afean. El otro d¨ªa, un cronista de este peri¨®dico escrib¨ªa que Ballack estaba gordo, pero que en la segunda parte se hab¨ªa quitado los kilos de m¨¢s y hab¨ªa capitaneado a su equipo hacia la victoria frente a Austria. Vaya, pens¨¦, le debieron de hacer una liposucci¨®n en el descanso. C¨®mo les gusta a los periodistas deportivos decir que los futbolistas est¨¢n gordos. Todos los grandes futbolistas del mundo han terminado siempre, seg¨²n los periodistas, por estar gordos. Menos Puskas, que estuvo gordo siempre. Me record¨® a un cr¨ªtico de cine amigo m¨ªo que es feo como un demonio, jorobado y con playas de caspa sobre los hombros y que sostiene que Julia Roberts es antifotog¨¦nica, dentona y con cuerpo de caballo. Vamos, el mundo al rev¨¦s. Quiz¨¢ el problema es nuestra miop¨ªa para mirar a los futbolistas. Ni son tan interesantes como para dedicarles ciertas entrevistas de premio Nobel ni son tan despreciables como para machacarlos en una frase lapidaria y cruel.
C¨®mo les gusta a los periodistas deportivos decir que los futbolistas est¨¢n gordos
En las retransmisiones, es divertid¨ªsimo ver c¨®mo se crucifica a un jugador por un error concreto. Pierde la pelota y est¨¢ haciendo una Eurocopa p¨¦sima. Luego no es raro que sea el mejor del partido. As¨ª que se puede llegar a la conclusi¨®n de que el f¨²tbol es una mezcla perfecta entre caos y negocio. Me gusta el caos de este deporte. Mucho m¨¢s que el negocio. El caos obliga a replantearse todo lo dicho. A aceptar que un detalle puntual lo cambia todo. A despedir a Holanda y reconocer que Arshavin ha sido la estrella y no Cristiano Ronaldo como dec¨ªan los expertos. ?Ay, los expertos! El negocio, en cambio, obliga a los periodistas a convertirse en forofos, gritones, pasionales. Casillas es Dios, gritan. El ¨¢rbitro es un mam¨®n. ?A por ellos! Somos los mejores, somos los peores. A m¨ª lo que m¨¢s me molesta de la retransmisi¨®n televisiva de este a?o son los anuncios al final del partido. Y me pierdo lo que m¨¢s me gusta. Ver a los futbolistas caminar hacia el t¨²nel de vestuarios y saludar a los dos entrenadores. Eso tiene inter¨¦s. Las ruedas de prensa de despu¨¦s y los debates con gente vestida con la camiseta de la selecci¨®n o con la bandera de Espa?a son un atentado a la est¨¦tica. No hablemos ya del merchandising del mu?eco de vud¨² del equipo contrario. Todo esto s¨®lo es la versi¨®n period¨ªstica de ir a romper papeleras, quemar contenedores o ba?arse en las fuentes p¨²blicas. Hay que retransmitir la euforia y sus alrededores porque, si no, el negocio se limita al partido y no salen las cuentas. Porque el minuto de partido se ha puesto car¨ªsimo. Sinceramente, lo apreciable es que entre el caos y el ruido un jugador reciba la pelota, levante la mirada y su intuici¨®n le lleve a vestir de inteligencia este circo.
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