La impaciencia de los vietnamitas
El hombre asesinado por unos orientales en el centro la semana pasada acosaba a los vendedores nocturnos de comida, que decidieron vengarse
Quiz¨¢ usted los haya visto. Bajitos, con ojos rasgados, sin hablar palabra de castellano. Los t¨ªpicos chinos, pero eran vietnamitas. Sol¨ªan pasar la noche en el cruce de Gran V¨ªa con la calle de Valverde. Dos o tres de ellos. Vendedores de alimento para aves nocturnas. "Tallarines, bocadillos, cerveza fr¨ªa", gritaban a partir de medianoche, cuando el grupo de prostitutas negras se sienta a charlar en la esquina. La semana pasada, cinco de ellos dieron una paliza a un brasile?o y un portugu¨¦s. El de Brasil, Luciano, se llev¨® la peor parte. Tras los golpes, le clavaron un cuchillo por la espalda. Lo mataron de un tajo estrecho y profundo. Un tercero, de nacionalidad checa, se esfum¨® ileso de la escena despu¨¦s de murmurar "mi amigo, mi amigo", y ser atendido de una crisis de ansiedad, junto a un charco de sangre y un v¨®mito, frente al 27 de la calle de Fuencarral. Eran cerca de las cuatro de la ma?ana.
Un mercader callejero puede ganar 500 euros un buen viernes
Los vendedores ambulantes del barrio aseguran que no fue un suceso espont¨¢neo. Los vietnamitas llevaban unos d¨ªas esperando a Luciano. Unos en la calle, con la mano en el tel¨¦fono m¨®vil; otros escondidos, con bates y cuchillos, aguardando la llamada. Se la ten¨ªan jurada al brasile?o, dicen, porque sol¨ªa pasar por all¨ª de madrugada, ebrio. Un vacile, y se llevaba sin pagar una de las bolsas repletas de cerveza y comida. Su mercanc¨ªa.
Una mujer china de pelo corto, con su tenderete de cart¨®n en una esquina de Fuencarral, describe c¨®mo vio enfilar su calle a los tres amigos. "Brasile?os", dice. Para ella, los tres lo eran. Entraron por Gran V¨ªa y cruzaron por delante de ella. All¨ª, seg¨²n una de las versiones de los testigos, el tr¨ªo se junt¨® con un grupo de prostitutas para repartir el bot¨ªn hurtado a los orientales de Valverde con Gran V¨ªa y echar unas risas. La mujer a?ade que despu¨¦s vio pasar a un grupo de vietnamitas armados.
La vendedora se queda r¨ªgida para expresar su reacci¨®n. Dice que a ella tambi¨¦n le suelen robar y que entonces mira para otro lado. Baja la mano a la altura de la cintura. Cuatro veces, una por cada hijo. Luego se pasa un dedo por el cuello. No se va a jugar la vida por unas cervezas.
"Los vietnamitas no son violentos, pero tienen menos paciencia", contaba un vendedor de la zona, donde los robos de latas de cerveza y comida son habituales. Sobre todo a partir de las tres de la ma?ana, de lunes a domingo. Suelen ser extranjeros del Este y latinoamericanos ebrios, dicen los afectados. Los vendedores de g¨¦nero sobre cart¨®n son un blanco f¨¢cil, y tragan. Sin papeles, sin hablar castellano, con un puesto ilegal.
"?Polic¨ªa? No, no", dice otra vendedora china de Fuencarral sin mover apenas la mand¨ªbula. Sube la barbilla y ense?a una cicatriz. Recuerdo de un golpe en un forcejeo, cuando le quitaron una bolsa con el g¨¦nero. "Robos, todos los d¨ªas". Si tiene un "problema", grita para que los compa?eros la oigan. Se despide haciendo tintinear las monedas en el bolsillo del vaquero. A buen recaudo, nunca detr¨¢s.
El negocio de la venta ambulante es suculento en esta zona caliente. Desde Sol, Huertas y Gran V¨ªa, de camino a Chueca y Malasa?a. Una arteria para noct¨¢mbulos. Un vendedor puede ganar 200 euros en una noche media. Un viernes bueno, 500. As¨ª lo asegura otro mercader vietnamita que lleva m¨¢s de 20 a?os en Espa?a. S¨¢bados y domingos de madrugada vende con sus padres lo que les sobra en el restaurante. Cada asi¨¢tico tiene su m¨¦todo. Muchos son due?os de tiendas de alimentaci¨®n en busca de un sobresueldo. Otros preparan bocadillos y tallarines en casa. Ha habido peleas por el territorio, sobre todo entre vietnamitas y chinos. "No es una cuesti¨®n de mafias, sino de lucha por la mejor esquina", dec¨ªa el habitual del fin de semana. Todo queda entre asi¨¢ticos.
"Jam¨¢s hemos recibido una denuncia de los vendedores asi¨¢ticos", aseguran en la Jefatura Superior de Polic¨ªa. "Es normal; el 100% son irregulares, y venden de forma irregular". Una int¨¦rprete china que trabaja para la polic¨ªa dice que en alguna ocasi¨®n sus compatriotas le han trasladado quejas. "Recuerdo a una que me contaba que le robaba mucha gente. Iban a por ella por ser china. 'Chinita, chinita', le dec¨ªan. Vende en Huertas".
En este barrio, de espaldas a Sol, Luciano se tom¨® el ¨²ltimo trago de su vida. Desde los bares de la calle de Victoria, el brasile?o, el portugu¨¦s y el checo se dirigieron a Malasa?a para continuar la juerga, seg¨²n cuenta un amigo de la v¨ªctima. Cerca de Gran V¨ªa, seg¨²n esta versi¨®n, el luso se par¨® en un puesto ambulante y pidi¨® una chocolatina. Los vietnamitas quisieron cobrarle "seis euros". ?l pidi¨® una rebaja, brome¨® con llevarse la chocolatina. En ese instante, seg¨²n ha contado el portugu¨¦s, alguien lo tir¨® al suelo. Luciano acudi¨® a defenderlo, con su metro ochenta y su corpulencia tatuada. Hasta que lo apu?alaron.
El portugu¨¦s, Ricardo, de 27 a?os, sali¨® del hospital con la nariz partida. Aquella noche, cinco asi¨¢ticos fueron detenidos. El portugu¨¦s y su amigo checo, si aparece, se enfrentar¨¢n a ellos tras un cristal, en una rueda de reconocimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.