El 'spray grafitero' cotiza al alza
Los 'enmascarados' del arte callejero cambian la marginalidad por el estrellato - El franc¨¦s Blek le Rat edita lujosos libros. A otros 'grafiteros' les condenan por v¨¢ndalos
"Es un hecho: si yo hago ratas, ¨¦l tambi¨¦n; si yo hago un Cristo, ¨¦l tambi¨¦n". Lo constata Blek le Rat, el hombre que ya en el a?o 81 impuls¨® el graffiti europeo. Lo hizo a trav¨¦s del dibujo figurativo a tama?o natural, del contenido social y del uso sobre la pared de plantillas rociadas con spray. B¨¢sicamente, lo mismo que, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, har¨ªa otro grafitero: el ingl¨¦s Banksy, que ha alcanzado la m¨¢xima fama realizando acciones estramb¨®ticas y manteniendo el anonimato, una mercadotecnia magn¨ªfica.
En Nueva York, en una subasta ben¨¦fica, una pintura conjunta de ¨¦l y Damian Hirst lleg¨® al mill¨®n de euros. Angelina Jolie y Brad Pitt, como tantos otros ricos, le adoran. Y cuanto Banksy m¨¢s critica el sistema, m¨¢s dinero gasta ¨¦ste en comprar todo lo que ¨¦l pinta.
"Esto debe ser un grito sociopol¨ªtico, algo que impacte", dice Blek le Rat
"En la calle has de ser muy r¨¢pido, la polic¨ªa est¨¢ por todos lados"
Una de sus obras m¨¢s conocidas es un David armado con kalashnikov
"A los 'grafiteros' no les dejaron entrar dentro de la Tate", lamenta el artista
En Bristol, donde parece ser que Banksy naci¨® hace 35 a?os -y quien, seg¨²n el rotativo londinense The Mail On Sunday, se llamar¨ªa en realidad Robin Gunningham, un ex alumno de la escuela p¨²blica criado en un barrio de clase media, aunque con ¨¦sta ya van varias identificaciones del grafitero enmascarado- se borran todos los graffiti de los vagones de tren, excepto los suyos.
"Me pasa como a todos, no le he visto nunca la cara, no le he tratado", explica Blek le Rat, a punto de cumplir los 57 a?os y con un largo historial de graffiti borrados y problemas policiales en su haber. "Evidentemente, ¨¦l es mucho m¨¢s conocido que yo, y sus huellas est¨¢n por todas partes", a?ade, sopesando cada palabra. "Pero bueno", acepta, "Banksy ha dicho varias veces que est¨¢ muy influido por m¨ª y eso provoca que la gente vuelva sus ojos hacia lo que hago".
Quiz¨¢s por eso despert¨® inter¨¦s especial la participaci¨®n de Le Rat en el Cans Festival, una reciente exposici¨®n sobre arte callejero organizada por Banksy en un t¨²nel bajo la estaci¨®n londinense de Waterloo. "Cuando uno se hace mayor se vuelve m¨¢s art¨ªstico", comenta Le Rat por tel¨¦fono desde Par¨ªs, la ciudad donde naci¨®. "Sin embargo, este trabajo a¨²n debe ser un grito sociopol¨ªtico, algo que atrone, que impacte".
Pero ?puede aplicarse este discurso a algo que hoy pirra a las modelos y a los galeristas? "S¨ª", insiste con un fuerte acento franc¨¦s, "sigue teniendo una fuerza revulsiva". "Hasta ahora s¨®lo la Tate Modern de Londres se ha atrevido a ceder su fachada para los artistas callejeros", se queja. Se refiere a la muestra Street Art, una iniciativa para la que, durante este verano, el muro delantero del museo se ha cubierto con el trabajo de distintos artistas callejeros (entre ellos el espa?ol Sixeart). "No han dejado entrar a los grafiteros dentro; es como decirles: mirad, con la parte de fuera, ya ten¨¦is bastante".
Le Rat siempre ha intentado dar la vuelta a los primeros dibujos callejeros que ¨¦l vio, y que le impactaron. "Fui a Italia con mis padres y en las paredes de Padua me top¨¦ con dibujos de Mussolini. Estaban hechos con una plantilla que recortaba el perfil del dictador, y luego hab¨ªan pintado sobre ella en la pared". "Se trataba de vestigios fascistas", recuerda, "pero eran graffiti puro".
Con el tiempo, ese ni?o, que se llamaba Xavier Prou, estudiar¨ªa arquitectura, se encontrar¨ªa solo e intentar¨ªa usar aquella vieja t¨¦cnica de graffiti para comunicarse y criticar lo que odiaba del mundo. Encontr¨® su vocaci¨®n en las pintadas callejeras, "que llegan a todos". Conoci¨® el graffiti americano, pero su t¨¦cnica le pareci¨® demasiado laboriosa. "En la calle debes ser muy r¨¢pido", insiste, "la polic¨ªa est¨¢ por todos lados, si est¨¢s m¨¢s de cinco minutos pintando, te pilla".
Y prosigue: "La t¨¦cnica de pintar sobre plantilla de los fascistas era muy r¨¢pida, y me dije: ?por qu¨¦ no usarla con otro fin?". Casi con el contrario. Empez¨® a pintar ratas por todo Par¨ªs como el reflejo oscuro de nuestra civilizaci¨®n. Xavier Prou se transform¨® en Blek le Rat, y experiment¨® con los dibujos tenebristas a tama?o natural. Soldados, polic¨ªas, pordioseros, pasajeros en tr¨¢nsito, ovejas, iconos inc¨®modos como Lady Di. Viaj¨® por Europa -Espa?a incluida- y sigui¨® a Am¨¦rica.
?l se convirti¨® en una leyenda en los c¨ªrculos del arte urbano, pero no m¨¢s que en una sombra fuera de ellos: lo inquietante de sus propuestas no casaba bien con la promoci¨®n personal. Sus imitadores se hicieron legi¨®n. Pero encontr¨® incomprensi¨®n por algunas de sus obras, como un David de Miguel ?ngel protegi¨¦ndose con un Kal¨¢shnikov: una cercan¨ªa personal con Israel que siempre ha estado mal vista por otros grafiteros. Y los problemas con la ley arreciaron. "He tenido juicios en Francia, he pagado multas grandes, he estado en prisi¨®n en varios pa¨ªses", rememora. "Ahora mismo s¨®lo pinto en espacios en los que puedo intervenir sin problema, aunque eso implique una p¨¦rdida de espontaneidad", reconoce.
Sin embargo, parece estar viviendo un momento dulce. Como ¨¦l mismo ha dicho, el gran ¨¦xito de Banksy ha acabado poni¨¦ndole en el mapa. Su esposa, Sybille Prou, es la gran responsable de Getting through the walls (ediciones Thames & Hudson), un cuidado libro ilustrado -el primero del que es objeto exclusivo- que analiza la vida y obra de su marido, y que ya ha funcionado muy bien en Reino Unido.
"All¨ª se vendieron 10.000 ejemplares durante la primera semana", comenta, "pero en Francia no super¨® los 1.600 ejemplares".
El libro Getting through the walls, de Sybille Prou y King Adz, est¨¢ editado por Thames & Hudson; puede conseguirse en librer¨ªas especializadas de Madrid y Barcelona por 22 euros, o v¨ªa online a trav¨¦s de www.thamesandhudson.com.
C¨¢rcel y galer¨ªa de arte
Mientras, la orilla sur del r¨ªo T¨¢mesis se ha erigido este verano en escenario vivo de un enconado debate en torno al llamado arte callejero (street art): la fachada de la Tate Modern luce con orgullo esos murales de seis reputados artistas urbanos en el mismo barrio londinense donde un grupo de grafiteros acaban de ser condenados a penas de c¨¢rcel, precisamente por dedicarse a embadurnar propiedades ajenas.
Andrew Gillman, de 25 a?os, es tildado por sus defensores como uno de los artistas del graffiti m¨¢s prol¨ªficos de Inglaterra. Al frente de su grupo Tripulaci¨®n DPM (DPM Crew) y spray en mano, ha decorado unas 120 localizaciones en Londres, Liverpool o Manchester entre enero del 2004 y junio del 2006. El pasado d¨ªa 15, el juez Christopher Hardy le impon¨ªa una pena de dos a?os de prisi¨®n, que rebajaba a 18 meses para los otros siete integrantes de su equipo. El sello que dejaron en edificios, estaciones e incluso trenes -desde su propia firma, DPM, hasta declaraciones de amor que Gillman dedic¨® a su novia- ha supuesto un perjuicio econ¨®mico para el contribuyente que supera los 1,2 millones de euros, seg¨²n la sentencia, que alude a "una campa?a para da?ar la propiedad a escala industrial".
Gillman adujo durante el juicio que "los trenes son lienzos en movimiento", y bien es cierto que el juez le reconoci¨® "un cierto talento art¨ªstico", pero en su dictamen pes¨® m¨¢s la conclusi¨®n de que ensuciar la propiedad de otros sin consentimiento equivale a vandalismo.
De ser as¨ª, la exposici¨®n que una galer¨ªa neoyorquina (Anonymus Gallery Project) inaugura la pr¨®xima semana estar¨¢ entonces dedicada al arte de los v¨¢ndalos, porque sus paredes preparan el despliegue de copias de la producci¨®n de DPM.
Acompa?ada de enormes fotograf¨ªas de los ocho reos, la muestra pretende ahondar en la pol¨¦mica de si se trata de criminales o artistas. La respuesta est¨¢ clara para la artista americana Eluda Emerald, implicada en la exhibici¨®n de Nueva York: "Los artistas que pintan en las calles simplemente buscan una forma de expresi¨®n". Los responsables municipales de Greenwich y Tower Hamlets (Londres) coinciden con esa apreciaci¨®n, puesto que en su d¨ªa contrataron a integrantes de DPM como tutores de un proyecto de arte callejero destinado a los j¨®venes.
Incluso entre aquellos que estiman razonable poner un cierto coto al desenfreno grafitero, la imposici¨®n de penas de c¨¢rcel aparece excesiva. "Es cierto que mi hijo Ziggy (uno de los condenados por el juez Hardy) se ha declarado culpable de un delito de vandalismo p¨²blico, pero ¨¦ste no ha implicado violencia, terrorismo, cuchillos o drogas", declaraba su padre, el profesor Gedis Grudzinskas.
Llama la atenci¨®n que la dureza de la condena s¨®lo haya merecido una discreta cobertura de la prensa (tan s¨®lo The Independent le dedic¨® una doble p¨¢gina), cuando el Reino Unido vive una verdadera obsesi¨®n por el artista de graffiti m¨¢s c¨¦lebre de todos los tiempos, conocido como Banksy, quiz¨¢ porque encarna un tremendo negocio, cuya cotizaci¨®n ya alcanza los centenares de miles de libras: 208.000, concretamente, fue el precio de adjudicaci¨®n de un graffiti suyo subastado recientemente en Internet.
Estrellas del 'spray'
- Paul Insect. Conocido por sus consignas antisistema. El artista Dami¨¢n Hirst y el actor Kevin Spacey se cuentan entre sus clientes.
- Blek le Rat. Dicen de ¨¦l que le allan¨® el camino a Banksy, lleva pintando los muros de Par¨ªs desde los 80.
- Eine. Dibuj¨® la palabra nightmare (pesadilla) en un muro de 30 metros para una exposici¨®n en Londres. El tema: una visi¨®n alternativa de la Navidad.
- Nick Walter. Comenz¨® a trabajar en el Bristol de los 80. Su versi¨®n de La Gioconda, Moona Lisa, se ha vendido por 68.000 euros.
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