?Crisis econ¨®mica o de modelo?
Desde 1995, a?o en que Internet se socializa y se pone a disposici¨®n de todo el mundo, las cosas comenzaron a cambiar en la sociedad de finales del siglo XX. Dichos cambios siguen afectando sustancialmente a los conceptos tradicionales que hab¨ªamos venido manejando desde finales del siglo XIX y que nos hab¨ªan servido para conducirnos por la vida de una forma, m¨¢s o menos cierta. Internet, a disposici¨®n de todos, m¨¢s la aparici¨®n de nuevas tecnolog¨ªas al alcance de casi todos, han hecho que los conceptos tradicionales hayan cambiado, aunque todav¨ªa siga habiendo gente que se aferra a lo anterior sin apreciar que lo anterior ya no vale para hacer frente a los retos que tenemos por delante. Despu¨¦s de lo que est¨¢ pasando, en este a?o, con la crisis econ¨®mica, ?alguien piensa que las cosas volver¨¢n a ser como siempre?; ?se cree, de verdad, que las dudas que nos asaltan son s¨®lo sobre la fecha en que volveremos a remontar la situaci¨®n y no sobre la situaci¨®n en la que estuvimos y ya no volveremos a recuperar?
El sistema educativo se eval¨²a con par¨¢metros que ya est¨¢n obsoletos
Un adolescente pasa 14 horas al d¨ªa siendo digital y seis siendo anal¨®gico
Internet lo ha alterado todo, y el resto de las nuevas tecnolog¨ªas tambi¨¦n.
Cualquier concepto que examinemos nos ofrece una nueva imagen, radicalmente distinta de la que hab¨ªamos formado en el imaginario colectivo, durante muchos siglos. Por ejemplo, la informaci¨®n ha cambiado a lo largo de la historia, yendo del todos para uno, al uno para todos y al todos para todos. El todos para uno se entiende bien cuando rememoramos la imagen de miles de monjes recopilando los saberes de entonces en c¨®dices para uso y disfrute del Pr¨ªncipe que, junto con unos pocos m¨¢s, sab¨ªan descifrar lo que los otros escrib¨ªan. El uno para todos, queda reflejado en la invenci¨®n de la imprenta, la radio, la televisi¨®n, etc¨¦tera, donde un solo ser humano estaba en condiciones de informar a millones. En los momentos actuales, las cosas han cambiado y ya no estamos en el todos para uno, ni en el uno para todos. Es el momento del todos para todos, representado por Internet, donde 6.000 millones de ciudadanos est¨¢n en condiciones de poder informar a esos 6.000 millones y de recibir informaci¨®n rec¨ªprocamente. Las consecuencias de este nuevo concepto de la informaci¨®n han alterado verdades que ya no se sostienen; as¨ª, la informaci¨®n (antes en manos de muy pocos) ha dejado de ser poder con las consecuencias que en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica, la econom¨ªa, la educaci¨®n, etc¨¦tera, conlleva ese cambio. S¨®lo quienes son capaces de abandonar la sorpresa para abordar esa nueva circunstancia, estar¨¢n en condiciones de afrontar con ¨¦xito las posibilidades que se abren para todos en esos campos. Por ejemplo, en la educaci¨®n. Se habla y teoriza mucho sobre el denominado fracaso escolar, apoy¨¢ndose en informes para analizar ese fracaso utilizando par¨¢metros obsoletos que marginan la nueva realidad. Se sigue evaluando al sistema educativo con par¨¢metros de la sociedad industrial, desconociendo que, desde 1995, hemos entrado en una nueva sociedad que podemos calificar de posindustrial. Los informes manejados eval¨²an resultados pero evitan entrar en contenidos, instrumentos y actitudes de los sistemas educativos analizados. De todos es sabido que cuando se produce un accidente de aviaci¨®n, lo primero que hacen los expertos es buscar y analizar la famosa "caja negra" en donde se contiene todas y cada una de las incidencias que han ocurrido hasta el momento mismo del desastre. El an¨¢lisis del sistema educativo deber¨ªa emplearse en buscar y analizar la "caja negra" de la educaci¨®n que no es otra que el aula escolar. En ella encontraremos toda la informaci¨®n que nos permitir¨¢ saber las razones del fracaso.
?Y qu¨¦ nos dice esa "caja negra"? Lo primero es que la informaci¨®n ya no es la fuente de poder y autoridad del docente; durante siglos, el profesor era el depositario de la informaci¨®n que iba trasladando, a?o a a?o, a los alumnos sin m¨¢s ayuda que los libros de texto, la pizarra y la tiza y algunos pocos medios did¨¢cticos que el alumno s¨®lo pod¨ªa utilizar en el aula. El profesor era el brujo de la tribu, sab¨ªa lo que hab¨ªa que saber y lo transmit¨ªa de la forma que se pod¨ªa transmitir. En l¨ªneas generales, en el aula se sigue con la misma metodolog¨ªa, despreciando la evidencia de que la informaci¨®n ya no es patrimonio del docente sino que, en grado superlativo, esa informaci¨®n est¨¢ a disposici¨®n del alumno en un aparato que te permite buscar en segundos todo lo que se necesita saber; Internet es un magn¨ªfico instrumento que vomita informaci¨®n en tal cantidad que el profesor que lo desprecie o pretenda competir con ¨¦l, est¨¢ dando palos de ciego y dejando de ejercer su nuevo rol que consiste en convertirse en un agente organizador, capaz de hacer que el alumno sepa utilizar las redes pertinentes para pescar lo que necesite y para que la informaci¨®n llegue al estudiante en forma de conocimiento.
Mientras nos empe?emos en evitar la nueva realidad, estaremos incidiendo en los mismos errores que se cometieron hist¨®ricamente, cuando el sistema educativo se empe?aba en atar la mano izquierda a la espalda de aquellos alumnos que ten¨ªan que escribir con la mano derecha porque as¨ª lo dictaba la norma, cuando ellos eran zurdos. Tard¨® el sistema en aceptar que el cerebro se organiza de forma distinta para los diestros y los zurdos y que era un atentado a la naturaleza pretender que todos fueran diestros cuando muchos no lo eran. Los alumnos infantiles y adolescentes nacidos despu¨¦s de 1995, fecha en que se socializa Internet, son digitales y s¨®lo digitales; nacieron con las nuevas tecnolog¨ªas y su mundo no es anal¨®gico por mucho que el sistema educativo se empe?e en verles como tales y en anular su digitalizaci¨®n durante la jornada escolar. De nuevo la mano atada a la espalda para que sigan siendo anal¨®gicos. Un adolescente de 12 o 13 a?os pasa 14 horas de cada d¨ªa siendo digital y seis siendo anal¨®gico: digital cuando se encuentra fuera del aula y anal¨®gico cuando se sienta en ella. Esa contradicci¨®n choca con los intereses del alumno impidi¨¦ndole desarrollar sus potencialidades y aburri¨¦ndose ante un sistema educativo que no se comporta con las reglas y normas que el adolescente vive en su casa y en la calle. Alumnos que durante la jornada no escolar tienen la oportunidad de asomarse, a trav¨¦s de una pantalla, al resto del mundo globalizado, en el horario escolar se topan con la limitaci¨®n de una pared blanca adornada con una pizarra que mata su imaginaci¨®n y su capacidad de asomarse al mundo, adem¨¢s de romperse las mu?ecas de sus brazos copiando apuntes o subrayando libros de textos que no interesan, por antiguos, a j¨®venes y adolescentes que visitan y viven en otro mundo. A nadie puede extra?ar que el sistema fracase mientras sigamos empe?ados en aplicar modelos educativos alejados del mundo en el que diariamente se desenvuelve el alumno.
El argumento de muchos de que la educaci¨®n siempre fue as¨ª es una falacia que evita la responsabilidad de implicarse en el adiestramiento y uso de tecnolog¨ªas que el alumno usa con toda normalidad en la calle y de las que se ve privado en el aula. Ni un solo ciudadano aceptar¨ªa que su diagn¨®stico sanitario le dictara usando tecnolog¨ªa antigua, cuando la ciencia ha puesto a disposici¨®n del sistema nuevas tecnolog¨ªas que evitan, cada vez m¨¢s, el error de apreciaci¨®n. No existe un solo profesional de la medicina que rehuya el uso de las nuevas tecnolog¨ªas en su profesi¨®n; el m¨¦dico se siente responsable de la suerte de su paciente y, en consecuencia, todo lo que ayude a un mejor y certero diagn¨®stico ser¨¢ demandado y usado por el sanitario, independientemente de que las cosas se hicieran antes de otra manera o de que en los tiempos en que estudi¨® medicina esas tecnolog¨ªas no existieran. Por el contrario, estamos dispuestos a seguir aceptando la vieja pedagog¨ªa que desprecia lo nuevo, tratando de ocultar la pereza que subyace en el argumento de que siempre fue as¨ª y as¨ª tiene que ser.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra ha sido presidente de la Junta de Extremadura.
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