Oportunidad perdida
El debate parlamentario no aclar¨® la nueva pol¨ªtica fiscal ni ofreci¨® alternativas contra la crisis
La comparecencia ante el Pleno del Congreso de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha servido al menos para apreciar que el Gobierno reconoce tibiamente la crisis econ¨®mica -que el presidente defini¨® como "situaci¨®n dif¨ªcil y complicada", m¨¢s grave, en todo caso, que la mera desaceleraci¨®n coyuntural- y para confirmar que La Moncloa imputa toda la responsabilidad de la situaci¨®n al s¨²bito encarecimiento del petr¨®leo y a los problemas financieros internacionales. Sin embargo, la aceptaci¨®n inevitable de la gravedad de la situaci¨®n no estuvo acompa?ada de una clarificaci¨®n, necesaria e incluso urgente, de las deficiencias espec¨ªficas del sistema econ¨®mico espa?ol que agravan penosamente los golpes del petr¨®leo y de las restricciones crediticias. Y tampoco tuvo la capacidad de convicci¨®n suficiente para transmitir que las medidas econ¨®micas que enumer¨® supongan un tratamiento efectivo del preocupante empeoramiento de la econom¨ªa.
Para empezar, ofreci¨® un diagn¨®stico de la situaci¨®n econ¨®mica ligeramente edulcorado. Aunque el Gobierno se resista a admitirlo, el aumento probable del desempleo llevar¨¢ la tasa de paro a cerca del 11% el a?o pr¨®ximo; la inflaci¨®n, hoy en el 5,1%, no ceder¨¢ seguramente este a?o, con el consiguiente empobrecimiento de las rentas familiares, al menos durante los pr¨®ximos tres trimestres; aunque no sea descabellado suponer, como ¨¦l hizo, que a finales de 2009 mejorar¨¢n las condiciones de crecimiento, hay que recordar que las probabilidades de recesi¨®n durante el primero y segundo trimestres de 2009 llegan al 50%; y que, a pesar de la ca¨ªda de la demanda, el d¨¦ficit exterior sigue aumentando y avanza inexorablemente la amenaza de estanflaci¨®n.
El cuadro de medidas econ¨®micas recordadas ayer por el presidente es insuficiente, como ya han manifestado casi todos los agentes econ¨®micos y han sugerido instituciones como el Banco de Espa?a. Cierto que est¨¢n bien orientadas, salvo la discutible transferencia de 400 euros; que es acertado mantener o intensificar la inversi¨®n en infraestructuras; que es correcto paliar las consecuencias del ajuste de la construcci¨®n sobre los asalariados y de la crisis hipotecaria sobre las familias. Todas esas ayudas, est¨ªmulos y l¨ªneas de cr¨¦dito ampliadas son evidentemente atinadas. Pero donde el Gobierno tiene que actuar con fuerza es en las pol¨ªticas de eficiencia energ¨¦tica y de reforma de las estructuras comerciales, cuyas distorsiones agravan la inflaci¨®n importada y obstaculizan el crecimiento; ah¨ª es donde Zapatero se juega la credibilidad de las familias y de todos los afectados por la crisis que dice defender.
La intervenci¨®n de Mariano Rajoy contribuy¨® a desenfocar el debate, siguiendo los viejos modos de oposici¨®n. El presidente del PP se limit¨® a repetir con m¨¢s sa?a y tremendismo los datos ofrecidos por el presidente. Pero, en lugar de llevar la discusi¨®n hacia el tratamiento de fondo de la crisis -desde las reformas estructurales en el mercado de trabajo o del sistema de pensiones hasta la conveniencia o no de reducir impuestos y cotizaciones sociales, opciones que podr¨ªan haber ofrecido un contrapunto al tratamiento "socialdem¨®crata" de Rodr¨ªguez Zapatero-, Rajoy se limit¨® a rega?ar al presidente por "enga?ar" a los espa?oles con diagn¨®sticos ficticios y a ofrecer una colaboraci¨®n a partir de un programa de medidas que ni explic¨® ni defendi¨®.
El debate fue una oportunidad perdida. Ni se precis¨® el alcance de la nueva pol¨ªtica de austeridad fiscal del Ejecutivo, ni se cuantificaron los efectos de las medidas anunciadas, ni el presidente super¨® un compromiso demasiado general de que no se abandonar¨¢n las pol¨ªticas sociales -?faltar¨ªa m¨¢s!- ni apareci¨® una pol¨ªtica distinta para combatir la crisis.
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