"El ¨¢rabe es la lengua del sexo"
La escritora siria Salwa al Neimi rompe tab¨²es con una novela er¨®tica proscrita en pa¨ªses musulmanes
"Llegaba a su casa humedecida. ?l introduc¨ªa un dedo entre mis muslos para recoger la miel como la llamaba. La probaba y...". Estas frases ser¨ªan anodinas en una novela er¨®tica distribuida en Occidente, pero escritas en ¨¢rabe, por una mujer ¨¢rabe y publicadas en un pa¨ªs ¨¢rabe adquieren otro calado. Su autora se convierte de golpe en "la m¨¢s atrevida de las novelistas ¨¢rabes", seg¨²n la cadena de televisi¨®n Al Jazeera. Salwa al Neimi, siria afincada en Par¨ªs, lleva a?os siendo audaz en sus libros de poes¨ªa en ¨¢rabe, pero ha tenido que publicar una novela er¨®tica, La comprobaci¨®n a trav¨¦s de la miel, para que sus compatriotas y aquellos que ahora la leen en otras lenguas tomen conciencia de su osad¨ªa. "Debe de ser que nadie lee ya poes¨ªa", comenta desenga?ada en una cafeter¨ªa parisiense esta mujer charlatana, que suelta carcajadas y respira alegr¨ªa por los cuatro costados, pero que guarda con recelo varios fragmentos de su vida de militante pol¨ªtica y tambi¨¦n su edad.
"En nuestra cultura el placer sexual es un anticipo del para¨ªso", dice la autora
El libro est¨¢ repleto de citas de eruditos ¨¢rabes que invocan la felicidad sexual
"No es f¨¢cil escribir de sexo en ¨¢rabe porque el corrector ortogr¨¢fico subraya en rojo montones de palabras adecuadas -empezando por follar- pero que han sido indebidamente desterradas del lenguaje", prosigue Neimi. "Est¨¢ programado para castrar el lenguaje como muchos de mis compatriotas", bromea. "Es un ordenador eunuco", se r¨ªe. "Y, sin embargo, el ¨¢rabe es la lengua del sexo, por mucho que se empe?en en olvidarlo", recalca ahora con gesto grave. "No en balde en nuestra cultura el placer sexual es un anticipo del para¨ªso".
Pese al rechazo del corrector, Neimi escribe "follo, luego existo", y relata en 172 p¨¢ginas la relaci¨®n entre la protagonista, que escribe en primera persona, y su principal pareja, al que llama El Pensador, un hombre al que no le faltan ideas sobre c¨®mo acoplarse. Con ¨¦l "mi curiosidad sexual se ahond¨® como un abismo".
Tal narraci¨®n incit¨® a los censores a prohibir la novela en gran parte del mundo ¨¢rabe excepto en L¨ªbano, donde s¨®lo los mayores de edad pueden comprarla, en los Emiratos ?rabes Unidos, y, curiosamente, en el Magreb. "Me cerraron las puertas de la feria del libro de Damasco, mi ciudad, pero me abrieron las de Casablanca", constata.
La comprobaci¨®n a trav¨¦s de la miel fue publicada hace un a?o por la editorial libanesa Ryad El-Rayyess y, con una celeridad sorprendente, para lo que suelen tardar las obras ¨¢rabes en darse a conocer en Occidente, acaba de ser puesta a la venta en Francia por la editorial Robert-Laffont. Se est¨¢ adem¨¢s traduciendo a otros 17 idiomas. Los derechos para Espa?a han sido adquiridos por Planeta. Pese a la proscripci¨®n, la obra gener¨® r¨ªos de tinta en la prensa ¨¢rabe empezando por la de los pa¨ªses en los que se distribuye bajo cuerda tras descargarse en Internet. Hubo, por supuesto, diarios como el oficialista Al Thawra, de Damasco, que tacharon a la autora de prostituta que rememoraba sus aventuras.
Pero, pese al puritanismo imperante, no fue ¨¦sa la t¨®nica general. "La comprobaci¨®n a trav¨¦s de la miel es una obra refinada que se alza hasta la categor¨ªa de grandes artes", sostiene, por ejemplo, Al Ahram, el principal rotativo de Egipto, donde el libro fue vetado.
M¨¢s a¨²n que la desbordante imaginaci¨®n sexual de El Pensador y la personalidad de la autora, lo que impact¨® a las ¨¦lites musulmanas fue la apelaci¨®n de Neimi a cient¨ªficos y poetas ¨¢rabes para reivindicar la felicidad sexual. "No eran marginales sino eruditos de prestigio los que la propugnaban en sus escritos hace siete u ocho siglos", asegura la autora.
"Tengo hambre de coito, como tengo hambre de alimentos", proclamaba el suf¨ª Abdul Qasim al Junaid, mientras que Sidi Mohamed al Nafzawi escrib¨ªa: "El co?o no se calma y se apacigua, no est¨¢ satisfecho hasta despu¨¦s de la visita del miembro masculino. El miembro del hombre encuentra su salvaci¨®n en la vagina". ?stas y otras muchas citas salpican la obra como para legitimar el relato er¨®tico.
"Salwa al Neimi reivindica, a trav¨¦s de su novela, que se deje de escribir y de hablar de sexo mediante alusiones y apela a los antiguos libros ¨¢rabes que evocan con franqueza los nombres de los ¨®rganos y las posturas sexuales e indican aquellas que proporcionan m¨¢s placer y bienestar", asevera el diario liban¨¦s Al Akhbar.
"Aqu¨¦l que lee los antiguos libros er¨®ticos ¨¢rabes no puede seguir viviendo en la actual miseria [sexual] te¨®rica y pr¨¢ctica" que padece el mundo ¨¢rabe, a?ade el poeta liban¨¦s Yahia Jabeur en Al Qods. Es el caso de la protagonista de la obra, para quien "la libertad de expresi¨®n de los ancianos sabios me embaucaba, con su cortejo de palabras que no oso pronunciar y ni siquiera escribir. Un lenguaje excitante. No pod¨ªa leer ni una l¨ªnea sin humedecerme".
"Lo que m¨¢s me ha alegrado no son las cr¨ªticas period¨ªsticas, sino los comentarios de los j¨®venes en foros de Internet o alg¨²n correo que me lleg¨® a trav¨¦s de la editorial", recuerda Neimi. "Nos has reconciliado con nuestros cuerpos", me escribi¨® un periodista sirio. Puestos a citar, Neimi menciona en su novela hasta los hadits del profeta, las palabras de Mahoma recogidas por sus compa?eros y que sirven para interpretar el Cor¨¢n. "?Puede pronunciarse una fetua [edicto isl¨¢mico] contra una obra que cita los textos sagrados?", se pregunta el rotativo tunecino Le Temps antes de dar por seguro que la escritora no correr¨¢ la suerte de Salman Rushdie, autor de Vers¨ªculos sat¨¢nicos, al que el ayatol¨¢ Jomeini conden¨® a muerte.
La autora, madre de dos hijos, tampoco cree que est¨¦ amenazada, pero toma ya precauciones. Pide que se omita el nombre de la instituci¨®n para la que trabaja y el de su marido porque, con su apellido, su direcci¨®n resultar¨ªa f¨¢cil de encontrar. Neimi no es la primera intelectual ¨¢rabe que desempolva viejos tomos para resucitar un patrimonio cultural sepultado por siglos de rigorismo y d¨¦cadas de integrismo. "La marcha atr¨¢s arranca en el siglo XVII", precisa.
Malek Chebel, un antrop¨®logo argelino radicado en Par¨ªs, escribi¨® hace dos a?os El Kama Sutra ¨¢rabe para "exhumar los grandes textos del erotismo en tierras del islam". Ahora se deshace en elogios hacia la novela de Neimi, a la que considera "precursora de una generaci¨®n de mujeres ¨¢rabes decididas a deshacerse de los tab¨²es".
"No soy una pionera", responde ella con modestia. "Hay otras escritoras, como las libanesas Hoda Barakat, Iman Humaydane Younes o Alawiya Sobh, que tambi¨¦n osan", asegura. Sus novelas m¨¢s recientes pueden incluir alg¨²n episodio sexual, pero comparadas con La comprobaci¨®n a trav¨¦s de la miel son relatos inocentes. "Somos cada vez m¨¢s", insiste Neimi, "y por eso un diario del golfo P¨¦rsico se refiri¨® a la intifada sexual femenina" tras siglos de sumisi¨®n. ?Por qu¨¦ dur¨® tanto? La autora suspira: "La pregunta requiere una respuesta demasiado larga".
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