En Espa?a no hay salvadores de la patria
En los bares se podr¨¢ decir que despu¨¦s de la maldici¨®n de San Paulino y relativos penaltis, esta Espa?a ha derrotado tambi¨¦n al gafe de las camisetas amarillas. En realidad, lo importante es que haya derrotado a Rusia y, a¨²n m¨¢s, c¨®mo la derrot¨®. Cuando se repite un partido entre equipos que se han enfrentado, en este caso con 4-1 en la primera fase, generalmente el que las tiene todas para perder es el que gan¨® el primer encuentro. Los dem¨¢s intentan no repetir los mismos errores, han recibido una lecci¨®n de juego (y de contragolpe, aquel d¨ªa) y quieren devolverla. Adem¨¢s, la lluvia que ca¨ªa sobre Viena parec¨ªa una condena para el toque espa?ol y una bendici¨®n para las geometr¨ªas con profundidad y en diagonal de los rusos. Adem¨¢s, los jugadores de Hiddink, el equipo m¨¢s joven del torneo, tuvieron un d¨ªa m¨¢s de descanso.
Aqu¨ª en Italia nos esper¨¢bamos un partido totalmente distinto, con m¨¢s Rusia y menos Espa?a. Quiz¨¢s por la propiedad transitiva: Rusia hab¨ªa dominado a Holanda que a su vez hab¨ªa dominado a Italia. Quiz¨¢s porque aunque Espa?a merec¨ªa seguir en el torneo, las victorias en los penaltis impresionan menos. El 3-0 a Rusia revaloriza el 0-0 de Donadoni despu¨¦s de 120 minutos. Si ¨¦sta es Espa?a, haber reducido su potencial de juego es un m¨¦rito. Donadoni ya no puede alegrarse porque la federaci¨®n anunci¨® el regreso de Lippi. Toda esta historia no ser¨¢ recordada por la elegancia, pero hablemos de f¨²tbol.
El viraje es la lesi¨®n de Villa. Aragon¨¦s manda entrar al c¨¦sped al quinto centrocampista, Cesc. Parece una locura, pero ahora entiendo por qu¨¦ le llaman el sabio. Y tengo la confirmaci¨®n cuando quita a Torres y pone a G¨¹iza. Rusia, que ya hab¨ªa hecho poco, deja de hacerlo para no hacer nada. En el 4-1 hab¨ªa hecho el rid¨ªculo en defensa, pero se hab¨ªa mostrado fuerte y maniobrera, adem¨¢s de poco afortunada, en ataque. Esta vez Hiddink no encontr¨® la br¨²jula, sus cambios no cambiaron el destino. A Pavlyuchenko le llegaron un par de pelotas buenas, Zhirkov no consigui¨® superar a Sergio Ramos, Semak estaba en minor¨ªa bajo la presi¨®n en el centro del campo, y sobre todo no hab¨ªa noticias de Arshavin. Estaba, pero como si no estuviera.
Creo que este Europeo se puede etiquetar desde el punto de vista t¨¢ctico como el ata¨²d del 4-4-2, desde el punto de vista folcl¨®rico como el festival de las cantadas de los porteros y desde el punto de vista emocional como la traici¨®n de los artistas. Arshavin (ni siquiera pegado por los espa?oles, sino que tan s¨®lo enjaulado) es el ¨²ltimo ejemplo. El d¨ªa antes, Ballack no hab¨ªa ni mucho menos arrastrado a su equipo, sino que se dej¨® arrastrar por ¨¦l. Es lo que tienen los alemanes: consiguen ganar aunque jueguen mal. La lista de las estrellas oscurecidas incluye a Cristiano Ronaldo, Robben y Van Persie, Del Piero y Cassano, Modric, Mutu, Henry y Benzema, es decir, jugadores que por valor, fama y por una antigua costumbre son designados como salvadores de la patria futbol¨ªstica. Aquellos de los que se dice: basta con pasarle la pelota que ¨¦l se encarga de lo dem¨¢s.
Pero no. No en Austria y Suiza. Y llegados a este punto me convenzo de que el secreto de Espa?a est¨¢ en no tener salvadores de la patria (como pod¨ªan ser, en la ¨¦poca, Ra¨²l, Butrague?o o Michel) sino un equipo compacto con un estilo de juego que le define y del que, justamente, no quiere prescindir. Pueden cambiar los int¨¦rpretes, pero lo bueno de Aragon¨¦s est¨¢ tambi¨¦n en demostrar que no existen hijos o hijastros, que la m¨²sica es siempre la misma: todos son ¨²tiles y ninguno insustituible. La luminosa fuerza de Espa?a est¨¢ en la ausencia del hombre-faro. Dicho esto, y dicho tambi¨¦n que la prensa italiana pondr¨ªa en la encrucijada a un t¨¦cnico que no pone a Cesc desde el principio, muchos de los m¨¦ritos de la victoria de Espa?a son de Aragon¨¦s: no es nada f¨¢cil meter a Hiddink en el saco.
Por ¨²ltimo, todos son ¨²tiles, pero hay cuatro que son m¨¢s ¨²tiles que los dem¨¢s: Casillas, Senna, Cesc y Silva.
Gianni Mura es escritor y periodista de La Repubblica.
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