Prohibido volver a casa, ni de turista
Israel impide regresar a Jerusal¨¦n a los palestinos que se van a vivir fuera
Lo habitual es que los emigrantes sufran peripecias en el pa¨ªs de acogida, y que les tiendan puente de plata para regresar. Israel rompe moldes. Lo sabe Zeina Emile Saman Ashrawi, de 26 a?os, palestina cristiana y residente en Estados Unidos. A los 17 a?os emigr¨® a Pensilvania para rematar sus estudios secundarios. Se cas¨® y vive en Virginia. Regresaba cada a?o a su Jerusal¨¦n natal para visitar a su familia. Abomina de la violencia, como su madre, la diputada Hanan Ashrawi, vieja conocida de la pol¨ªtica palestina que se dio a conocer en la Conferencia de Paz de Madrid (1991). Este a?o, salvo milagro, Zeina no ver¨¢ a sus parientes. No puede volver a su casa. El Gobierno israel¨ª se lo ha prohibido. "No soy una criminal, ni una amenaza. He sido expulsada de mi hogar. Soy una de tantos", afirma Zeina.
Esta pol¨ªtica afecta gravemente a la comunidad ¨¢rabe cristiana
Los ¨¢rabes jerosolimitanos s¨®lo disponen de una tarjeta de identidad azul y de un documento de viaje expedidos por el Ministerio del Interior israel¨ª. Zeina Ashrawi renueva cada a?o ese papel azul. Hace cola con su padre desde las 4.30. Y tambi¨¦n acude anualmente, como hizo en agosto de 2007, a renovar su documento de viaje a la Embajada de Israel en Washington. Carece de alternativa. Se ha acostumbrado a este "vuelva usted ma?ana", aunque en este caso no hay ma?ana, y a la arbitrariedad.
Primera sorpresa. La funcionaria de la embajada le explic¨®: "No s¨¦ si podremos extender su documento de viaje", en el que se especificaba su condici¨®n de "residente" en Jerusal¨¦n. Tras algunos tr¨¢mites, Zeina recibi¨® una llamada. Le otorgaban el visado. Pero ya convertida en turista. Con tres meses de vigencia. De nada le val¨ªa hace 10 meses, porque pensaba viajar en julio de 2008. Zeina se trag¨® su cambio de estatus. A comienzos de este mes se present¨® de nuevo en la embajada, aunque fuera para obtener el visado tur¨ªstico. Segunda sorpresa. Le reclamaron la fecha de expiraci¨®n de su pasaporte jordano y de la Carta Verde estadounidense, documento in¨²til para viajar al exterior desde Estados Unidos. Facilit¨® los datos por tel¨¦fono, despu¨¦s los envi¨® mediante fax. "Les he proporcionado los documentos una y otra vez, y pens¨¦ que pretend¨ªan que pasara el tiempo y no pudiera lograr el visado a tiempo", ha explicado Zeina. No se trataba de eso.
La tercera sorpresa lleg¨® contundente. Horas despu¨¦s de remitir los datos y documentos, Zeina recibi¨® una llamada. Escuch¨® a la funcionaria: "Su visado ha sido rechazado y sus documentos de identidad (azul) y de viaje ya no son v¨¢lidos. Lo siento, pero esta decisi¨®n no es m¨ªa, procede de Israel".
La medida afecta a todos los palestinos, pero Yusef Daher, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, dibuja un panorama sombr¨ªo para la comunidad cristiana de la Ciudad Santa. "Hoy somos 9.000 personas, pero esta pol¨ªtica israel¨ª provocar¨¢ un descenso del 15% en la poblaci¨®n cristiana", afirma. "Mientras los jud¨ªos pueden inmigrar al amparo de la Ley de Retorno, incluso los conversos, los nativos de Jerusal¨¦n son considerados residentes temporales", precisa Daher, alarmado por el endurecimiento progresivo de la normativa. "Originalmente, la ausencia durante siete a?os de Jerusal¨¦n significaba la p¨¦rdida del derecho a vivir en tu propia ciudad. Ahora, a Israel le basta la prueba de la residencia en otro pa¨ªs para laminar este derecho".
La denegaci¨®n de documentos es la punta del iceberg de una pol¨ªtica que Hamoked -ONG israel¨ª dedicada a la protecci¨®n de los derechos individuales- califica sin tapujos de "limpieza ¨¦tnica" y "racista". El muro de cemento de nueve metros que rodea Jerusal¨¦n convierte en un suplicio la vida cotidiana de decenas de miles de palestinos, desvinculados paulatinamente de la ciudad; la prohibici¨®n de reunificaci¨®n familiar a los ciudadanos ¨¢rabe-israel¨ªes casados con palestinos, y la denegaci¨®n de permisos para construir viviendas a los vecinos ¨¢rabes abonan el desarraigo.
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