Cerco al Carnicero de Mauthausen
Los cazanazis vigilan en Chile las casas de su hija y de su nieta
Efraim Zuroff, el cazanazis m¨¢s tozudo del Centro Simon Wiesenthal, se ha plantado impasible frente a una vivienda de madera situada en Puerto Montt, una ciudad de unos 200.000 habitantes situada a 1.000 kil¨®metros al sur de Santiago de Chile. All¨ª vive con su familia una mujer rubia de ojos claros, posiblemente la ¨²ltima pista sin explorar para quienes buscan sin descanso a Aribert Heim, el Doctor Muerte, el criminal nazi de 93 a?os que con sus experimentos asesin¨® en Mauthausen a miles de jud¨ªos.
"Ayer estuve en su casa, pero all¨ª no hab¨ªa nadie. Volver¨¦ hoy. Esperaremos el tiempo que haga falta", se?ala Zuroff. "Creo que el padre de esta mujer todav¨ªa est¨¢ vivo y ella sabe algo", asegura el responsable en Israel del centro que persigue a los criminales nazis. "Me he entrevistado con Arturo Herrera, el jefe de la polic¨ªa chilena, y con Drina Mazuelos, responsable de Interpol, y hemos discutido el caso. Nos van a ayudar".
Nadie ha reclamado su seguro de vida de un mill¨®n de d¨®lares
La hija de Heim tiene 64 a?os, se llama Waltraut B?ser, es qu¨ªmica y viv¨ªa en paz desde hace unos 30 a?os en la casa que ahora vigilan Zuroff y su hombre en Chile, Sergio Widder, dos sabuesos que han anunciado una recompensa de 315.000 euros para quien conduzca al paradero del sanguinario m¨¦dico.
Waltraut naci¨® en Austria de la relaci¨®n sentimental que el Carnicero de Mauthausen mantuvo despu¨¦s de casado con una atractiva mujer que hoy yace enterrada en un cementerio austriaco. Se cas¨® con el empresario Iv¨¢n Diharce, tienen tres hijos y han puesto su casa en venta para huir del asedio de los cazanazis. Sus vecinos y amigos conocen muy poco de su pasado. Ella asegura que sus padres han muerto.
La pista de esta mujer no es nueva. Lorenzo Mart¨ªnez, responsable del Grupo de Localizaci¨®n de Fugitivos de la polic¨ªa espa?ola, lleva varios a?os tras el rastro de Heim y pidi¨® a los servicios secretos austriacos que comprobaran si la tumba de Waltraut, la amante del criminal nazi, conten¨ªa tambi¨¦n los restos de este ¨²ltimo.
La historia se repite, pero ahora tras las huellas de esta hija a la que Heim reconoci¨® como suya. Hace tres a?os, los hombres de Mart¨ªnez siguieron el rastro de otro hijo del nazi que desde Alemania envi¨® dinero a un pintor italiano afincado en Girona. La investigaci¨®n acredit¨® que aquellos pagos no ten¨ªan relaci¨®n con Heim y todo el esfuerzo se centr¨® en comprobar los testimonios de personas que aseguraban haberlo visto en Espa?a, uno de los pa¨ªses preferidos por los miembros de las SS. La lista de tipos como Heim que todav¨ªa viven o reposan en cementerios espa?oles es muy larga.
La polic¨ªa tom¨® huellas a 20 ancianos en busca del asesino. Se acercaron hasta la cama de los sospechosos, turistas austriacos y alemanes residentes en la costa de Levante. Buscaban el caracter¨ªstico dedo ¨ªndice y pulgar de Heim, un tipo de 1,90 metros de altura, cara afilada y porte elegante que en sus viejas fotograf¨ªas parece no haber roto un plato. "Lo hicimos en casas particulares y hasta en hospitales con algunos moribundos, pero no apareci¨®. Le hemos buscado de norte a sur y de este a oeste", asegura uno de los agentes.
?guilas esculpidas en la piedra de un jard¨ªn en D¨¦nia, el refugio preferido de los amigos de Heim, cuadros de Himmler en el saloncito de un apartamento en Alicante, confidencias telef¨®nicas de vecinos desconfiados han quedado reflejadas en las diligencias policiales que dirige el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz y que hasta ahora no han conducido a nada. Mart¨ªnez, el polic¨ªa espa?ol, asegura que su investigaci¨®n sigue abierta, pero conf¨ªa tambi¨¦n en la b¨²squeda chilena.
Aribert Heim es el pez m¨¢s gordo que los cazanazis jud¨ªos pretenden atrapar. EL PA?S desvel¨® en 1997 que se ocultaba en una urbanizaci¨®n de Alicante, pero hasta 2005 la polic¨ªa de Baden-Baden (Alemania) no abri¨® una investigaci¨®n sobre su paradero. El hallazgo de un seguro de vida por un mill¨®n de d¨®lares depositado en un banco alem¨¢n a nombre del criminal encendi¨® todas las alarmas. Ninguno de sus dos hijos, ni tampoco Waltraut, la hija de su amante austriaca que reside en Chile, han reclamado el dinero. Los dos hijos que viven en Alemania han declarado a la polic¨ªa que su madre les comunic¨® hace muchos a?os la muerte de su padre.
"?Por qu¨¦ sus hijos no reclaman ese suculento seguro de vida?", se preguntan Zuroff, Widder y los polic¨ªas espa?oles que le buscan en Espa?a. "Porque est¨¢ vivo y no pueden certificar su muerte", responde el cazanazis del Centro Simon Wiesenthal que sue?a con encontrar al Doctor Muerte en el coraz¨®n de la Patagonia. La casa de Natascha Diharce, hija de Waltraut y nieta de Heim, en el balneario Vi?a del Mar, es otra de las pistas de este viaje de Zuroff en la llamada Operaci¨®n ?ltima Oportunidad, dirigida hace seis a?os para atrapar a los ¨²ltimos criminales nazis y juzgarlos antes de que fallezcan.
La b¨²squeda de Heim reaviva la esperanza de muchas familias espa?olas. En el campo de Mauthausen permanecieron presos alrededor de 8.000 espa?oles, seg¨²n c¨¢lculos de Amical de Mauthausen, la asociaci¨®n que preside Rosa Tor¨¢n. "Quedan muy pocos vivos y la cifra no es exacta, porque hubo gente en Dachau a la que luego se reubic¨® en Mauthausen", puntualiza Jordi Bou. Jauma Alv¨¢rez fue uno de ellos. Muri¨® hace tres a?os. Su hijo Jauma es optimista: "Ha pasado mucho tiempo. Es dif¨ªcil encontrar a Heim, pero hay que intentarlo".
"En las SS no hab¨ªa sentimientos"
Mariano Constante, natural de Capdesaso (Huesca) y vecino de Montpellier (Francia) conserva un extraordinario timbre de voz y al otro lado del tel¨¦fono nadie sospechar¨ªa que tiene 88 a?os. Es un hombre tan viejo como afortunado. Estuvo cinco a?os recluido en el campo de exterminio de Mauthausen, desde 1940 a 1945, pero sali¨® con vida de aquel infierno donde el criminal nazi Aribert Heim llev¨® a cabo sus experimentos m¨¢s crueles. Hijo de un maestro, se refugi¨® en Francia despu¨¦s de la Guerra Civil, se alist¨® en su Ej¨¦rcito y fue capturado y trasladado a la sede de la Gestapo en Viena (Austria). "De all¨ª me llevaron a varias c¨¢rceles antes de entrar en Mauthausen. Aprend¨ª pronto el alem¨¢n y tuve la suerte de que me cogieran para limpiar las barracas de las SS. Los dem¨¢s trabajaban en la cantera, una actividad mucho m¨¢s dura. Siempre me he preguntado c¨®mo me libr¨¦ de aquella cantera", recuerda. El militante comunista cuenta que fue dirigente del aparato clandestino de los "rojos espa?oles" en el campo y asegura que cuando pod¨ªan saboteaban la maquinaria de los talleres mec¨¢nicos o romp¨ªan herramientas de trabajo. "Cuando sospechaban que hab¨ªamos roto algo nos ten¨ªan horas y horas de pie en la plaza en la que hac¨ªan el recuento de presos. Eran castigos muy duros, pero nosotros volv¨ªamos a la carga". "Los que nos vigilaban a los espa?oles eran los m¨¢s sanguinarios. En las SS no exist¨ªan sentimientos. No conoc¨ªan el significado de esa palabra". A la pregunta de si conoci¨® al Doctor Muerte, responde as¨ª: "No o¨ª hablar de ¨¦l. All¨ª no pod¨ªamos hablar con nadie. Hab¨ªa gente de pueblos cercanos que no sab¨ªa que exist¨ªa el campo, o que no quer¨ªan saber".
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