Entre la imprenta y el 'zapping'
En la Am¨¦rica Latina de hoy, ?qu¨¦ papel desempe?an la novela, el teatro, el ensayo, la poes¨ªa? Funciones muy diferentes a las ejercidas hace apenas una generaci¨®n. Ante el Internet, el predominio de las im¨¢genes, la proclamaci¨®n (falsa) del fin de la Era de Gutenberg, y el vigor del analfabetismo funcional, el p¨²blico se recompone, se ampl¨ªa, se reduce. Y a los diagn¨®sticos al respecto los acompa?an el pesimismo y su complemento directo, el triunfalismo, confiados tan s¨®lo en las fuerzas del mercado.
Lo m¨¢s se?alado de este momento es la globalizaci¨®n de la literatura y de las artes en general, pero este proceso, iniciado en el siglo XIX, lo obstaculizan las devastaciones sucesivas de los pa¨ªses. Cito algunas:
- La ca¨ªda incesante de la econom¨ªa en la que a las mayor¨ªas toca (un caso de "abismo revolvente").
- Las crisis pol¨ªticas sobredeterminadas por el mundo financiero.
- El neoliberalismo que incorpora a las naciones a "la obsolescencia planeada".
- El imperio de los medios electr¨®nicos.
- El fracaso reconocido en forma un¨¢nime del proceso educativo (p¨²blico y privado), hecho a un lado por el culto a la tecnolog¨ªa y por la sobrevaloraci¨®n del ¨¦xito econ¨®mico, la ¨²nica prueba aceptada de acceso a la educaci¨®n...
- El tipo del tipo de best sellers que se definen como "los libros que le gustan a quienes no gustan de la lectura". (Por fortuna, lo light no es el ¨²nico campo de los best sellers).
- La tendencia acad¨¦mica de las especializaciones absolutas que suele ignorar el placer de la escritura y la lectura.
- La gran importancia formativa del cine que lleva tiempo desplazando a la literatura como criterio de modernizaci¨®n.
- El abandono creciente de la fe en la imaginaci¨®n individual, hecho a un lado por la manipulaci¨®n tecnol¨®gica. ("En donde estuvo la conciencia, aparecen los efectos especiales").
- El peso de la demograf¨ªa y el tama?o de las ciudades.
En este panorama, muy poco del legado t¨ªpico parece firme, la repetici¨®n de f¨®rmulas hace las veces de ¨¢nimo crepuscular, y las demandas de la educaci¨®n media representan a la tradici¨®n. Ahora, el mayor peligro para la novela no es el culto de las im¨¢genes (que obliga en demasiados sitios a s¨®lo considerar novela a la telenovela), ni el desd¨¦n tecnol¨®gico por la letra escrita, ni siquiera la incomunicaci¨®n cultural entre los pa¨ªses latinoamericanos, sino la cat¨¢strofe educativa, robustecida por el desplome de las econom¨ªas y el desprecio neoliberal por las humanidades. El neoliberalismo es, por definici¨®n r¨¢pido, el encumbramiento de una minor¨ªa depredadora, y por ello se privilegia a la educaci¨®n privada al margen de los niveles de calidad, y all¨ª, con ¨¦nfasis, la aptitud tecnol¨®gica es la cima, lo que se traduce en el menosprecio por el humanismo, la adopci¨®n ornamental de la cultura, y la burocratizaci¨®n en materia educativa.
Persiste el impulso cultural de una minor¨ªa, se vigoriza el fin de las pr¨¢cticas mnemot¨¦cnicas en la educaci¨®n primaria (el gusto por la poes¨ªa se inicia en su memorizaci¨®n), sigue el deterioro de la profesi¨®n magisterial, desaparece la mayor¨ªa de los contextos culturales, que hab¨ªan sido el idioma compartido de los pa¨ªses de habla hispana. Ahora, quien desee la difusi¨®n masiva deber¨¢ en cada libro incluir los niveles informativos prevalecientes. Si se acude a los conocimientos culturales "de antes", deben explicarse de inmediato porque los diccionarios son sitios del destierro. Los ni?os y los j¨®venes no incluyen por lo com¨²n la lectura entre sus aficiones b¨¢sicas, sin que esto consolide en lo m¨ªnimo a las profec¨ªas desoladoras sobre el exterminio de la lectura. El libro persiste pero ha pasado de necesidad p¨²blica a demanda de sector, salvo casos excepcionales, precisamente ahora en su expansi¨®n posible.
En la educaci¨®n sentimental y sexual, sin embargo, el rock, el sonido de la modernizaci¨®n, el hip hop, el rap y las infinitas variantes de la tecnolog¨ªa aplicada jam¨¢s desplazan del todo a la cumbia, la salsa, el vallenato, el tango, el bolero, la canci¨®n ranchera. M¨¢s all¨¢ de la calidad de parte del rock y de las promociones industriales permanece el canon de modelos de vida, de mitos que ajustan las sensaciones de ¨¦xito y de fracaso, de pautas de la conducta consideradas impensables unos a?os o unos minutos antes.
?Qu¨¦ reemplaza a las gu¨ªas tradicionales de las metamorfosis individuales y colectivas, a la poes¨ªa, la novela, el teatro? Con lo anterior no insin¨²o siquiera que la poes¨ªa y la narrativa hayan perdido sus facultades liberadoras y creativas; por el contrario, de la literatura contin¨²an desprendi¨¦ndose las grandes atm¨®sferas formativas, lo que certifican por ejemplo la trilog¨ªa de los Anillos de Tolkien, la poes¨ªa de Sylvia Plath y Jaime Sabines, las novelas de Coetzee y Garc¨ªa M¨¢rquez. Sin embargo, en lo que a las mayor¨ªas se refiere, el influjo m¨ªtico de los libros se ha evaporado en buena medida, concentr¨¢ndose en los sectores minoritarios que no se expanden seg¨²n los ritmos de la demograf¨ªa, aunque s¨ª determinan las adaptaciones de cine y televisi¨®n.
Al irrumpir las leyes del Mercado, los g¨¦neros f¨ªlmicos y televisivos se modifican con rapidez. El cine-c¨®mic que inicia la serie de Star Wars seduce profusamente en el mundo entero, pero ya tienen nombre los atributos de su fascinaci¨®n, los efectos especiales, anuncio de la jubilaci¨®n inevitable de la magia que atrapa a cada generaci¨®n infantil. En la mayor¨ªa de los filmes de ¨¦xito desbordado, el hechizo radica en la alta tecnolog¨ªa, y la belleza o la obviedad de las im¨¢genes son la substancia de la dependencia de la pantalla.
En su turno, los efectos de la televisi¨®n, ante profund¨ªsimos a corto plazo y por acumulaci¨®n, suelen carecer del brillo del prestigio ¨ªntimo, aunque esto ya se transforma gracias al muy buen nivel de las series sobre la vida cotidiana, abordada desde la franqueza o desde la derrota de la censura como se quiera (los primeros "cl¨¢sicos": Sex and the City, The Sopranos, 24 horas, Queer as Folk, Oz, Six Feet Under). Y lleva tiempo que los productos latinoamericanos no permiten que las personas, aun las menos cr¨ªticas, consideren a la televisi¨®n su c¨®mplice ideal: "Si en el mismo espejo se contemplan todos mis vecinos y mis parientes, yo no puedo ser Narciso". Y al no existir como ant¨ªdoto a la televisi¨®n los llamados dram¨¢ticos en el camino a Damasco ("Saulo, Saulo, ?por qu¨¦ no me apagas de vez en cuando?"), se difuminan las posibilidades televisivas de constituir otra vanguardia del comportamiento.
Todav¨ªa se cumple el apotegma de Marshall McLuhan: "El medio es el mensaje", pero casi siempre el medio es tambi¨¦n la moraleja. -
Carlos Monsiv¨¢is (Ciudad de M¨¦xico, 1938) ha publicado recientemente en M¨¦xico El Estado laico y sus malquerientes. Debate / UNAM.
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