La cuesti¨®n turca
Los sectores recalcitrantes del laicismo autoritario turco est¨¢n llevando a su pa¨ªs a una situaci¨®n de crisis pol¨ªtico-institucional que abre las puertas a la incertidumbre con el indeseable riesgo de retroceso econ¨®mico y repliegue democr¨¢tico. Esto no conviene ni a Turqu¨ªa ni a Europa ni a Oriente Medio.
En realidad, lo que se est¨¢ jugando en Turqu¨ªa es un ajuste de cuentas de a?ejas ¨¦lites que con una concepci¨®n patrimonial del Estado y de su interpretaci¨®n laica se han visto desplazadas del poder a trav¨¦s de las urnas... y no se resignan a ello. Tratan de manipular el "miedo al islamismo" (si bien el PJD es un posislamismo democr¨¢tico autodefinido como "partido conservador") y arrogarse la defensa del laicismo (versi¨®n fundamentalista y excluyente considerada "una forma de vida" susceptible de ser impuesta a todos los ciudadanos que, lejos de basarse en la neutralidad confesional del Estado, coarta sus libertades individuales) para derrocar al Gobierno democr¨¢tico con estratagemas jur¨ªdicas (ilegalizar al partido gobernante arrog¨¢ndose el dudoso derecho de interpretar el laicismo a su imagen y semejanza). Argumentos seudojur¨ªdicos abanderados por un Tribunal Constitucional que desde 1980 ha ilegalizado a m¨¢s de 20 partidos pol¨ªticos y cuya mayor¨ªa de jueces fue nombrada por el anterior presidente de la Rep¨²blica, el kemalista-laico Ahmet Necdet Sezer.
Un laicismo militarista y autoritario quiere sabotear el Gobierno democr¨¢tico turco
Acusar al PJD de atentar contra el laicismo es dar la espalda a la realidad social mayoritaria turca que en un 80% no ve contradicci¨®n entre el hiyab y el laicismo, y al 69,3% de ciudadanos que se muestra decididamente contrario a la disoluci¨®n de ese partido (encuesta del Centro Metropol de Investigaciones Sociales y Estrat¨¦gicas de Ankara, publicada en el diario Yani Shafaq el 6 de junio de 2008).
El PJD no s¨®lo es la alternativa democr¨¢tica, resultado de las elecciones de 2002 y 2007, sino que su Gobierno dirigido por Recep Tayyip Erdogan es, hoy por hoy, el ¨²nico capaz de llevar adelante la transformaci¨®n profunda que necesita el pa¨ªs. Su pol¨ªtica econ¨®mica liberal cuenta con el apoyo de los actores econ¨®micos turcos y ha logrado un crecimiento impensable hace menos de una d¨¦cada; su ritmo reformista es din¨¢mico y progresivo, incluidos viejos tab¨²es que el ultranacionalismo turco, representado por ej¨¦rcito y jueces, consideraba sagrados (delitos de opini¨®n contra la monol¨ªtica identidad nacional turca, mejora en los derechos de las minor¨ªas...); su europe¨ªsmo es convencido y voluntarista; su pol¨ªtica exterior cuida las relaciones con Europa, Estados Unidos e Israel a la vez que mira y se interesa por su entorno medio-oriental, lo que le permite desempe?ar un papel tan complejo como mediar entre Siria e Israel.
?Qu¨¦ otra fuerza pol¨ªtica podr¨ªa llevar a cabo esta acci¨®n interior y exterior que le est¨¢ valiendo a Turqu¨ªa el respeto y la credibilidad de la mayor¨ªa de dentro y de fuera? Los dos partidos que consiguieron representaci¨®n en el Parlamento, el Partido del Movimiento Nacional, contrario al ingreso en la UE, y el Partido Republicano del Pueblo, que apoya incondicionalmente la injerencia del Ej¨¦rcito en pol¨ªtica, pertenecen a ese universo ajeno a la evoluci¨®n de la sociedad turca y enraizado en un ultranacionalismo aislacionista incapaz de promover el potencial interior y exterior turco.
Si el proceso de ilegalizaci¨®n sigue adelante y se proh¨ªbe a sus dirigentes formar parte de grupo pol¨ªtico alguno en cinco a?os, se abrir¨¢ una gran fractura social, Turqu¨ªa volver¨¢ a los riesgos de la inestabilidad pol¨ªtica y el proceso democr¨¢tico y la econom¨ªa se resentir¨¢n (de hecho la lira y la Bolsa turcas as¨ª lo hicieron desde el mismo d¨ªa del anuncio de emprender dicho proceso). En fin, una triste victoria de quienes, dentro y fuera, se oponen a la integraci¨®n europea de Turqu¨ªa. Pero, quiz¨¢s, ef¨ªmera.
Ante la imposibilidad de llegar a un entendimiento con ese particular sector "laico", Erdogan parece estar dedicado sobre todo a impedir la fragmentaci¨®n cuando sus 341 diputados se encuentren sin liderazgo y sin agrupaci¨®n pol¨ªtica, refundar el partido (¨¦l podr¨¢ presentarse a las elecciones como candidato independiente) y llevar a cabo las necesarias reformas que pongan fin a las injerencias del Ej¨¦rcito y del poder judicial en el poder legislativo, es decir, consoliden un Estado de derecho democr¨¢tico, aprovechando el descr¨¦dito interno y externo que todo este proceso va a entra?ar.
La Turqu¨ªa de hoy no es la de 1997 cuando el precursor del PJD, el partido Refah, padeci¨® un proceso similar, como tampoco el PJD de hoy es el Refah de ayer, ni Necmettin Erbakan era Tayyip Erdogan. Eso es lo que no entiende esa vieja guardia "laica", anclada en el pasado, enso?adora de la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito y ajena a los cambios de la pol¨ªtica nacional, regional e internacional. Esperemos que la Europa de hoy tampoco sea la Europa de entonces y sepa estar a la altura de la necesaria defensa de quienes est¨¢n siendo objeto de un acoso judicial muy poco democr¨¢tico y que sin embargo acatar¨¢n la sentencia buscando una nueva respuesta democr¨¢tica que siga llevando a Turqu¨ªa por la v¨ªa del cambio.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es directora general de Casa ?rabe y su Instituto de Estudios ?rabes y del Mundo Musulm¨¢n.
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