Una cr¨®nica de verano
Amigo lector, le ha llegado a usted la hora. Si ya no puede usted dormir por el calor, si sufre embotellamientos en autopistas, peajes, playas y casas de yantar donde sirven sangr¨ªa, a partir de este momento a¨²n va a ser peor. Prep¨¢rese para que le recomienden hidratantes, aguas nitrogenadas, vinos sin alcohol y cremas afganas. Disp¨®nganse a o¨ªr historias de amores eternos, o sea conquistas de playa, pero nunca las crea. No crea tampoco a los amigos que presumen de haber comido las mejores paellas de la costa, y eso por tres razones: a) no les deja su mujer, b) no les deja el m¨¦dico, c) no pueden pagar la cuenta.
No, no lo haga jam¨¢s.
Pero no escribo esta cr¨®nica de verano para desanimarle, Dios me libre. Lo hago para recordarle que esta ¨¦poca de vacaciones es tambi¨¦n la ¨¦poca de la crueldad. Se aparta a los viejos porque estorban, se los aparca en una habitaci¨®n prestada o a veces se les olvida en una gasolinera. Se abandona a los animales de compa?¨ªa porque molestan, se lanza hacia la nada a perros y gatos, sobre todo a los perros, aunque s¨®lo te pidan con la mirada. En el momento terrible de aquel cartel de ?l nunca lo har¨ªa.
No voy ahora a hablarles de mis amigos, los perros, porque quiz¨¢ ustedes ya han le¨ªdo bastante sobre eso. Pero si me lo permiten les dir¨¦ que todos los animales -todos- no dan lecciones y merecen respeto. Son historias que he vivido y les juro que son verdad.
?Me permiten?
La primera lecci¨®n me la dieron unas leonas. Un d¨ªa lejano -ya ven- tuve dinero y fui a Kenia. Pues bien, vi que tres leonas guiaban un ej¨¦rcito de cachorrillos, como una maestra gu¨ªa a los ni?os de la escuela. El gu¨ªa me dijo: "Est¨¢n de cacer¨ªa y va a haber peligro. Apartan a sus cachorros para que no les pase nada". En efecto, ni m¨¢s ni menos los llevaban a la guarder¨ªa: primera lecci¨®n de prudencia y amor.
La segunda lecci¨®n me la dieron los b¨²falos. Pasaba una manada, y uno de los animales era demasiado viejo o estaba enfermo: el caso era que no pod¨ªa seguir el ritmo de los otros y se rezagaba. Las leonas iban a por ¨¦l, a por el m¨¢s d¨¦bil. De aqu¨ª a la cacer¨ªa.
Pero los b¨²falos nunca dejan solo a un compa?ero en peligro. Si el b¨²falo viejo se retrasaba, dos enormes b¨²falos j¨®venes se retrasaban con ¨¦l. Le proteg¨ªan. No iban a dejarle solo jam¨¢s.
Juro tambi¨¦n que nunca he visto un ataque tan furioso de las leonas hambrientas, y una gallard¨ªa tan eficaz de los b¨²falos. De una cornada las enviaban por los aires, las hac¨ªan volar hacia el cielo, las convert¨ªan en nada. Al final el ataque fracas¨®, las leonas se retiraron y esperaron una nueva oportunidad, que al final llegar¨ªa. Una persecuci¨®n as¨ª puede durar una semana.
Los b¨²falos se retiraron, el viejo casi a rastras, pero con los dos j¨®venes siempre al lado. Me pregunt¨¦ cu¨¢ntos seres humanos defender¨ªamos a un viejo o un enfermo con nuestra sangre y nuestra vida.
La tercera lecci¨®n me la dio... una serpiente. Cr¨¦anme: fue una serpiente. En Manaus, la perdida ciudad brasile?a que un d¨ªa fue una de las m¨¢s ricas del mundo, hay un zoo lleno de cocodrilos, pitones y otras bestias de alta consideraci¨®n. Las enormes serpientes est¨¢n en jaulas, perpetuamente dormidas, y una vez a la semana se les arroja una gallina viva, pues nunca comen presas muertas. Los sentimientos, por supuesto, est¨¢n a favor de la gallina y su sensaci¨®n de horror, aunque es piadoso creer que apenas se entera, porque todo es muy r¨¢pido. Pero a veces la serpiente no tiene hambre.
Y no molesta a la gallina: la ignora. Nunca le har¨¢ da?o por placer, sino por necesidad. Y entonces vi lo m¨¢s incre¨ªble: la gallina dorm¨ªa sobre el cuerpo de la serpiente. Ya se hab¨ªan acostumbrado a vivir juntas: compart¨ªan su confianza y su peque?o universo.
Fue entonces cuando pens¨¦ en el gran n¨²mero de seres humanos que matan por placer, por vanidad, por sentirse m¨¢s importantes que un p¨¢jaro. Fue entonces cuando pens¨¦ en los que pagan por ver torturar un toro. En los que olvidan la ¨²ltima mirada de su perro.
Lo siento: ¨¦sta no deja de ser una cr¨®nica de verano. Por favor, si la leen, mediten. Y sobre todo no la lean en un embotellamiento.
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