Manifiesto por la Gravedad
En estos tiempos en que todo se relativiza y nadie parece querer asumir la tarea de preservar lo que nos une, no debemos permanecer impasibles ante la degradaci¨®n de un patrimonio de todos durante siglos. Es necesario defender la ley de la gravedad. No es que estemos en contra del transporte a¨¦reo, pero el ser humano decente tiene los pies en la tierra, y unas veces sibilinamente y otras con descaro, hay quien atenta contra esa esencia. Pegando brincos, colg¨¢ndose de globos o intentando levitar mediante la combinaci¨®n de vida asc¨¦tica, disciplina mental y dieta de altramuces. Por no hablar de experiencias m¨¢s cercanas, como las de O Demo de Quintela, gaiteiro y aviador aficionado, o la de O Charl¨® de Escair¨®n, gran soldador, que en los a?os 60 sobrevol¨® -m¨¢s o menos- la ribeira del Mi?o en Belesar con una bicicleta equipada con unas alas. Excepto los saltimbanquis de siempre, ninguna persona de bien puede estar en contra de este manifiesto pro gravedad.
Es necesario defender la ley de la gravedad. El ser humano decente tiene los pies en la tierra
No s¨¦ que pasar¨¢ por ah¨ª fuera, pero aqu¨ª, el idioma castellano tiene las mismas posibilidades de sufrir ese acoso denunciado por un aireado Manifiesto que las personas de elevarse como si la sangre transportase helio en lugar de ox¨ªgeno. De hecho, nadie en Galicia -salvo en comunicados o m¨ªtines, dos g¨¦neros donde no es que se considere leg¨ªtimo mentir, pero s¨ª ser econ¨®micos con la verdad- ha tenido la osad¨ªa de mantener que el castellano est¨¢ en peligro. Como mucho, que "podr¨ªa estarlo", o que "algunos quieren que lo est¨¦", lo que justificar¨ªa la aplicaci¨®n a los idiomas de la teor¨ªa del ataque preventivo usada en la pr¨¢ctica en los territorios con petr¨®leo en su subsuelo.
En este asunto, en el subsuelo no hay yacimientos, pero s¨ª se construyen discursos sobre los cimientos de una mentira (o de una verdad economizada hasta el esqueleto). Ya en su d¨ªa se hab¨ªa erigido todo un edificio sobre las presuntas tergiversaciones que se hac¨ªa de la historia (perd¨®n, de la Historia, com¨²n por supuesto) en las comunidades sospechosas habituales. Un grupo de acad¨¦micos realiz¨® un informe y el tenderete argumental se cay¨®. Ahora no se ha vuelto a cometer el error de poner a prueba el aserto fundacional, el de que los idiomas que no son el espa?ol se imponen en la escuela. Se da por hecho que es as¨ª, y lo que se discuten son los efectos y c¨®mo evitarlos, no si realmente hay causa.
Como define David Foster Wallace en un divertido y pormenorizado an¨¢lisis (Host , Atlantic Monthly, n¨²mero de abril 2005) del fen¨®meno de las tertulias radiof¨®nicas conservadoras, "es una estrategia de ¨¦xito desmesurado para aunar a un grupo amplio de ciudadanos con ideas afines en torno a un conjunto coherente de conceptos simples, mimarlos e incentivarlos a la acci¨®n pol¨ªtica. El t¨¦rmino con el que en la actualidad se alude a esta clase de plantilla es claridad moral".
No es una t¨¦cnica exclusivamente de derechas. En la artificial pol¨¦mica sobre el nombre del pa¨ªs, la CIG (no s¨¦ si en general o alguna en particular) argument¨® a favor del t¨¦rmino "Galiza" asimilando "Galicia" a "Sanjenjo" o "Puentedeume". Un aserto falaz (seg¨²n Ferr¨ªn, el top¨®nimo castellanista hubiese sido "Gallicia") que arrojar¨ªa adem¨¢s al averno antigallego a la mayor¨ªa de afiliados al sindicato y votantes del BNG, que emplean habitualmente "Galicia". Pero la aguja de marear del m¨¦todo la tiene el campo conservador.
Una de las cartas al director m¨¢s jaleadas en ¨¦ste y en la totalidad de los peri¨®dicos impresos en Galicia es la de una ciudadana perfectamente an¨®nima y que no ha vuelto a aparecer (pese a ser la consejera delegada de un gran empresa del ramo del altramuz, ninguna relaci¨®n con las dietas) que resume en diez l¨ªneas todos los falsos t¨®picos del presunto acoso. Como concluye Foster Wallace: "Por supuesto resulta mucho menos dif¨ªcil provocar ira e indignaci¨®n sincera y escandalizar a gente que generar alegr¨ªa, satisfacci¨®n, fraternidad, etc¨¦tera. Estos ¨²ltimos son sentimientos fr¨¢giles y complejos y aquello que los suscita var¨ªa mucho de una persona a otra, mientras que la ira y dem¨¢s son sentimientos m¨¢s primarios, universales y f¨¢ciles de estimular". Gallego el que bote.
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