Marlaska y las Pegamoides
La otra tarde entr¨¦ en el bar del hotel ?scar y me li¨¦ a bolsazos con mi amigo Alfonso. Como era Orgullo yo iba con el petardo subido, toda orgullosa y algo sobreactuada, y a mucha honra. Nos encanta el ?scar porque es como una cafeter¨ªa de toda la vida pero en marica, es decir, dise?o en blanco y neones, m¨²sica lounge y enorme cristalera a la plaza de V¨¢zquez de Mella. Los camareros te tratan como a una dama: de alta cuna de ¨¢tico de Chueca pero de baja cama, como tiene que ser. Naturalmente, al fondo hay una pista.
El caso es que cuando Juan, Poca y yo nos sentamos, besos y risas mediante, Nacho me dijo que en la mesa de al lado estaba sentado Marlaska. Entre nosotros: lo que realmente me dijo es que hab¨ªa le¨ªdo mi nombre en los labios del juez. As¨ª que me sent¨ª doblemente orgullosa, porque para m¨ª Marlaska es el juez m¨¢s Grande. Yo soy muy despistada y no le hab¨ªa reconocido ni al pedir en su mesa la silla en la que me sent¨¦, pero le admiro. Es de justicia. Porque es el primer juez que se ha declarado gay p¨²blicamente; es decir, que ha salido del armario hom¨®fobo. Lo cual es admirable a t¨ªtulo personal, pero adem¨¢s reconcilia bastante con nuestro tiempo.
Ya hay mujeres con poder, con reconocimiento social, y muchas son lesbianas. Pero no salen del armario
Creo que el juez Grande-Marlaska llevaba bermudas beis y una camiseta blanca. No lo digo por cotillear, sino porque me gustan los jueces que se toman algo una tarde de Orgullo en Chueca y en bermudas. Significa que la sociedad ha cambiado mucho y para bien. Y tampoco lo digo por frivolizar, sino porque para llegar hasta ah¨ª, hasta esa tarde apacible y un poco petarda, ese se?or en T-Shirt ha pagado un peaje, como ¨¦l mismo lo defini¨® en una de las escasas entrevistas que ha concedido, con el ¨²nico objeto manifiesto de ayudar a otros gays a sentirse mejor. Por ejemplo, chavales que viven en pueblos peque?os y pueden llegar a pasarlo muy mal. No porque se considere modelo de nadie, dice, sino porque puede ser ¨²til si alguno piensa: "Mira, ese t¨ªo del que hablan tanto los peri¨®dicos tambi¨¦n es as¨ª, entonces lo m¨ªo no ser¨¢ tan raro, no ser¨¢ tan malo". La utilidad y la fuerza del referente.
El juez Grande-Marlaska, de brillante carrera profesional y familia convencional, dijo que era homosexual y despu¨¦s se cas¨® con Gorka. El peaje al que se refer¨ªa fue alto, principalmente porque su sinceridad y su valent¨ªa, esa digna coherencia personal, le alejaron de su familia. Pero le convirti¨® en un buen juez: ?qu¨¦ clase de justicia puede impartirse desde la mentira y la cobard¨ªa, desde la indignidad de la propia ocultaci¨®n? Y el juez Grande-Marlaska se convirti¨® tambi¨¦n en un buen gay: el que asume la responsabilidad pol¨ªtica, social y solidaria de su verdad. (Y adem¨¢s recuper¨® despu¨¦s a su familia original).
El lema del Orgullo 2008 ha sido Por la visibilidad l¨¦sbica. Los colectivos han apoyado la necesidad de ese reconocimiento a las mujeres homosexuales que forman con los hombres homosexuales parte del movimiento de liberaci¨®n gay. As¨ª que fueron al Congreso de los Diputados y leyeron un manifiesto reclamando la visibilidad de las lesbianas. Y fue importante el recibimiento de Bono y hubo merecidos parabienes para Zapatero. Pero ni Bono ni Zapatero son lesbianas. La visibilidad de las lesbianas, a estas alturas, necesita de las lesbianas y es a ellas, m¨¢s que a nadie, a quien hay que reclam¨¢rsela. Porque, ?d¨®nde est¨¢ la lesbiana diputada, la lesbiana actriz, la lesbiana catedr¨¢tica, la lesbiana presentadora de televisi¨®n, la lesbiana militar, la lesbiana jueza? No digo doscientas lesbianas juezas. Digo una. ?D¨®nde est¨¢ la lesbiana jueza Marlaska?
Ni siquiera en el a?o de la visibilidad l¨¦sbica ha aparecido una sola lesbiana de las que salen en los peri¨®dicos y podr¨ªan hacer tanto por las chavalas lesbianas que lo pasan mal en los pueblos peque?os. ?Por qu¨¦ ninguna lesbiana que sea un personaje p¨²blico reconocido est¨¢ dispuesta a pagar el peaje de coherencia y solidaridad que han pagado los hombres homosexuales? ?Es que sigue sirviendo la excusa de la doble discriminaci¨®n, de la vulnerabilidad hist¨®rica de las mujeres, de su inseguridad profesional, econ¨®mica y social? No.
Ya hay mujeres con poder, mujeres con reconocimiento social y medi¨¢tico, y muchas son lesbianas. Pero no salen p¨²blicamente del armario. Ni una. ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ temen las lesbianas? Las bisexuales no servimos, pues para los heterosexuales no pasamos de ser m¨¢s que una suerte de curiosidad pornogr¨¢fica y para las propias lesbianas no llegamos a ser aut¨¦nticas lesbianas. ?Entonces? Pues que seguir¨¢n escribiendo la historia los hombres, heteros o gays. Y las mujeres pegaditas a ellos, como pegotes. Con mujeres valientes y militantes trabajando y luchando, pero sin nombres propios. Y lo que la historia recordar¨¢ ser¨¢, no nos extra?e, algo as¨ª como a Marlaska y las Pegamoides.
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