Mirando a Almer¨ªa desde Marruecos
En la antigua avenida de Espa?a, hoy Mohamed VI, decenas de j¨®venes sin oficio se arraciman al lado de los pretiles y las puertas de los caf¨¦s. Juan Goytisolo, sin dejar de caminar, les observa. "En cierto modo", le digo, "esto podr¨ªa recordarle La Chanca, ?no?... Cuando estuvo usted por all¨ª y aquello era el reino de la miseria". "Lo que puede haber ahora m¨¢s pobre en Marruecos", precisa, "es rico comparado con la pobreza que hab¨ªa en Almer¨ªa en los a?os 50. Abundaba la lepra, el tracoma... Fue un choque tremendo para m¨ª". A Almer¨ªa lleg¨® Goytisolo "por casualidad", seg¨²n cuenta. La amistad que entabl¨® en Matar¨®, durante la mili, con algunos reclutas almerienses y las cosas que le contaban ¨¦stos de su tierra (el atraso y el desamparo que padec¨ªan) le llevaron a ella.
"La primera vez que fui a La Chanca, en 1958, no me atrev¨ª a entrar", recuerda. Pero luego volvi¨® varias veces, como vuelve a T¨¢nger siempre que puede, desde que en 1965 recal¨® por aqu¨ª. "La permanente visi¨®n que se tiene de la costa espa?ola desde aqu¨ª fue lo que me sugiri¨® la novela Don Juli¨¢n... Mira, ah¨ª, en esa habitaci¨®n empec¨¦ a perge?arla", apunta con la mano, se?alando una ventana.
El autor de Juan sin tierra dice conocer tan bien la medina tangerina que podr¨ªa pasear por sus callejones con los ojos cerrados. Mientras caminamos identifica lugares y nombres que le retraen a su juventud. Marruecos, Espa?a, Andaluc¨ªa, T¨¢nger, Almer¨ªa... son espacios que se entrecruzan en su memoria.
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