La tele no sirve para la escena

En el gremio de los actores todo el mundo sabe que el teatro significa un doctorado en interpretaci¨®n. Por eso, afamados protagonistas del cine o de la televisi¨®n suelen tener mucho respeto a las tablas, algunos incluso nunca llegan a subirse a un escenario. Si adem¨¢s se trata de la obra de un cl¨¢sico, un actor debe pensarlo mucho antes de comparecer en un teatro a pecho descubierto, sin trampa ni cart¨®n y sin las posibilidades que ofrece repetir, una y mil veces, la misma toma. El camino del cine y de la televisi¨®n hacia el teatro est¨¢ muy empedrado de fracasos.

Hay que reconocer, pues, que buena parte del elenco de este Don Juan, procedente de medios audiovisuales, ha asumido el riesgo del teatro. Ahora bien, una vez destacada su valent¨ªa o su atrevimiento, habr¨¢ que concluir que no han estado a la altura de uno de los mitos del teatro universal. Salvo alguna excepci¨®n, los actores corren, saltan y gesticulan m¨¢s que act¨²an con graves carencias en el recitado del verso, y todo ello en medio de un montaje que oscila entre el cabar¨¦-teatro y el tablao flamenco por la abundancia de n¨²meros musicales.

As¨ª pues, el reclamo de famosos de series de la televisi¨®n y los frecuentes desnudos en escena pueden servir para engordar la taquilla, pero no para sostener un espect¨¢culo que sea digno del genio de Tirso de Molina y de la brillante tradici¨®n teatral de algunos montajes sobre El burlador de Sevilla. Tampoco la direcci¨®n ni la puesta en escena se han hecho merecedoras de figurar entre las buenas versiones de esta obra.