De Serrano a Armenia
Bajo en la estaci¨®n de metro Serrano y sufro un impacto similar al que, hace diez d¨ªas, sufr¨ª en M¨¦rida cuando le¨ª el letrero de la calle de Graciano. ?Es posible que por fin los madrile?os nos vayamos a enterar de qui¨¦nes fueron las personas a quienes est¨¢n dedicadas las estaciones de metro y qui¨¦n sabe si m¨¢s adelante las personas a quienes est¨¢n dedicadas las calles? Bajo, como digo, en la estaci¨®n de Serrano y leo unas l¨ªneas grabadas en una pared del and¨¦n que resumen la biograf¨ªa de este insigne general gaditano, nacido en 1810 en San Fernando, y que muri¨® en Madrid en 1885.
En unas breves l¨ªneas el usuario del metro se entera de qui¨¦n fue una de las figuras m¨¢s importantes de la vida pol¨ªtica del siglo XIX. Como ya he comentado en alguna otra ocasi¨®n, es una pena que en los letreros de las calles no se nos informe sobre la profesi¨®n de la persona y sus fechas de nacimiento y fallecimiento, como s¨ª se hace, por ejemplo, en Francia.
Es una pena que en los letreros de las calles no se nos informe de la profesi¨®n de la persona
Serrano fue ministro con Espartero, presidente del Consejo de Ministros y, como me dicta desde el cielo don Ram¨®n de Mesonero Romanos, el patriarca de los cronistas madrile?os, Serrano fue tambi¨¦n regente del Reino. De paso, y ya que estamos en sanfermines, que los navarros de Madrid celebran aqu¨ª con entusiasmo en la iglesia de San Ferm¨ªn de los Navarros, de la calle de Eduardo Dato, hay que decir que no hay que confundir el Reino de Espa?a con el Reyno -y, en este caso, obviamente, Reyno de Navarra, nombre al que responde incluso el campo de f¨²tbol de Osasuna-.
Serrano intervino en la revoluci¨®n de septiembre de 1868 que destron¨® a la reina Isabel II. Serrano vivi¨® y muri¨® en su peque?o hotel situado junto a la calle de Villanueva. Hay que felicitar a quien haya tenido la feliz idea de informar con un breve texto sobre Serrano. En el mediod¨ªa del pasado 4 de julio cruzaba por la calle Graciano de M¨¦rida y tambi¨¦n de pronto sufr¨ª un feliz impacto. En el letrero de la calle, como si estuvi¨¦ramos en Par¨ªs, se le¨ªa: calle de Graciano; e informaba: emperador, y a?ad¨ªa las fechas de su reinado. Tambi¨¦n es verdad que no hay que olvidar que esta espl¨¦ndida ciudad romana que es M¨¦rida es la capital de Extremadura, un dato que no todo el mundo conoce. Seamos exactos: es un dato que ignora casi todo el mundo.
Cuando uno conoce ya al menos un poco la vida del general Serrano siente el deseo de salir del pueblo -y, en este caso, de la Comunidad de Madrid- y puede fugarse incluso a Armenia, un pa¨ªs m¨¢s ignoto para los espa?oles que incluso la gran M¨¦rida.
Armenia es un pa¨ªs que, a d¨ªa de hoy, no tiene ni siquiera embajada en Madrid, por m¨¢s que el embajador de Armenia, Rouben Sougarian, le haya presentado sus credenciales al Rey en el Palacio de la Zarzuela. La foto de esta presentaci¨®n de credenciales que, por gentileza de Glenda Adjemiantz, se exhibe en Internet, demuestra que, en alguna ocasi¨®n, el embajador se nombra antes de disponer de una sede para la embajada. ?Hay alg¨²n espa?ol que conozca bien la historia de Armenia? S¨ª, Jos¨¦ Antonio Gurriar¨¢n, que, el pr¨®ximo martes, 15 de julio, presenta, a las 20.00, su fant¨¢stico libro Armenios: el genocidio olvidado, en la Sala Tribue?e (Sancho D¨¢vila, 31-33).
Jos¨¦ Antonio Gurriar¨¢n, el 29 de diciembre de 1980, cuando iba a ver una pel¨ªcula de Woody Allen, estuvo cerca de sufrir la amputaci¨®n de las piernas por los impactos de una bomba que un comando terrorista armenio hizo estallar en la Gran V¨ªa. Gurriar¨¢n era entonces subdirector del diario Pueblo. No es f¨¢cil entender c¨®mo alguien puede incurrir en la santidad del s¨ªndrome de Estocolmo.
Jos¨¦ Antonio Gurriar¨¢n, como un aut¨¦ntico san Francisco de As¨ªs, se vio atrapado por el s¨ªndrome de Estocolmo y busc¨® obsesivamente a los autores del atentado, el comando terrorista armenio que encontraba sentido a sus vidas cuando sus bombas hac¨ªan diana en ciudadanos indefensos que iban felices por la calle a hacer una compra o a ver una pel¨ªcula.
Los terroristas encontraban un sentido mayor a sus vidas cuando sus bombas le abr¨ªan el cr¨¢neo a alg¨²n ni?o incauto que, ese d¨ªa, se hab¨ªa equivocado de calle. Jos¨¦ Antonio Gurriar¨¢n encontr¨® al comando armenio en L¨ªbano. Se entrevist¨® con ellos: aquellos chicos tan valientes eran tambi¨¦n muy aficionados a la moda y se presentaron con la cabeza cubierta por unas graciosas capuchas. Gurriar¨¢n, que no en vano era hippy, les explic¨® que el pacifismo es la m¨¢s fuerte de las bombas y public¨® su experiencia en el libro La bomba. La antigua Armenia sovi¨¦tica es hoy independiente. En Armenios: el genocidio olvidado, un libro soberbio de enorme inter¨¦s hist¨®rico, Gurriar¨¢n cuenta el terror¨ªfico genocidio de este pueblo perpetrado por Turqu¨ªa, que aniquil¨® sistem¨¢ticamente a m¨¢s de un mill¨®n de armenios hace ya casi un siglo.
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