Campamentos: ?por ellos o por nosotros?
Imposible cuidar tres meses a los ni?os - Es hora de aparcarles, formarles m¨¢s o dejarles pasarlo bien
Todas las familias, felices o menos felices, se parecen en verano. Los horarios se repiten, las costumbres se mimetizan. La paz es ef¨ªmera: los hijos tienen m¨¢s del doble de semanas libres que los padres. ?C¨®mo llenar ese largo par¨¦ntesis? ?Qu¨¦ inventar para estar juntos y a la vez no revueltos, o para que padres y madres trabajen sin abandonar a sus hijos al sol de la play o a la sombra del clic o del mando a distancia? La consigna es ocupar en algo a los chavales, a falta de ocuparse de ellos a tiempo completo.
"Siete de cada diez familias llevan a sus hijos a alguna actividad quincenal"
"Si la oferta de campamentos se ha disparado es porque hay demanda"
"No es negativo que el ni?o se aburra en verano. En ese vac¨ªo puede inventar algo"
"Es importante que el ni?o no tienda a pensar: 'No saben qu¨¦ hacer conmigo"
Es la ¨¦poca de las separaciones controladas, el carrusel de los campamentos quincenales. O la transitoria separaci¨®n diurna del campamento urbano, con los nuevos madrugones para llevarlos a la ruta del combinado ingl¨¦s y deportes. Ya no hay lecciones, pero los chicos siguen aprendiendo. ?Por ellos? ?Por los padres? ?A qui¨¦n le importa, despu¨¦s de todo? Sin duda se trata de una cuesti¨®n privada, pero tiene m¨¢s hondura de lo que parece. Tener o no hijos en edad escolar plantea en verano nuevos abismos. Una odisea que afecta en alguna medida a m¨¢s de dos millones de hogares.
-Va porque quiere ir. Ya fue al mismo campamento el a?o pasado y este a?o repite. Est¨¢ cerca de Toledo y sale bastante caro. Pero es cierto que es una soluci¨®n para todos, ya que su padre y yo trabajamos.
El chico tiene 12 a?os y, en efecto, ¨¦l decide. El campamento al que se refiere esta madre madrile?a ofrece deportes e ingl¨¦s y su coste sobrepasa los 1.000 euros. La misma organizaci¨®n dispone de otro campamento en Sotogrande (C¨¢diz), en torno a 2.000 euros, m¨¢s elitista. En una l¨ªnea parecida se encuentran diversos campamentos en El Escorial. Hay padres que valoran la cercan¨ªa y eligen poblaciones pr¨®ximas a la ciudad en la que viven, m¨¢s a¨²n si los ni?os inician ese a?o el ritual de la independencia familiar. Otros optan por comunidades aut¨®nomas no lim¨ªtrofes o por estancias en el extranjero para potenciar un segundo idioma. "El desembolso es importante, y m¨¢s si tienes m¨¢s de un hijo", a?ade la madre anterior.
Hace unos a?os las familias ahorraban para enviar a sus hijos uno o dos veranos a estudiar idiomas con vistas a su formaci¨®n. Ahora se empieza antes y no hay verano en que al ni?o no se le apunte a un taller de cine o grabado. Se trata de invertir no ya en idiomas sino en tiempo. Tiempo para los padres, a menudo para trabajar. "Nunca fue tan cierto que trabajamos para pagarnos las vacaciones", asegura el padre de un ni?o que alternar¨¢ una quincena en Segovia con un taller en el C¨ªrculo de Bellas Artes, en Madrid.
"Desde hace unos tres a?os asistimos al boom de los campamentos. La oferta se ha disparado porque hay demanda", afirma la soci¨®loga Myriam Fern¨¢ndez Nevado. "Siete de cada 10 familias llevan sus hijos a alguna actividad quincenal. Y s¨®lo 3 de cada 10 siguen dej¨¢ndolos al cuidado de la familia", prosigue. Piensa que el boom se debe a que las vacaciones en Espa?a son de las m¨¢s largas de Europa. "No es positivo que est¨¦n tanto tiempo sin alguna actividad instructiva, o de repaso. Los ni?os pierden ritmo. No quiero pensar que aparcan a los ni?os, sino que las necesidades familiares han cambiado", opina.
La naturaleza es uno de los platos fuertes del veraneo infantil. El Open Center Nature Ca?ada Real (Madrid), dedicado al cuidado de rapaces y lobos, es un cl¨¢sico. Por aqu¨ª, sea en fines de semana, en visitas escolares o en campamentos quincenales, pasan unos 50.000 ni?os al a?o. Los cursos de verano unen ingl¨¦s y ecolog¨ªa. Funciona tambi¨¦n como campamento de d¨ªa. "El 40% de los chicos viene de Madrid. El resto de Barcelona, Sevilla, Las Palmas...". Un porcentaje son hijos de empleados de IBM, empresa con la que hay un acuerdo previo.
"Vienen como un premio, no tengo la sensaci¨®n de que quieran deshacerse de ellos", opina Emilio S¨¢nchez, director del Centro Ca?ada Real. "Aunque es posible que haya padres que buscan la tranquilidad de estar unos d¨ªas solos. O divorciados que deben repartirse los hijos y que tienen que trabajar una parte del mes que est¨¢ el chaval con ellos", agrega S¨¢nchez.
"Al ni?o le viene bien estar con otros ni?os, salir del mundo de los adultos. No es lo mismo pasar el verano con los abuelos en un pueblo y al aire libre que en la misma ciudad en que viven", afirma la psic¨®loga Soledad Marzo. "Las separaciones favorecen el desarrollo del ni?o, que tiene que recordar a sus padres y asumir a la vez que ahora est¨¢ en otro lugar, haci¨¦ndose cargo de sus cosas y aprendiendo a responsabilizarse", contin¨²a. "Se trata de aprender de otra manera, de experimentar otros modelos de autoridad distintos a los de los padres que a la vez fomentan su independencia. Tanto si duermen fuera como si vuelven a casa, los ni?os se enfrentan a algunos de sus miedos y aprenden a utilizar sus propias herramientas", concluye.
La psic¨®loga Luisa Fernanda Yag¨¹e comparte la idea de que los campamentos favorecen la socializaci¨®n, pero "para que la separaci¨®n sea positiva, tienen que existir unos v¨ªnculos familiares bien establecidos, de modo que el ni?o no tenga sensaci¨®n de abandono. Es importante que el peque?o entienda la postura de los padres, sin que tienda a pensar: 'No saben qu¨¦ hacer conmigo". Advierte que las expectativas de los padres pueden ser excesivas: "Se espera que los ni?os adquieran h¨¢bitos saludables, o m¨¢s autonom¨ªa, pero depende del tipo de campamento al que vayan. La utilidad posterior de lo aprendido no puede aislarse del tipo de relaciones familiares previas. Si los padres pretenden que el chico venga sabiendo hacerse la cama, o que ya ordene su ropa, deben propiciar que en casa mantenga las buenas costumbres adquiridas. De cualquier modo, lo mejor es que aprenden a divertirse sin depender de las pantallas, sean videojuegos u otros cacharritos".
La ¨²ltima novedad es el auge de los campamentos de d¨ªa o summer day. Las razones son diversas. Todas confesables. Por necesidad de los padres, o por el prurito de formar a los ni?os en actividades culturales o deportivas, las familias sucumben a los encantos de las aulas estivales. Estos talleres en la misma ciudad son m¨¢s asequibles, aunque el precio var¨ªa si la actividad acaba a las dos de la tarde o si el peque?o se queda a comer. "La oferta se ha diversificado con la entrada de fundaciones que tienen detr¨¢s entidades financieras fuertes como Fundaci¨®n Caixa en Barcelona o La Casa Encendida en Madrid. Los padres pueden elegir as¨ª entre plazas p¨²blicas, concertadas, o de fundaciones privadas", explica Fern¨¢ndez Nevado.
Son peque?os Ulises con gorra y mochila dispuestos a explorar las islas del deporte, la naturaleza, la m¨²sica, o la pintura en medio de la ciudad. Sus padres y madres, Pen¨¦lopes recluidos en sus oficinas o empresas esperan la noche o el fin de semana para enterarse de los secretos de la fauna y de la flora. Cada vez son m¨¢s peque?os. Aunque muchas instituciones exigen siete a?os para incorporarse, en otras admiten a menores. Con cinco o seis a?os, tienen que espabilar. Criados entre algodones en casa, la vida actual los convierte en aventureros de la noche a la ma?ana.
Algunos padres y madres sufren este tiempo. Separarse de sus peque?os por primera vez les altera y los mantiene en vilo. Los menos deportistas recelan de tantas marchas y aventuras como incluyen algunos programas y temen que su prole sea sometida a retos excesivos. La mayor¨ªa de los ni?os vive ajena a este estado de delirio parental, pero hay algunos que no se adaptan a su hogar de verano y llaman a los padres para que los rescaten. Quiz¨¢s haya que esperar un a?o m¨¢s, o probar otro tipo de actividad. En cualquier caso, ¨¦sta es una ¨¦poca en que las llamadas telef¨®nicas familiares se disparan. Algunos chicos estrenan m¨®vil en paralelo a esta escapada de casa autorizada.
El 65% de los ni?os de 10 a 14 lleva m¨®vil, seg¨²n datos de Vodafone citando una encuesta de 2007. Las ¨¦pocas de mayor venta de m¨®viles para ni?os alcanzan un pico en Navidad, los meses de mayo (como regalo de Comuni¨®n) o en verano, al inicio de los campamentos, indica un portavoz de Orange.
-Mam¨¢, me aburro.
-Pues c¨®mprate un burro...
Es un di¨¢logo de otra ¨¦poca. A?os en los que aburrirse era un lujo, o una banalidad. Las cosas han cambiado tanto hoy que si el ni?o se aburre los padres se sienten culpables. Su perfeccionismo es tal que se sienten inquietos si no son capaces de amenizar la vida a sus hijos. Otros est¨¢n tan ocupados que evitan tener que entretenerlos adem¨¢s de cuidarlos.
La pedagoga Elena Artajo, cofundadora de la Escuela Waldorf de Aravaca (Madrid) pone el dedo en la llaga. "Los padres est¨¢n obsesionados por entretener a los ni?os, no s¨®lo en verano sino en cualquier parte del a?o. Sin embargo, que el ni?o se aburra y m¨¢s en verano, no es negativo. Al contrario, en ese espacio vac¨ªo es donde puede crear, inventarse algo, quiz¨¢s un juego, o pensar en una lectura. As¨ª que tranquilidad. No hay que darles todo hecho", recuerda. No obstante, considera positivo que a partir de los siete a?os participen en campamentos que contribuyan a su desarrollo social, o al contacto con la naturaleza, "pero no en esos competitivos y superpijos". Artajo sospecha que en ciertas familias, el campamento es m¨¢s un necesidad de los padres que de los hijos. "En ciertos trabajos reducen la jornada en verano, as¨ª que algunos tienen m¨¢s tiempo para los hijos. Lo que ocurre es que hay padres adictos al trabajo, quiz¨¢s porque estar con los ni?os varias horas es m¨¢s duro que estar en la oficina".
Hay una tendencia social, adem¨¢s, a aprovechar las oportunidades de ocio que brindan las instituciones y dar a los hijos los extraescolares que los padres no tuvieron en su d¨ªa. Algunos ni?os llenan as¨ª su verano con una mezcla de life & sports a la espera de que los recoja una madre trabajadora que siempre va con prisas o un padre que en julio, con la jornada intensiva, intenta colaborar. Ambos, a menudo, salud¨¢ndoles con esta frase: "Venga, que tengo el coche en doble fila".
Incluso las familias en las que alguno de los padres no trabajan apuntan a sus hijos a actividades que s¨®lo implican armonizar horarios para recoger a los peque?os. La madrile?a Estrella Natera, separada y con tres hijos, dos de ellos adolescentes, as¨ª lo reconoce: "El verano pasado el peque?o empalmaba un curso con otro: primero uno cultural en un museo y luego otro sobre aves organizado por una asociaci¨®n de defensa de la naturaleza. Natera no trabaja y, aunque su salud es quebradiza, en m¨¢s de una ocasi¨®n ha madrugado a las cinco para ponerse en una cola a fin de encontrar la plaza deseada. Es la estrategia que siguen los padres, generalmente las madres, que optan por campamentos subvencionados o a precios democr¨¢ticos. Lo mismo ocurre con los campamentos urbanos de los colegios que abren en cada distrito. Hay que enterarse de los plazos de matr¨ªcula y estar all¨ª el primer d¨ªa como un clavo.
Esta oferta p¨²blica, aunque insuficiente, va calando. En uno de los bar¨®metros del CIS de febrero de 2007, el 8,6% de los padres con hijos menores de 18 a?os reconoc¨ªa que sus v¨¢stagos asist¨ªan a los campamentos de los polideportivos municipales. "Lo que no sabemos con exactitud es qu¨¦ familias o capas sociales los utilizan". "?A qui¨¦nes benefician los cursos de car¨¢cter p¨²blico o concertado? Es pronto para saberlo. En teor¨ªa deber¨ªan servir a los grupos con menos recursos, o a los hijos de padres que trabajan, pero no siempre est¨¢n informados ni los demandan, con lo que la gran destinataria puede ser la clase media informada", aventura.
Hay fundaciones y ONG que ofrecen campamentos a hijos de familias sin recursos. "Para ni?os en desventaja social", lo denomina una portavoz de Balia, fundaci¨®n que trabaja habitualmente con colectivos en situaci¨®n precaria. Este verano han organizado sendos campamentos urbanos en Tetu¨¢n y Lavapi¨¦s para ni?os de tres a ocho a?os y uno quincenal en Cercedilla para chavales de 8 a 12 a?os. El objetivo es la convivencia, la integraci¨®n y la adquisici¨®n de valores como el respeto a uno mismo y a los otros.
?Aprovechan los peque?os tanta dosis entretenimiento? Depende de la tem¨¢tica y de las edades. "Los ni?os piensan", asegura C¨¦sar Fern¨¢ndez Arias, veterano director del taller de pintura y construcciones del C¨ªrculo de Bellas Artes. Escultor de formaci¨®n, lleva 13 a?os descubriendo el talento infantil. Aprueba la pol¨ªtica cultural de diversificar talleres y asegura que tan natural como gatear y rebozarse en la arena es crear. "Cada uno tiene su clave interior, si llegas a ¨¦l a trav¨¦s del juego y la encuentras, ya tienes un artista".
El fen¨®meno crece
- No hay cifras globales sobre el n¨²mero de ni?os que pasan por campamentos, pero se calcula que 7 de cada 10 familias recurren a ellos. Juan Carlos Rodr¨ªguez, investigador del gabinete de estudios Analistas Socio-Pol¨ªticos, vincula la demanda de campamentos con "el gran crecimiento de la tasa de ocupaci¨®n de las madres, muy notable en los dos ¨²ltimos lustros".- La mayor¨ªa de las madres de los 4.430.000 ni?os de 6 a 16 a?os que cursan ense?anza obligatoria, seg¨²n datos del MEC, se halla en el tramo de edad de 35 a 50 a?os y su tasa de ocupaci¨®n es del 65%. Como no todas las mujeres de ese tramo tienen hijos ni trabajan, se podr¨ªa acotar y estimar en un 55% el porcentaje de madres activas (si tuvieran el mismo n¨²mero de hijos cada una). Seg¨²n esta estimaci¨®n, m¨¢s de la mitad de los ni?os de ense?anza obligatoria estar¨ªan en el punto de mira de los organizadores de campamentos.- No obstante, los chicos al final de secundaria precisan menos cuidados y no entran en estos circuitos. Pero hay ni?os de infantil que s¨ª engrosan algunos talleres de verano. La tasa de ocupaci¨®n de sus madres, m¨¢s j¨®venes, es m¨¢s alta. La demanda va a m¨¢s.
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