"He hecho algo muy malo. Tengo a una chica muerta"
El psiquiatra que mat¨® a una enfermera llam¨® a un amigo para deshacerse del cad¨¢ver
"He hecho algo muy malo. Tengo en mi casa a una chica muerta. Necesito que me ayudes". Jos¨¦ Diego Yllanes Vizcay, de 27 a?os, llam¨® a un amigo sobre la una de la tarde del pasado lunes. Estaba desesperado y no sab¨ªa qu¨¦ hacer. "Necesito que me ayudes a deshacerme del cad¨¢ver", insisti¨® Yllanes, m¨¦dico residente de Psiquiatr¨ªa en la Cl¨ªnica Universitaria de Navarra. El amigo, desconcertado y aterrado, le aconsej¨® que se entregase a la polic¨ªa, pero ¨¦l lo rechaz¨® de plano: "No, no puedo arruinar la vida de mi familia".
El supuesto homicida achaca el origen del crimen a "un malentendido"
El agresor ten¨ªa decidido ocultarse en el bosque y morir de inanici¨®n
La v¨ªctima era Nagore Laffage Casasola, una chica de 20 a?os, estudiante de segundo curso de Enfermer¨ªa, que estaba realizando pr¨¢cticas en el mismo centro sanitario que Yllanes. Nagore le conoc¨ªa de haberle visto por el hospital, pero ¨¦l nunca hab¨ªa reparado en ella y nunca hab¨ªan cruzado ni una palabra.
El m¨¦dico y la enfermera en ciernes se conocieron en realidad sobre las seis de la madrugada del pasado d¨ªa 7, festividad de San Ferm¨ªn. El encuentro se produjo en un bar, unas horas despu¨¦s del chupinazo que marca el comienzo del desmadre de las fiestas pamplonesas. La chica iba con unas amigas, mientras que ¨¦l se hab¨ªa despedido al filo de la madrugada de su novia, tambi¨¦n m¨¦dico, y continuaba la juerga pese a que llevaba 36 horas sin dormir y muchos cachis (combinados de ron) en el cuerpo.
Nagore y Jos¨¦ Diego empezaron a hablar y simpatizaron. Tanto, que sobre las 7.45 se dirigieron hasta un piso de la calle de Sancho Ram¨ªrez, en el barrio de San Juan, que hab¨ªa sido comprado por el m¨¦dico a su familia hipotec¨¢ndose para una larga temporada. Un vecino se cruz¨® con ellos en el portal y m¨¢s tarde contar¨ªa a la polic¨ªa que le dio la impresi¨®n de que no eran una pareja de novios por la forma en que Nagore se dirig¨ªa a su acompa?ante.
Yllanes estaba borracho y le cost¨® trabajo meter la llave en la cerradura de su casa. Una vez en el piso, hablaron, se besaron y se acariciaron, seg¨²n ha declarado Jos¨¦ Diego ante la juez de instrucci¨®n n¨²mero 2 de Aoiz, Estela Arellano. "Fue una cosa consentida, sin que ella pusiera ning¨²n reparo", a?adi¨®. ?Qu¨¦ ocurri¨® a continuaci¨®n? ?Cu¨¢l fue la chispa que provoc¨® que Yllanes agrediera con un objeto contundente a la muchacha? ?Qu¨¦ cables se cruzaron en el cerebro del joven m¨¦dico para acabar asfixi¨¢ndola y estrangul¨¢ndola? "Hubo un malentendido", dijo Yllanes en su declaraci¨®n. Ese "malentendido", seg¨²n ¨¦l, se produjo cuando la muchacha crey¨® que pretend¨ªa forzarla a mantener relaciones sexuales plenas.
Hubo un violent¨ªsimo forcejeo en el cuarto de ba?o y en el sal¨®n de la vivienda, como prueban los indicios hallados por la Polic¨ªa Foral, lo que evidencia que la v¨ªctima se resisti¨® al ataque, pese a la mayor corpulencia y fortaleza del agresor.
Al ver que la muchacha no respiraba, el presunto criminal se dio cuenta de lo que hab¨ªa pasado: estaba muerta. Transcurri¨® un buen rato sin saber qu¨¦ hacer. Luego, cogi¨® un cuchillo y le seccion¨® la yema del dedo ¨ªndice de una mano, comprobando lo dif¨ªcil que resulta cortar un miembro. Le despoj¨® de las joyas. Y despu¨¦s cogi¨® tres grandes bolsas de basura y cinta adhesiva para envolver el cuerpo y as¨ª hacer un paquete.
Jos¨¦ Diego fue a buscar el coche de su padre, estacionado en su domicilio del n¨²mero 5 de la Traves¨ªa de Acella, y lo condujo hasta el garaje de su propia vivienda. Sin que nadie le viera, baj¨® en el ascensor el cuerpo ex¨¢nime de Nagore, sabedor de que su amigo no estaba dispuesto a ayudarle en tan siniestra tarea.
Despu¨¦s de cargar a la v¨ªctima en el autom¨®vil, el supuesto homicida se dirigi¨® a una zona boscosa pr¨®xima a Orondritz, en el valle de Erro, a unos 35 kil¨®metros de Pamplona, que conoce porque sus padres tienen all¨ª una vivienda. Deposit¨® el cad¨¢ver de la chica, vestida con el t¨ªpico atuendo de los sanfermines (pantal¨®n y camisa blancos, pa?uelo rojo y una cazadora) y a unos 80 metros dej¨® una bolsa con las joyas de la v¨ªctima y otros objetos (entre ellos el cuchillo usado para seccionarle el dedo).
Horas despu¨¦s, una vecina de la zona descubri¨® el cad¨¢ver cuando uno de los dos perros con los que paseaba olisque¨® un bulto. La mujer vio la espalda de la v¨ªctima y ech¨® a correr al pueblo para avisar a la polic¨ªa, que ya hab¨ªa sido tambi¨¦n alertada por el amigo al que el psiquiatra hab¨ªa pedido ayuda. Inmediatamente comenz¨® la b¨²squeda del supuesto autor del crimen, que fue localizado cerca del lugar donde se deshizo del cuerpo. Angustiado por su acci¨®n, estaba decidido a no entregarse a las autoridades, y a mantenerse en el bosque y morir de inanici¨®n, seg¨²n fuentes pr¨®ximas a la investigaci¨®n.
Tras ser puesto a disposici¨®n de la juez Arellano, Jos¨¦ Diego prest¨® declaraci¨®n con la asistencia del abogado Eduardo Ruiz de Erenchun. "Estuvo llorando sin parar. Reconoci¨® los hechos y se mostr¨® en todo momento muy arrepentido y dolorido por el mal causado", ha explicado el letrado.
Jos¨¦ Diego Yllanes jam¨¢s hab¨ªa sufrido ning¨²n tipo de alteraci¨®n mental. El d¨ªa del crimen bebi¨® mucho alcohol, pero asegura que no consumi¨® ning¨²n tipo de drogas, "al menos de forma consciente". La abundante ingesta de ron hace que a¨²n tenga muchas lagunas en sus recuerdos, seg¨²n medios conocedores de las pesquisas.
La conducta del psiquiatra resulta incomprensible para sus compa?eros de la Cl¨ªnica Universitaria, que coinciden en que es un chico normal, extrovertido, inteligente, que nunca hab¨ªa causado problemas. Recientemente hab¨ªa publicado, junto con los m¨¦dicos Adri¨¢n Cano Prous y Gloria Sarria Quiroga, un trabajo titulado Mejor¨ªa del dolor articular en un cuadro depresivo concomitante tratado con duloxetina.
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