"Todos somos n¨®madas digitales"
En su casa, un cuarto piso en el barrio de Agdal, en Rabat (Marruecos), todo es artesan¨ªa y recuerdos, sillones y alfombras apetecibles, t¨¦ y pastas que se ofrecen al visitante en mesa baja. Las plantas refrescan, en esta calurosa tarde de junio, una terraza desde la que no se ve el mar, pero se intuye. Porque la playa como met¨¢fora de la comunidad (ummah) que vive y convive en paz est¨¢ siempre en la mente de la anfitriona, Fatema Mernissi. A sus 68 a?os, esta soci¨®loga y escritora humanista, historiadora y profesora, premio Pr¨ªncipe de Asturias 2003, sigue siendo mujer poderosa, rotunda, coqueta: aparece vestida con uno de los chalecos que ella misma confecciona, un gorro rojo sobre su media melena, joyas de plata en cuello y manos. Es, adem¨¢s, charlatana entregada que no gusta de programas ni de agendas apretadas porque su pensamiento y palabra son incontenibles, idas y venidas a los infinitos temas que sacuden su mente. No hay contenedor posible para guardar tanto. Valga aqu¨ª s¨®lo un cabo, ese hilo conductor y recurrente en su discurso actual: la importancia ¨²ltima y creciente de las nuevas tecnolog¨ªas (Internet, m¨®viles, televisi¨®n v¨ªa sat¨¦lite) en las relaciones personales y sociales en los pa¨ªses isl¨¢micos Con ellas se rompe el hudud, las fronteras espaciales que dividen el universo en ese ¨¢mbito privado donde habitan y, se supone, se protege a mujeres y ni?os, y el p¨²blico, donde los hombres adultos ejercitan su autoridad. Ahora, gracias a Internet, todos somos n¨®madas digitales (ver www.mernissi.net). Y eso no tiene precio, asegura. En especial para las mujeres y la sociedad civil. La cuesti¨®n ya no es to be or not to be, sino to navigate or not to navigate.
Y adem¨¢s, ese sentido profundo de la comunidad que poseen los musulmanes ha encontrado en lo cibern¨¦tico un cauce inmejorable una ventana siempre abierta para expandirse, dice ella, apurada por la hora porque tiene una cena importante. Relax, relax ante todo, aconseja, sin embargo. Internet es una herramienta perfecta para extender esa idea del amor altruista que ya exist¨ªa en la literatura isl¨¢mica y suf¨ª desde tiempos del poeta andaluz Ibn Hazm [a?o 994], algo tan necesario para sobrevivir en los tiempos que corren. La inteligencia emocional, tan de moda, ya era asunto isl¨¢mico hace diez siglos, asegura. De eso habla precisamente en su obra El amor en el islam, publicada en 1988, que, revisada, se reedita ahora en Espa?a (Aguilar). El choque actual, asegura, no es entre civilizaciones, como afirmaba Samuel Huntington, ni siquiera entre religiones, sino entre el concepto isl¨¢mico de ulfa (amor generoso, desprendido, altruista) y el consumismo occidental, individualista y feroz. O quiz¨¢, apunt¨® en uno de sus art¨ªculos, sea un choque de sue?os: El hombre moderno ha olvidado la religi¨®n, pero lo sagrado sobrevive, enterrado en su inconsciente. Ah¨ª est¨¢ el enigma y quiz¨¢ la raz¨®n del desencuentro.
Y m¨¢s: ve Mernissi en este nuevo tiempo digital otra gran ventaja. El poder y el saber ya no son s¨®lo patrimonio de las mezquitas o las madrasas. Y nadie mejor que ella para saberlo. ?Qu¨¦ ha sido del libro El har¨¦n pol¨ªtico, que fue prohibido en su pa¨ªs? ?Sigue est¨¢ndolo?. Qu¨¦ m¨¢s da eso ya. Ah¨ª est¨¢ colgado en Internet. Ahora, si te proh¨ªben una obra, es estupendo; la promoci¨®n es autom¨¢tica en la Red, y tremenda.
Se reedita su libro El amor en el islam, en el que habla de la creciente popularidad en la Red del poeta cordob¨¦s Ibn Hazm, de la m¨ªstica del amor y de los suf¨ªes. S¨ª, pero, ah, no he visto la edici¨®n espa?ola. ?La tienes? ?Han incluido las 50 palabras para decir amor en ¨¢rabe a modo de diccionario? Ah, l¨¢stima. En la versi¨®n francesa aparecen en la lista de Ibn Hajala, un im¨¢n del siglo XVI: haw?, sab?b, al?qa, chaghaf, wajd, kalaf, chawq
S¨ª, aqu¨ª est¨¢n todas en la p¨¢gina 35; a saber, mahabba, alaqa, miqa, sajw S¨ª, s¨ª. ?Y han incluido las fotos de las portadas de las revistas pan¨¢rabes que les indiqu¨¦? Ah, s¨ª. Aqu¨ª est¨¢n. Son algunas publicaciones femeninas y familiares que se pueden encontrar en los quioscos de Bagdad a Casablanca.
?C¨®mo se llaman? ?De qu¨¦ hablan? Las hay como Rose el Youssef, egipcia, que se pregunta por qu¨¦ las m¨¢s hermosas de las mujeres ya no quieren casarse; Teens Today, editada en Abu Dabi y preocupada por la moda de los desnudos en los videoclips; Zahrat al Khaleej [La Flor del Golfo Ar¨¢bigo], de Dubai, que se plantea: ?Est¨¢ Internet destruyendo las relaciones matrimoniales?. Otra es Laha [Para Ella], de Beirut, que informa de que una de las ¨²ltimas modas en L¨ªbano es que las mujeres celebren su divorcio con fiestas por todo lo alto, en las que, adem¨¢s, anuncian su disponibilidad. Al Sada, de Dubai, se autoproclama semanario de la familia ¨¢rabe, y en su n¨²mero 453, de diciembre de 2007, titula: Los hombres necesitan Viagra Las mujeres lo est¨¢n pidiendo.
Todas las portadas est¨¢n all¨ª, bien impresas. As¨ª que Mernissi se preocupa antes de nada por la comida, la miel, los cr¨ºpes o esos dulces de almendra como los que se preparaban en Al Andalus Y estos cr¨ºpes, ?sabes?, los venden las mujeres hoy por todo el distrito. La mujer ha salido de las cocinas, y ¨¦se era el sue?o de mi abuela, ganarse la vida vendiendo cusc¨²s. Un sue?o hecho realidad. La escritora, activista y cr¨ªtica, se ocupa desde siempre en mostrar esos cambios sociales y en intentar desenredar las uniones nefastas y habituales entre aspectos negativos (como antidemocracia, represi¨®n de la mujer, terrorismo) y el islam.
?Sigue siendo tan inmenso como anta?o el desconocimiento entre el mundo isl¨¢mico y el occidental, o ha mejorado? Te doy un ejemplo ¨²ltimo: la asociaci¨®n autom¨¢tica juventud-violencia. Es tan delirante como la de islam y terrorismo, olvidando que este ¨²ltimo surgi¨® tambi¨¦n en ciertas democracias occidentales laicas (ah¨ª est¨¢n las Brigadas Rojas en Italia, el IRA en Irlanda, la Baader-Meinhof en Alemania). El terrorismo moderno est¨¢ lejos de ser un fen¨®meno religioso, local, racial o demogr¨¢fico, como pretenden las tesis reduccionistas. M¨¢s bien es fruto de una econom¨ªa fuertemente consumista que ignora la ¨¦tica humanista; eso es lo que llev¨® a la revuelta a los j¨®venes europeos de los a?os setenta. Y los que los entrenan no son j¨®venes precisamente.
Lo afirma y lo ense?a en uno de esos esquemas repletos de datos y fuentes que prepara antes de sus conferencias. Para analizar este tipo de relaciones peligrosas, y tras los atentados suicidas en Casablanca (abril, 2007), Mernissi organiz¨® un seminario titulado ?Con qu¨¦ sue?an los j¨®?venes?, en el que reuni¨® a diversas generaciones, gente con estudios y sin ellos, artesanos y escritores. La conclusi¨®n: Debe evitarse de una vez por todas y en nombre de los derechos humanos ese reflejo discriminatorio de insultar a los j¨®venes en general y a los pobres en particular cada vez que hay un atentado.
?C¨®mo luchar contra esa falta de entendimiento, los estereotipos? [Ella hojea un libro de fotograf¨ªas sobre Marruecos de Alfredo C¨¢liz y se detiene en una en la que un mont¨®n de cabras aparecen subidas a un ¨¢rbol, y de ah¨ª surge un tema, un discurso, una historia]. Es el acebuche, que produce el fruto del que se extrae el aceite de arg¨¢n. ?Lo conoces? Las tribus bereberes del suroeste lo usan en su dieta y como medicina. Un cosm¨¦tico buen¨ªsimo, para todo Pero debes usarlo por la noche Por el d¨ªa, no, es da?ino con el sol
En un foro organizado por el Centro Niemeyer, en Avil¨¦s, hablar¨¢ usted [lo habr¨¢ hecho ya] de c¨®mo enfrentarse a la soledad y la depresi¨®n como viajeros globales que somos. ?Le preocupa la depresi¨®n hoy? S¨ª, todo el mundo parece estar deprimido Aqu¨ª tambi¨¦n, no s¨®lo en Occidente. Lo planteo as¨ª: Estr¨¦s y depresi¨®n como problemas planetarios causados por la nueva religi¨®n del mercado. Son temas que nos preocupan y ocupan tambi¨¦n; mira, por ejemplo, Al Arabi, revista de Kuwait, edici¨®n de abril pasado. Titula La ansiedad es nuestra epidemia del siglo. Entre la lista de causas est¨¢n primero los problemas familiares, pero hay otros nuevos que revelan que la sociedad ¨¢rabe actual est¨¢ invadida por el consumismo. Una sociedad regida por valores materiales y beneficios, y las batallas consiguientes para conseguirlos. La nueva fe mundial es la religi¨®n del mercado. Y tiene un aparato eclesi¨¢stico completo. Lo dice Richard C. Foltz: hay sacerdotes (economistas), misioneros (la industria publicitaria) y una iglesia (el centro comercial). Posee hasta un sistema ¨¦tico cuya m¨¢xima virtud es ir de compras. Y los fieles se llaman consumidores.
?Y esa imagen del se?or con gesto preocupado que aparece en Al Arabi es Julio Iglesias? No, no. Pero Julio Iglesias es el modelo de hombre ideal aqu¨ª, con el que sue?an las jovencitas. Todos los h¨¦roes libaneses son como ¨¦l. Y mira, en esta otra revista digital, la religiosa Ommati [Mi Comunidad Musulmana], te dicen c¨®mo combatir la depresi¨®n: No dejes que el pesimismo te invada, mira a la parte del cielo por donde sale el sol cada ma?ana. No hay puesta de sol sin salida. Mira siempre el lado soleado de tu vida.
S¨ª, hay imanes famosos, como Al Qaradawi en la cadena Al Yazira, que se dedican a aconsejar sobre c¨®mo salir adelante en este camino tortuoso. ?Son muchos? No te puedes imaginar cu¨¢ntos. Todas las revistas impresas o digitales tienen p¨¢ginas de consejos y de contactos amorosos. Mira en Islamonline o en Muslima.com.
Que todo el mundo necesita amor est¨¢ claro, ?pero c¨®mo se consigue? El poeta Adonis dice: Pesimismo es una rutina, optimismo es creatividad. ?C¨®mo conseguirlo? Ah, hay que desarrollar escenarios. Pero esto no se consigue con dinero. No con el modelo de los pa¨ªses del Golfo. Fui a Dubai y todo lo que vi fue consumismo. ?Est¨¢n invirtiendo en calidad? No. Hab¨ªa ochenta paquistan¨ªes esperando el autob¨²s, y me dije: si no pueden resolver el problema del transporte, no pueden resolver nada. Por eso no acept¨¦ hacer este debate [el del Centro Niemeyer] all¨ª, sino en Espa?a.
?Qu¨¦ fue de su idea de fotografiar a un mill¨®n de musulmanes en la playa como testimonio de la heterogeneidad de la sociedad marroqu¨ª? Nunca fue una foto para realizar, sino una imagen concepto, algo que se ve cada d¨ªa de verano. La playa est¨¢ repleta de gente, de todas clases, y no est¨¢n luchando, no hay violencia. Es la visi¨®n de una comunidad viva. Un ejemplo: si deseo dejar mis ropas al cuidado de alguien, si se las doy a un alem¨¢n me dir¨¢: Ah, no, no es mi responsabilidad; pero un marroqu¨ª me preguntar¨¢: ?A qu¨¦ hora vuelves? ?En media hora? Vale. ?l forma parte del grupo. La playa es un nuevo espacio p¨²blico, pac¨ªfico, familiar, donde, cuando uno come, ofrece al otro, al paseante. Esto no es Nueva York.
?En qu¨¦ otros proyectos anda? Buscar, por ejemplo, c¨®mo se dice te quiero en marroqu¨ª o en bereber, en ciudades o en los pueblos, en una m¨²sica u otra ?se es el concepto. Yo s¨¦ como se dice aqu¨ª, en ¨¢rabe, pero no en las monta?as. Hay nuevas creaciones del lenguaje
?Y cu¨¢ntas palabras hay sobre depresi¨®n? Muchas: confuso, triste, quemado, avergonzado Voy a escribir un libro sobre cincuenta palabras que he descubierto
?Qu¨¦ pasa con todas estas webs para encontrar pareja? ?No son un peligro para el matrimonio tradicional? ?Es posible casarse a trav¨¦s de Internet? ?Esos matrimonios son halal, est¨¢n aceptados por el islam? No. Para que un matrimonio sea v¨¢lido tiene que haber testigos f¨ªsicos. Pero se est¨¢n dando todo tipo de casos. Incluso divertidos. Un chaval se cas¨® con una mujer de Finlandia, obtuvo el visado, se fue a verla y regres¨® pronto porque all¨ª hab¨ªa s¨®lo tres horas de luz ?Ja, ja! Sucede. Y creo que fue en la Embajada canadiense donde me contaron que hab¨ªa un mont¨®n de demandas para matrimonios Bueno, una cosa es segura al hablar de j¨®venes: que no te puedes ganar la vida si te quedas sentado en casa. Seas de donde seas, americano o africano. Es m¨¢s, tradicionalmente, el islam empuja a la movilidad como forma de aprendizaje y crecimiento. Tenemos la luna, los ciclos; si no hay agua aqu¨ª, vas all¨¢. La Tierra no tiene l¨ªmites. Por eso no me sorprende que los musulmanes sean los m¨¢s beneficiados con Internet. Ya ten¨ªan su comunidad creada. Una mundial que hace que en ning¨²n sitio seas extra?o: sucede en los viajes, en los mercados. Por ejemplo, a m¨ª me enloquece la joyer¨ªa, y cuando voy a Dakar (Senegal) a comprar plata me dicen: ?De d¨®nde eres?. Ah, Marruecos. Y el precio baja. No bromeo. Es el sentido de comunidad Algo fabuloso que Internet ha revitalizado. Aqu¨ª hay cibercaf¨¦s por todas partes.
La familia tradicional debe de andar preocupada con tanto intercambio No tanto, es que eso forma parte del teatro oficial. Aqu¨ª sucede como con las familias cat¨®licas en Europa: se violan las reglas todo el tiempo; pero de puertas afuera, nada se ve. Catolicismo pragm¨¢tico. La diferencia entre lo que es p¨²blico y lo que es privado. Aqu¨ª es igual.
Internet es entonces para usted una herramienta de libertad Desde luego. Siempre desde el punto de vista individual. Y hay que darse cuenta de algo, como dice la BBC en ¨¢rabe: el problema no es c¨®mo nos casamos en los pa¨ªses isl¨¢micos, la noticia verdadera es que la gente no lo hace; hay nueve millones de solteros en edad casadera en Egipto, por ejemplo.
?Es m¨¢s habitual el divorcio? No lo s¨¦, el divorcio siempre existi¨®; no es un tema.
En su libro apunta una tendencia, similar en Occidente: que los hombres abandonan a su mujer y se casan con otras m¨¢s j¨®venes. S¨ª, pero hasta eso est¨¢ ya demod¨¦. Yo dir¨ªa que la noticia es que la tendencia hoy es que son las mujeres las que dejan a sus maridos porque tienen sus trabajos, y se casan s¨®lo si lo desean y no porque la familia necesite dinero.
?Y qu¨¦ hay de la poligamia? Desde que en Marruecos se aprob¨® el nuevo c¨®digo de familia, en 2004, debe autorizarla un juez. No es tema ya hoy. S¨ª lo es que las mujeres tengan su trabajo y su dinero.
?Y que hay de esos consultorios de sexo en televisi¨®n, como el de la egipcia Heba Koth titulado Hablando en serio, o esos otros en las webs? Ah, s¨ª, hay muchos. Pero no es novedoso para nosotros.
?No es novedad? No. Porque en el islam siempre se habl¨® de sexo. Es parte de la vida. Para los cristianos tiene que ver con la reproducci¨®n; para nosotros, no. De hecho, hay montones de libros cl¨¢sicos sobre posturas, afrodisiacos, comidas, plantas Te recomiendo un libro, The perfumed garden, de Nefwazi, y hay otro sobre c¨®mo los hombres mayores pueden mantenerse j¨®venes que Bueno, muchos El islam es una religi¨®n bastante antimasculina de hecho, porque no est¨¢ en contra del cuerpo, no lo reprime como el cristianismo. Y Mahoma es un hombre casado que disfruta de serlo.
?Hay muchas diferencias con la sexualidad occidental? S¨ª, pero antes quiero apuntar la mayor: la pornograf¨ªa. Y por cierto, si quieres poder aqu¨ª, debes invertir en medios de comunicaci¨®n. ?Sabes cu¨¢ntos canales pan¨¢rabes hay? En 1981 hab¨ªa uno. En la primera guerra del Golfo vimos las bombas por la CNN; seis meses despu¨¦s abri¨® la MBC. Ahora son 465 v¨ªa sat¨¦lite. Y los occidentales, claro.
Dec¨ªa que la sexualidad es distinta Ah, s¨ª, en estos canales no hay pornograf¨ªa. Y el sexo, bueno, ahora debatimos sobre lo er¨®tico en los videoclips Hay bailes, canciones, pero nunca sexo expl¨ªcito. Me gustan por su est¨¦tica. Lo que no me gusta tanto es que, cuando me alojo en un hotel europeo, haya canales porno Verlos o no es algo que quiero controlar yo, no que me bombardeen sin quererlo. Por cierto, la costa espa?ola est¨¢ a unos 13 kil¨®metros de T¨¢nger, ?13! Y me puedo dar por contenta si consigo ver Al Yazira desde Madrid. ?Un ejemplo de inter¨¦s mutuo!
?Parece que las cosas est¨¢n cambiando muy deprisa en Marruecos? El Marruecos que yo conoc¨ª ya no existe. Hablo como soci¨®loga. Siempre pens¨¦ que los cambios aqu¨ª, en el Tercer Mundo, van m¨¢s r¨¢pidos que en Europa. ?Por qu¨¦? Porque en Europa tienes el poder de pararlos: los intereses de la gente, los de las multinacionales para asegurarse el poder. Aqu¨ª, ese poder est¨¢ centralizado. E influye, claro, tambi¨¦n el desarrollo de las tecnolog¨ªas. La industrializaci¨®n en Europa necesit¨® tres siglos As¨ª que el mejor regalo que nos han dado son las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n Y las estad¨ªsticas oficiales de su uso se quedan cortas. Porque en pueblos perdidos del Atlas no hay quiz¨¢ ordenadores personales, pero s¨ª un cibercaf¨¦. Tecnolog¨ªa, son los pobres quienes mejor la usan. Lo cuento en mi libro El hilo de Pen¨¦lope. Encontr¨¦ a un artista en Zagora, le pregunt¨¦ cu¨¢nto val¨ªa su obra y me dijo: En mi p¨¢gina web est¨¢ el precio. ?Pero tienes una web t¨², y yo, que soy profesora de universidad, no?. Y ¨¦l respondi¨®: S¨®lo puedo sobrevivir si estoy comunicado. Internet es mi respiraci¨®n. Ha hecho realidad su sue?o gracias a la tecnolog¨ªa. ?sa es la soluci¨®n para muchos, para no emigrar.
?Es un buen medio la Red para acercar posiciones? Mira, tengo 68 a?os. Y no pienso ya en t¨¦rminos Este-Oeste, sino como mujer de edad. S¨®lo s¨¦ y veo que en Par¨ªs, por ejemplo, nadie mueve un dedo por ayudar a sus mayores, y eso es criminal. Para m¨ª, se trata de asegurar la implicaci¨®n social de los j¨®venes. Ellos deben garantizar ese cuidado de unos a otros Europa vive en un sue?o, porque la realidad es que necesita mano de obra joven Es est¨²pida esa selecci¨®n de la emigraci¨®n No puede vivir sin los africanos. ?Cu¨¢l es el problema? C¨®mo integrarlos. Bueno, si hay un accidente aqu¨ª, r¨¢pido aparecen 30 personas para ayudarte Pero si est¨¢s en Nueva York, te puedes morir en la calle y a nadie le importa. Lo que me pregunto es cu¨¢nto va a durar esto en Marruecos
La nueva normativa europea sobre inmigraci¨®n cierra mucho las puertas a Y nosotros tenemos tambi¨¦n el problema de la migraci¨®n interior. Por ejemplo, en el sur de Marruecos. Los bereberes. Muchos te dicen: no podemos irnos porque nuestra cultura desaparecer¨¢. La poblaci¨®n disminuye. Se traslada a la ciudad. El desierto se muere. ?C¨®mo pararlo? ?Uf! Sobre el exterior: no comprendo a los europeos. Si yo fuera una mujer mayor francesa tendr¨ªa claro que no puedo vivir sin la ayuda de los j¨®venes. ?Soluci¨®n? Crear planes para Madrid, para Galicia, para el Mediterr¨¢neo Planes de alimentaci¨®n, de poblaci¨®n, de existencia com¨²n.
Quiz¨¢ el miedo europeo no es ante los que llegan, sino ante lo que traen consigo: religi¨®n, tradiciones, el cambio Pero ?qui¨¦nes son los emigrantes? Los europeos mismos. Claro, que otra cosa es el comportamiento en uno u otro lado. Volviendo al escenario de la playa: voy all¨ª, los chavales est¨¢n jugando al f¨²tbol, y al llegar les digo: Quiero pasar y tengo miedo. Y se paran. No s¨¦ si eso lo hacen los hijos de emigrantes en Madrid. Eso es un problema real. Los chavales europeos no tienen esa vinculaci¨®n com¨²n, tan fundamental. ?Por qu¨¦ no les permiten sentirse europeos? Porque Europa es una suma de individualidades, no una comunidad.
?Y c¨®mo hacerlo? Verlo y analizarlo. Cuando contemplo en la tele la violencia de los j¨®venes en Inglaterra, por ejemplo, pienso: ?por qu¨¦ se matan unos a otros? La sociedad europea est¨¢ enferma. Y est¨¢ llegando hasta nosotros en forma de consumo exacerbado: que es la ausencia completa del amor altruista, comunitario. ?C¨®mo pararlo? ?Qu¨¦ es lo que est¨¢ mal en la sociedad occidental? No se habla aqu¨ª mucho de eso. Porque siempre se dice que los europeos son felices, tienen democracia, pero ?qu¨¦ democracia es ¨¦sa? No es algo que me guste decir, pero, por ejemplo, Gibraltar. Es una frontera fantasma, nunca existi¨® en realidad. ?Y Ceuta? Bueno, espa?oles, portugueses, todos estuvieron aqu¨ª. La idea de separaci¨®n es un mito. Pues con la tecnolog¨ªa podemos comunicarnos globalmente como individuos, romper esos hilos de poder que mueven las cosas, aumentar lo que llamo la sinergia c¨ªvica Maravilloso.
S¨ª, permite lo positivo, pero tambi¨¦n lo negativo: es una buena v¨ªa de conexi¨®n entre terroristas. ?Pero si muchos de los terroristas provienen de Europa misma! Para m¨ª, la cuesti¨®n es averiguar cu¨¢l es la semilla y la tierra, el caldo de cultivo que lo produce. Necesita nacer y crecer como las plantas. Lo resolveremos si sabemos por qu¨¦ sucede, no con t¨®picos como que todos los terroristas son musulmanes. Insisto, no hay que olvidar que la Red permite conexiones m¨²ltiples, y en Europa viven grandes humanistas, tantos y tantos anticonsumistas
Y otro de los problemas en los pa¨ªses isl¨¢micos es la creciente financiaci¨®n por parte del fundamentalismo ?Ah!, pero construir hoy madrasas no significa lo mismo que en los a?os ochenta. La gente no va a buscar la informaci¨®n all¨ª si hay Internet. Ahora la manipulaci¨®n es muy dif¨ªcil. Siempre puedes consultar, comparar, contrastar. Adem¨¢s, Internet est¨¢ dejando claro algo que los europeos ignoraban: que el islam no tiene iglesia, que no hay iglesia que te pueda manipular Otro tema interesante ahora es decidir, como hicieron ya los suf¨ªes, si importa o no tu religi¨®n a la hora de formar parte de la ummah, o si basta s¨®lo el amor hacia los otros. Mira este cartel de Al Andalus, del poeta Ibn Arabi, del siglo XIII. Dice: Yo creo en la religi¨®n del amor. Donde quiera que la caravana del amor vaya, all¨ª estar¨¢n mi religi¨®n y mi fe. Ah¨ª da la soluci¨®n a muchos de nuestros problemas.
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