El pedaleo de las ranas
En un euskopantano rodeado de hermosas monta?as viv¨ªa una comunidad de ranas. Era una comunidad pr¨®spera, llevaban una vida regalada y nada les faltaba, pero ni sus abundantes fiestas patronales de santa Krok, santa Krak y san Krik la libraban de una sensaci¨®n de aburrimiento. Ten¨ªan que hacer algo para vencer el hast¨ªo, y se les ocurri¨® que necesitaban un rey y que le pedir¨ªan a J¨²piter que les enviara uno. El ol¨ªmpico escuch¨® su s¨²plica y les envi¨® desde lo alto una bicicleta, que al caer en el pantano produjo un gran estruendo y espant¨® a las ranas, haci¨¦ndolas huir despavoridas. ?Vaya si deb¨ªa de ser poderoso aquel rey!, se dijeron mientras lo observaban de lejos temerosas de otro cataclismo. Transcurr¨ªa el tiempo y, al ver que no se mov¨ªa, fueron tomando confianza y se le acercaron, lo rodearon y hasta tuvieron la osad¨ªa de sub¨ªrsele encima. Salvado un peque?o susto, provocado por una ranita que hab¨ªa saltado sobre el pulsador del timbre, la persistente inmovilidad del soberano las hizo caer de nuevo en el hast¨ªo y las llev¨® a despreciar a aquel monarca que, vencida y olvidada la excitaci¨®n inicial, no les proporcionaba emoci¨®n ninguna. De modo que decidieron protestar ante J¨²piter y pedirle otro rey, ya que el que les hab¨ªa enviado no les serv¨ªa.
Las ranas lo jaleaban, hasta que a alguna se le ocurri¨® preguntar para qu¨¦ serv¨ªa tanto pedaleo
J¨²piter escuch¨® de nuevo su s¨²plica y, algo irritado por el desd¨¦n de las ranas y sobre todo por su ignorancia, tom¨® la decisi¨®n de enviarles un ciclista, prueba de que se hallaba convencido del acierto del primer env¨ªo. Se reprodujo el espanto inicial, tras aquel ?splash! que descoyunt¨® a m¨¢s de una rana, pero cuando vieron al ciclista pedaleando sobre la m¨¢quina les result¨® divertido y pensaron que aquel rey s¨ª era bueno y que les conven¨ªa. El rey ciclista pedaleaba y pedaleaba, y las ranas, rode¨¢ndolo y subidas a la m¨¢quina y a su grupa, lo jaleaban fascinadas. Hasta que a alguna se le ocurri¨® preguntar para qu¨¦ serv¨ªa aquello si estaban siempre en el mismo sitio.
El ciclista, haciendo gala de una ret¨®rica de la que retuvieron la palabra demokracia, por lo de la kra, le explic¨® a la ranita que se equivocaba y que hab¨ªan llegado ya a Estambul. ?A Estambul!, clamaron las ranas con entusiasmo, ?oh qu¨¦ lagos y qu¨¦ monta?as!, y ?en cu¨¢nto est¨¢ el PIB?, se les ocurri¨® preguntar. En 127, les respondi¨® el rey ciclista, y hemos pasado ya Holanda y llegamos a Finlandia. ?Llegamos a Finlandia!, gritaron las ranas llenas de alborozo, ?oh qu¨¦ lagos y qu¨¦ monta?as!, y ?en cu¨¢nto est¨¢ el PIB? Pedalea que te pedalea, el sol comenzaba a ocultarse con el PIB en 228 y las ranas se sintieron cansadas. Estaban agotadas, con el baj¨®n subsiguiente que eso conlleva al ¨¢nimo, y a la tenue luz del crep¨²sculo la charca les result¨® familiar, tan familiar que no dudaron de que se hallaban en casa. Las hab¨ªa enga?ado, ?krok!, y sin dejar de pedalear, el rey ciclista les explic¨® que eran v¨ªctimas de un sortilegio, que hab¨ªa un obst¨¢culo y a?adi¨® no s¨¦ qu¨¦ de kronstituciones, krleyes, kromanifas y kroma?ones que las hizo gritar como locas. Sin embargo, cerca ya de que cayera la noche, aquel rey pedaleando en su m¨¢quina les pareci¨® un espantajo y decidieron protestar de nuevo ante J¨²piter y pedirle que les enviara otro rey. Fue entonces cuando el ol¨ªmpico, indignado con aquellas veleidosas, les envi¨® la serpiente. El final es previsible, pues la serpiente, empezando por el ciclista y su m¨¢quina, las engull¨®, en efecto, a todas.
En la f¨¢bula de Esopo Las ranas pidiendo rey, es el desorden el motivo de que las ranas pidan rey. Zeus les env¨ªa un gran le?o, lo que no las satisface, y a su segunda s¨²plica les responde con la serpiente, sin que medie benevolencia alguna y les env¨ªe antes, por ejemplo, un aizkolari. La f¨¢bula tuvo luego diferentes versiones, y en algunas es una cig¨¹e?a la que ocupa el lugar de la serpiente, as¨ª en la versi¨®n del arcipreste de Hita. Dado el car¨¢cter de portadora de nacimientos de la cig¨¹e?a, en nuestro caso nos ha parecido m¨¢s adecuado el rey serpiente. ?ste engulle, abarca, encierra, cubre. Luego s¨®lo le falta utilizar el hacha.
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