Turqu¨ªa en el filo
La ofensiva de jueces y generales contra el Gobierno es profundamente desestabilizadora
La ofensiva impulsada por jueces y generales turcos contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha alcanzado un punto ¨¢lgido. A la vez que el Tribunal Constitucional comienza a ver el caso contra el partido gobernante, Justicia y Desarrollo (AKP), al que el fiscal acusa de querer islamizar Turqu¨ªa, la polic¨ªa ha detenido a una veintena de prominentes laicistas, entre ellos, dos generales retirados, a los que acusa de preparar un golpe gradual contra el Ejecutivo. Si prospera la tesis de la fiscal¨ªa, motivada por la decisi¨®n parlamentaria de permitir a las mujeres tocarse con el velo musulm¨¢n en las universidades p¨²blicas, el AKP ser¨ªa disuelto e inhabilitados por cinco a?os sus dirigentes, incluido el primer ministro Erdogan y el presidente de la Rep¨²blica, Abdul¨¢ G¨¹l.
No hay inocentes en la grave crisis constitucional turca, de muy serias implicaciones no s¨®lo para el pa¨ªs asi¨¢tico, sino tambi¨¦n para Europa y m¨¢s all¨¢. Pero s¨ª hay un lado donde se halla la mayor parte de la raz¨®n, y es el del Gobierno centroderechista de Erdogan, pese a que haya utilizado con avidez su poder para cubrir puestos clave con conservadores de antecedentes confesionales o haya impulsado a la jefatura del Estado a alguien de tan dudosa neutralidad como G¨¹l. Frente a ese Ejecutivo por dos veces elegido, impulsor de una agenda moderadamente islamista, que ha cambiado en seis a?os el paisaje pol¨ªtico del pa¨ªs y ha conseguido importantes logros econ¨®micos y democratizadores, se alza la ofensiva judicial en marcha, en connivencia con unos militares que representan una casta intocable, como lo demuestra la conmoci¨®n causada por la detenci¨®n de dos de sus mandos. En la Turqu¨ªa musulmana pero constitucionalmente laica, la ¨¦lite que se considera guardiana de las esencias de estricta separaci¨®n entre la religi¨®n y el Estado legadas por Atat¨¹rk sigue sin digerir la toma del poder parlamentario por parte de un partido, el AKP, de ra¨ªces rurales y confesionales.
No habr¨¢ decisi¨®n del Tribunal Constitucional al menos hasta el mes pr¨®ximo. Pero si los jueces acaban disolviendo el partido gobernante, la ¨²nica salida ser¨¢n las elecciones anticipadas, a las que el AKP concurrir¨¢ bajo una nueva identidad y quiz¨¢ con sus actuales dirigentes trabajando en la sombra. Semejante escenario, probable por surrealista que parezca, har¨ªa retroceder a Turqu¨ªa una d¨¦cada en su modernizaci¨®n y en sus aspiraciones europe¨ªstas.
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