Aquella alegr¨ªa
Contin¨²a el master de Canal Sur 2 sobre la m¨²sica que se hac¨ªa en Andaluc¨ªa desde mediados de los sesenta hasta hace bien poco. El mi¨¦rcoles vimos Volando voy (Dame veneno), un documental de Pablo Barbadillo y Luis Clemente que recoge la peripecia del grupo Veneno, el disco La leyenda del tiempo de Camar¨®n y el grupo Patanegra. Como en el de la semana pasada sobre Silvio, tambi¨¦n en este documental el productor Ricardo Pach¨®n es una figura omnipresente de la que parece que dependieron muchas cosas de entonces; ¨¦l no deja de reconocer, sin embargo, que en los protagonistas de esta pel¨ªcula (Kiko Veneno, Camar¨®n de la Isla, Raimundo y Rafael Amador) hab¨ªa tanto talento y genialidad como capacidad de fracasar comercialmente. No me parece un documental completamente logrado: la informaci¨®n que se da es escasa o muy sabida y s¨®lo Kiko Veneno aporta algo de una reflexi¨®n sobre la fusi¨®n de flamenco y rock que pod¨ªa haber dado mucho m¨¢s de s¨ª.
Sobre las claves biogr¨¢ficas de esa fusi¨®n s¨ª hay cosas interesantes. Es importante que Kiko diga que ellos no eran conscientes de lo que estaban haciendo; para ser exactos, lo que dice es que eran unos inconscientes porque se pasaban el d¨ªa fumaos. Eso remite a un contexto que tiene mucho que ver con el juego, la improvisaci¨®n, la alegr¨ªa de disponer de unas dotes naturales que los llevaron a juntarse y a hacer cosas que ense?aban a los dem¨¢s pero de las que no presum¨ªan, porque para ellos no significaban un esfuerzo especial (y porque nunca fueron pedantes, claro). No es extra?o, por eso, que cuando Raimundo Amador estaba grabando Veneno en Madrid no supiera c¨®mo se apaga una guitarra el¨¦ctrica.
El Bizco El¨¦ctrico dice que ellos eran gitanos muy liberales y sin problemas de integraci¨®n; por eso no tuvieron que vencer ning¨²n prejuicio para asomarse al rock, que de la mano de Kiko entendieron enseguida. Las familias no ve¨ªan bien aquello y mandaban a gente que los rescatara de los jipos (los hippies) para que volvieran al flamenco. Pero la suerte estaba echada, y la mala suerte tambi¨¦n. La mala suerte fue la hero¨ªna, que "tra¨ªa otra cosa" -dice Kiko- que nada ten¨ªa que ver ni con el juego ni con la alegr¨ªa.
Hay en la pel¨ªcula un secundario de lujo, Juan El Cama, cocinero y or¨¢culo de todos ellos que, con un matamoscas en la mano, dice que esa gente a la que sin duda quiere y admira "en realidad s¨®lo lleg¨® a tener algunos destellos de libertad" (y aplasta otra mosca). Lo que trasmiten las im¨¢genes es, por el contrario, la sensaci¨®n de una libertad respecto de la cual hoy estamos muy atrasados.
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