El misterio de las manos robadas
?Y si las manos robadas ocultaran el secreto? No es probable, pero nada es probable en este caso. Italia y Argentina son dos pa¨ªses inveros¨ªmiles. Cuesta creer que dos sociedades cultas, asentadas sobre territorios generosos, acumulen tantos fracasos. Y tantos misterios. Falta una explicaci¨®n coherente para ese paralelismo. Ante un enigma, los italianos suelen tender a la dietrolog¨ªa, la ciencia de lo que est¨¢ detr¨¢s, escondido, y aciertan con frecuencia. Quiz¨¢ las manos de Per¨®n, robadas en junio de 1987, no oculten nada. Quiz¨¢ ya no existan. Pero no caben dudas sobre la conexi¨®n mas¨®nica entre ciertos poderes de Italia y Argentina, urdida por Licio Gelli en la posguerra y robustecida por la logia secreta P2 (Propaganda Due) en los a?os de plomo y de la Junta Militar. La tentaci¨®n de especular resulta irresistible.
La tumba hab¨ªa sido profanada y alguien hab¨ªa cortado con una sierra las manos del cad¨¢ver embalsamado
El robo de las manos de Per¨®n es bien conocido. El 29 de junio de 1987, el caudillo peronista Vicente Le¨®nidas Saadi recibi¨® una carta firmada por "Hermes Lai y los 13" en la que se exig¨ªa un rescate de ocho millones de d¨®lares por las manos, el anillo y el sable de Juan Domingo Per¨®n. Sa¨²l Ubaldini, dirigente sindical del peronismo, recibi¨® casi simult¨¢neamente una carta similar. Los mensajes inclu¨ªan, como prueba de autenticidad, un pedazo del poema de Isabelita Per¨®n colocado sobre el f¨¦retro. La tumba, en efecto, hab¨ªa sido profanada, y alguien hab¨ªa cortado con una sierra el¨¦ctrica las manos del cad¨¢ver embalsamado. Los profanadores rompieron la urna, supuestamente para despistar: pose¨ªan las 12 llaves de apertura. Nunca m¨¢s se supo de las manos o de los ladrones.
El juez que investigaba el asunto, Jaime Far Suau, muri¨® en noviembre de 1989 en accidente de tr¨¢fico: su coche volc¨® en una larga recta, de forma t¨¦cnicamente inexplicable. El comisario Carlos Zunino, que trabajaba con el juez Far Suau, recibi¨® un balazo en la cabeza, pero salv¨® la vida. Paulino Lavagna, vigilante nocturno del cementerio de Chacarita, donde se encontraba la tumba, denunci¨® que intentaban matarle; poco despu¨¦s fue asesinado a golpes. Mar¨ªa del Carmen Melo, una mujer que dijo haber visto a un sospechoso cerca de la tumba, tambi¨¦n muri¨® a golpes.
El juez Far Suau trabajaba sobre tres hip¨®tesis. Una, que las manos o el anillo de Per¨®n ocultaban la clave de acceso a cuentas cifradas en Suiza; eso se descart¨® poco despu¨¦s. Dos, que el acto fue cometido por un grupo de militares, con el objetivo de desprestigiar el Gobierno democr¨¢tico de Alfons¨ªn y frenar las investigaciones sobre los cr¨ªmenes de la dictadura. Tres, que se trat¨® de un castigo ritual ejercido por miembros de la logia P2, como represalia por el incumplimiento, por parte de Per¨®n, de los acuerdos econ¨®micos establecidos con su viejo amigo Licio Gelli.
Leandro S¨¢nchez Reisse, mat¨®n durante la dictadura y breve compa?ero de celda de Gelli en Europa, acus¨® p¨²blicamente al fundador de la logia P2 de organizar la mutilaci¨®n ritual. Dos periodistas, David Cox y Dami¨¢n Nabot, sostuvieron la misma tesis en La segunda muerte, un libro basado en argumentos esot¨¦ricos.
?Conoce la verdad Licio Gelli? Fue fascista durante la guerra y trabaj¨® en la posguerra para que varios jerarcas nazis pudieran escapar hacia Argentina; fund¨® la logia secreta a la que pertenecieron casi todos los poderosos italianos (Silvio Berlusconi incluido) y varias figuras del peronismo tard¨ªo, como Jos¨¦ L¨®pez Rega, El Brujo, y de la posterior dictadura militar argentina, como el ex almirante Emilio Massera; fue procesado (y absuelto por falta de pruebas) por el asesinato de Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano y gestor de fondos del Vaticano y de la Mafia. Gelli, el grande vecchio, sigue vivo, tranquilamente retirado, a los 89 a?os, en su casa de Arezzo, y no suelta sus secretos. Escribe poes¨ªa, a?ora el fascismo y deplora la decadencia italiana. Esa decadencia que, dice, ¨¦l intent¨® frenar con el gobierno clandestino de la P2.
Es curioso el nexo de Gelli entre dos pa¨ªses tan peculiares y sufridos como Italia y Argentina. Es curioso que de los tres cad¨¢veres argentinos m¨¢s c¨¦lebres, Gardel aparte, uno fuera robado (el de Evita Per¨®n) y otros dos sufrieran la mutilaci¨®n de las manos (el de Per¨®n y el del Che Guevara). Es curioso que Italia y Argentina acumulen tantos misterios sin resolver. -
Per¨®n and the enigmas of Argentina, de Robert D. Crassweller. Editorial Norton. 432 p¨¢ginas.
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