Amor de madre, ?s¨®lo qu¨ªmica?
Las hormonas mandan en el cari?o que las parturientas tienen por sus hijos, pero factores sociales como la pobreza extrema pueden alterar ese proceso biol¨®gico
Las madres quieren a sus hijos. Pero ?por qu¨¦ a veces resulta que ese absoluto no lo es tanto, como demuestra el fen¨®meno, universal y atemporal, de los abandonos? ?De qu¨¦ est¨¢ hecho el v¨ªnculo madre-hijo? Los cient¨ªficos le prestan cada vez m¨¢s atenci¨®n. Est¨¢n averiguando c¨®mo se establece, qu¨¦ papel juega en el desarrollo y si deja huellas en el futuro adulto. Y ?qu¨¦ pasa con los padres? De fondo est¨¢ el debate eterno de cu¨¢nto en nuestro comportamiento es biol¨®gico y cu¨¢nto cultural. La respuesta es: mucho m¨¢s de lo que creemos -y esto vale para lo biol¨®gico y para lo cultural-.
El amor, ya se sabe, es pura qu¨ªmica. O pura biolog¨ªa. Los neurobi¨®logos conocen ya varios ingredientes, como la hormona oxitocina y los opi¨¢ceos, que intervienen en lo que ellos llaman apego, y saben en qu¨¦ ¨¢reas cerebrales act¨²an. Por ejemplo en los circuitos de recompensa, que nos hacen querer m¨¢s de lo que nos da placer. La cosa es simple hasta el punto de que sin estas hormonas no hay amor. Ni amor materno, ni de pareja. El c¨®ctel qu¨ªmico cambia m¨¢s o menos en cada caso, pero siempre est¨¢ ah¨ª. La conducta humana, incluso en rasgos tan personales como la generosidad, la confianza o la capacidad de amar, depende de unas cuantas mol¨¦culas.
La oxitocina es el pegamento de la sociedad, lo que une a las personas
La maternidad entra?a una decisi¨®n que no es s¨®lo biol¨®gica
Los hospitales suelen separar muy pronto al reci¨¦n nacido de su madre
Algunos primates pueden abandonar a sus cr¨ªas si no pueden cuidarlas
La mencionada oxitocina, en concreto, parece ser una aut¨¦ntica bomba de emociones positivas. En los ¨²ltimos a?os se ha demostrado su importancia en la sociedad y la familia, tanto en animales como en humanos. Hace tres a?os el grupo de Paul Zak, director del Centro para Estudios Neuroecon¨®micos, en California (EE UU), vio que si rociaba con oxitocina a varios voluntarios, ¨¦stos se volv¨ªan mucho m¨¢s dispuestos a confiar su dinero a un extra?o. Y funcionaba s¨®lo entre personas, no cuando se trataba de invertir por ordenador. Tambi¨¦n es reciente el hallazgo de que el distinto comportamiento familiar de dos especies de roedores, por lo dem¨¢s muy similares, se debe a la oxitocina y a otra hormona similar, la vasopresina. La especie que vive en llano crea relaciones mon¨®gamas largas para cuidar a las cr¨ªas, mientras que en la de monta?a hay mucha promiscuidad y los machos pasan de la prole. Las primeras tienen muchos m¨¢s receptores de oxitocina y vasopresina que las de monta?a.
Es decir, que "la oxitocina es el pegamento de la sociedad, tan simple y tan profundo", ha declarado Zek, cuyo trabajo ha publicado Nature. Los opi¨¢ceos, por su parte, son los encargados de mantener la conducta y de hacernos en cierto modo adictos al afecto. Varios trabajos han demostrado que los ratones sin receptores de opi¨¢ceos no muestran preferencia por sus madres. Y al contrario, cuando a cr¨ªas de rata sanas se las separa de sus madres son los opi¨¢ceos y la oxitocina lo que calma su ansiedad.
Pero, volviendo al v¨ªnculo materno-filial, ?en qu¨¦ momento producimos las personas m¨¢s oxitocina? No es dif¨ªcil adivinarlo: en el orgasmo, en las interacciones sociales placenteras y durante el parto y la lactancia. As¨ª que el amor materno empieza a fraguarse muy pronto, a base de hormonas. No en vano la Organizaci¨®n Mundial de la Salud recomienda hoy que el reci¨¦n nacido sano y su madre est¨¦n juntos -la observaci¨®n del beb¨¦ "no justifica la separaci¨®n", dice la OMS-, y que la lactancia sea "inmediata, incluso antes de que la madre abandone la sala de partos".
La mayor¨ªa admite hoy que hay un periodo sensible inmediatamente despu¨¦s del parto, en el que el reci¨¦n nacido est¨¢ tan receptivo al olfato y al tacto que, colocado sobre el cuerpo de su madre, puede llegar ¨¦l solo al pez¨®n y empezar a chupar. En cuanto a la madre, para ella el beb¨¦ es una m¨¢quina de producir sonidos, caricias y olores que disparan su neuroqu¨ªmica del amor. Basta que el beb¨¦ chupe los pezones para que ella produzca oxitocina y prolactina. Y el peque?o no s¨®lo busca comida. Harry Harlow -para muchos un torturador de animales- demostr¨® en los sesenta que los beb¨¦s de mono prefieren madres falsas de c¨¢lido pa?o incapaces de alimentarlos a otras con biber¨®n hechas de alambre.
"El reci¨¦n nacido es un mam¨ªfero que necesita el contacto con la madre que lo acaba de parir. Tiene que sentir su olor, su tacto, escuchar su voz", dice Gema Magdaleno, matrona del hospital La Paz, en Madrid. "Lo antinatural es separarles. La madre y el hijo son dos desconocidos que necesitan reconocerse, es algo muy animal. En ese primer momento comienza la impronta". En La Paz est¨¢n empezando a implantar el m¨¦todo piel con piel cuando el ni?o nace sin problemas: tras una inspecci¨®n r¨¢pida el beb¨¦ sano es colocado desnudo junto a su madre y suben juntos a la habitaci¨®n en la misma cama. "Las madres est¨¢n mucho m¨¢s satisfechas. Y en los reci¨¦n nacidos hay s¨ªntomas f¨ªsicos clar¨ªsimos: no lloran, respiran m¨¢s tranquilos, buscan la mirada de su madre, tienen movimientos m¨¢s arm¨®nicos y comienzan antes a mamar. Lo raro es que a estas alturas haya que explicar algo obvio", dice Magdaleno.
No siempre fue tan obvio. Con la medicalizaci¨®n de los partos -que trajo un gran descenso en la mortalidad infantil- tambi¨¦n se impuso el uso de nidos, y pareci¨® olvidarse un comportamiento madre-hijo que millones de a?os de evoluci¨®n han seleccionado para promover la supervivencia de una cr¨ªa que nace muy inmadura. Ha habido que redescubrir la importancia del contacto para que m¨¦todos como el piel con piel se vayan imponiendo con mayor o menor rapidez.
En Espa?a parece que con menor. "En muchos hospitales espa?oles a¨²n se tarda mucho en poner a los hijos con sus madres", dice Ibone Olza, psiquiatra infantil del hospital Puerta de Hierro y miembro de la campa?a Que no os separen (www.quenoosseparen.info) que promueve el piel con piel, tambi¨¦n en prematuros.
El problema es m¨¢s grave con los ni?os que no nacen sanos, y que quedan ingresados cuando "no han llegado a¨²n a hilvanar los sentimientos padre-madre-hijo", explica Carmen Pall¨¢s, jefa del Servicio de Neonatolog¨ªa del hospital 12 de Octubre. S¨®lo 8 de 83 unidades neonatales espa?olas dejan entrar libremente a los padres, dice Pall¨¢s: "La mayor¨ªa restringen las visitas de forma dr¨¢stica, en algunos casos impidiendo cualquier tipo de contacto a lo largo de todo el ingreso. La relaci¨®n padres-ni?o puede verse seriamente distorsionada en estos casos". En el 12 de Octubre hay voluntarios, a menudo personal del propio hospital, que practican el piel con piel con beb¨¦s que, por distintos motivos, no pueden ser visitados por sus padres. Los beneficios de esta pr¨¢ctica se consideran probados.
Ahora bien, ?qu¨¦ pasa cuando el v¨ªnculo no puede establecerse en el nacimiento? ?Qu¨¦ pasa en las ces¨¢reas? ?En los ni?os adoptados? "El momento en torno al parto es una oportunidad muy buena, pero lo bonito es que hay muchas m¨¢s. Los padres de ni?os adoptados establecen v¨ªnculos muy intensos con sus hijos", responde Olza. "Los ni?os tienen una plasticidad enorme. Incluso si traen secuelas, su capacidad de superaci¨®n cuando tienen unos padres que los quieren es maravillosa".
Eso que muchos ni?os con secuelas deben superar es la muesca cerebral de la indiferencia. Un estudio hace tres a?os descubri¨® que ni?os que hab¨ªan pasado sus primeros a?os en orfanatos de la Rumania de Ceausescu respond¨ªan con menos oxitocina de lo normal a sus madres adoptivas. Tambi¨¦n se ha visto que los ni?os que no han podido establecer v¨ªnculo alguno con un cuidador tienen a menudo s¨ªntomas propios del autismo. Y es que hoy se sabe que la explosi¨®n bioqu¨ªmica del apego moldea el cerebro y deja su firma en la vida adulta.
"En la ¨²ltima d¨¦cada el estudio del desarrollo del cerebro ha dado evidencias incuestionables sobre la importancia de los afectos y la formaci¨®n del v¨ªnculo del reci¨¦n nacido", explic¨® la neurobi¨®loga chilena Eugenia Moneta en una reciente charla en el hospital del Ni?o Jes¨²s, en Madrid. "El desarrollo del cerebro depende de interacciones externas, en particular las relaciones de afecto con los cuidadores. Estos aspectos afectivos moldean las redes neuronales". Pero esta experta recuerda tambi¨¦n que, al margen de cu¨¢ndo empiece, el apego se construye toda la vida.
Hasta aqu¨ª, el inmenso poder de la biolog¨ªa. Pero entonces, ?por qu¨¦ a veces falla? En la Comunidad de Madrid (CAM), cada a?o entre 30 y 40 madres dan sus beb¨¦s en adopci¨®n tras parirlos en hospitales -se llaman renuncias hospitalarias-. Y anualmente se dan unos tres abandonos en la calle, que se sepa. En la Comunidad Aut¨®noma de Madrid dicen que estos datos no han variado en los ¨²ltimos a?os. En Catalu?a hubo 54 renuncias hospitalarias en 2007, 57 en 2006 y 43 en 2005; un beb¨¦ fue encontrado en la calle en ese periodo. Cada comunidad tiene sus datos. Y no parece que el fen¨®meno aumente sino m¨¢s bien al contrario.
En cualquier caso el abandono no es algo nuevo, a pesar de que varias ciudades europeas han instalado buzones-beb¨¦. La antrop¨®loga estadounidense Sarah Blaffer Hrdy habla en El pasado, presente y futuro de la familia humana de miles de ni?os abandonados en instituciones de Par¨ªs en torno a 1780. Investigadores del Instituto de Econom¨ªa y Geograf¨ªa (IEG) del CSIC dicen que Madrid no era muy distinto. En 1812 entraron en la inclusa madrile?a 1.800 ni?os abandonados, y murieron todos. "A lo largo del primer tercio del siglo XX esa cifra se mantuvo entre 1.300 y 1.500 ni?os cada a?o, de los que mor¨ªan el 62%", explica la doctoranda del Instituto de Econom¨ªa y Geograf¨ªa B¨¢rbara Revuelta.
?Qu¨¦ pas¨® en esa ¨¦poca con el instinto maternal? Datos como los anteriores han hecho que muchos nieguen su existencia, y devuelvan el peso a la sociedad. "La maternidad entra?a una decisi¨®n, no es exclusivamente biol¨®gica. Empieza con una aceptaci¨®n, un deseo, de cuidar un ni?o", ha dicho otra antrop¨®loga, Nancy Scheper-Hughes, que estudi¨® una localidad brasile?a muy pobre donde las madres dejaban morir a algunos de sus hijos.
Antrop¨®logos, trabajadores sociales e historiadores identifican elementos comunes en los abandonos: falta de recursos y, sobre todo, de apoyo del entorno social o familiar. ?Va a resultar al final que el entorno social gana la partida a la biolog¨ªa? Blaffer Hrdy no se resigna a ello, y compara a los humanos con los tamarinos. En estos primates los machos son indispensables para cuidar la prole, hasta el punto de que cuando no est¨¢n disponibles la madre puede abandonar las cr¨ªas. Lo social, entonces, se integra en la biolog¨ªa: la madre sabe que si trata de cuidar sola a las cr¨ªas ella misma morir¨¢, algo fatal para la evoluci¨®n, que no selecciona esa conducta.
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