Zonas de peligro
Durante los Sanfermines 2007, un ni?o de diez a?os, cogido de la mano de su padre, corri¨® un tramo de la cuesta de Santo Domingo delante de los cabestros. La ley proh¨ªbe que los menores de diecis¨¦is a?os corran los encierros y a ese padre se le impuso la multa correspondiente. Pero el asunto no qued¨® ah¨ª, sino que fue elevado a la categor¨ªa de noticia, supongo que porque los medios de comunicaci¨®n lo consideraron digno de recoger atenci¨®n, preocupaci¨®n e incluso indignaci¨®n social. Esa amplificaci¨®n medi¨¢tica del asunto me pareci¨® y me parece m¨¢s preocupante que el suceso mismo; un signo m¨¢s de la tendencia de nuestro tiempo a abordar los asuntos m¨¢s desde el espect¨¢culo que desde la sustancia; o m¨¢s desde la an¨¦cdota vistosa que desde el argumento de fondo. Y as¨ª, mientras todos los focos se concentran, por ejemplo, en la peque?a zona de peligro que ese ni?o corre delante de los mansos, extensas zonas de peligro real para nuestros ni?os y j¨®venes permanecen a oscuras o en penumbra o alumbradas con la insuficiencia de un intermitente: unas veces s¨ª y otras muchas no.
Me resulta claramente escandalosa la temeridad alimentaria que supone la dieta de muchos ni?os
Lejos de mi intenci¨®n restarle importancia al asunto de los cabestros, dejar de verlo como una imprudencia may¨²scula y adem¨¢s de poco provecho (no me parece que aprender a correr delante de un toro sea un art¨ªculo educativo de primera necesidad), pero creo que hay que situarlo, comparativamente, en su justa proporci¨®n. Porque ese ni?o estaba acompa?ado de su padre, iba de su mano; y cu¨¢ntos ni?os y adolescentes podemos ver a diario, sin compa?¨ªa o de la mano de nadie, ocupados en h¨¢bitos, pr¨¢cticas y actitudes que comprometen seriamente, en el corto o en el medio plazo, su vida, su salud o su provenir. Cu¨¢ntos que corren solos ante el peligro. De que finalmente un juez de Pamplona hab¨ªa absuelto al padre en cuesti¨®n de un delito contra los deberes familiares me enter¨¦ en un autob¨²s urbano mientras le¨ªa el peri¨®dico, cerca de dos adolescentes con sobrepeso. Eran casi las dos de la tarde, se dirig¨ªan presumiblemente a casa a comer, lo que no les imped¨ªa estar devorando ya sendos paquetes de galletas, de esas dobles y con relleno.
Y entonces, uniendo las dos escenas, me pregunt¨¦ ?qu¨¦ es m¨¢s peligroso: correr al lado de tu padre delante de un cabestro o adquirir desde la infancia h¨¢bitos alimenticios demoledores para el organismo (y para cualquier sistema sanitario)? Y la respuesta me parece evidente. Tanto en su dimensi¨®n personal como social es much¨ªsimo m¨¢s costoso y peligroso dejar que los ni?os y adolescentes coman y beban cualquier cosa a cualquier hora; o se rompan los o¨ªdos a golpes de decibelio desmedido; o se formen de cualquier manera en los c¨®digos aberrantes y la est¨¦tica espeluznante de la telebasura.
Veo la insensatez, pero me cuesta ver el esc¨¢ndalo en ese suceso de Pamplona. En cambio me resultan claramente escandalosos la temeridad alimentaria que supone la dieta de muchos ni?os; y la discordia de g¨¦nero a la que les somete tanta publicidad sexista; y los desastres et¨ªlicos que tristemente protagonizan tantos menores de edad, porque alguien, en alg¨²n sitio, les vende alcohol; y la des-educaci¨®n en valores c¨ªvicos que otros muchos exhiben... Esas s¨ª que son zonas de peligro infantil y juvenil, dignas de protagonizar una alarma medi¨¢tico-social constante y consecuente.
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