Las series alcanzan el brillo del cine
Televisi¨®n. Las cuatro s¨ªlabas m¨¢s vilipendiadas de la cultura. Los libros son fuente de conocimiento. El cine, s¨¦ptimo arte. ?Y la televisi¨®n? La caja tonta, la peque?a pantalla, televisi¨®n basura. Nadie habla de atontarse con un libro ni va al cine a tragarse lo que echen -aunque a veces ocurra-, pero ambas expresiones son comunes cuando se habla de la televisi¨®n.
Incluso la cadena privada norteamericana HBO, que anualmente invierte cerca de 400 millones de euros en una de las programaciones de m¨¢s ¨¦xito, dice en su eslogan "Esto no es televisi¨®n". Entonces, ?qu¨¦ es? "?Si ahora podemos hablar con orgullo de la nueva ¨¦poca dorada de la televisi¨®n! Vivimos un momento inmejorable en un medio donde como actor y como espectador es posible encontrar lo que no encuentras en otros formatos", asegura Bryan Cranston. En la actualidad, las buenas historias est¨¢n en la televisi¨®n, no en el cine. As¨ª lo cuenta el archiconocido productor y director Steven Spielberg: "Los mejores guionistas est¨¢n demasiado ocupados haciendo series", dice este rey Midas de Hollywood.
La calidad de la televisi¨®n fuerza a sus creadores a mantener el nivel
Una serie se dirige a un sector concreto de p¨²blico; el cine tiene que contentar a todos
La audiencia y los foros deciden qu¨¦ personaje sigue en el programa
Las actrices pueden escapar en la peque?a pantalla del rol de novia y esposa
M¨¢s conocido como el padre de la serie Malcolm, Cranston en la actualidad es uno de los favoritos al Emmy por su nuevo trabajo en Breaking Bad, serie que ha roto m¨¢s de un tab¨² con su visi¨®n de las drogas, el sexo y el derecho a morir. Se trata de una t¨®nica al alza durante la ¨²ltima d¨¦cada, un momento de gloria donde, como subray¨® el semanario Entertaiment Weekly, "la televisi¨®n es el medio rey".
"A nivel personal, y sin lugar a dudas, disfruto del mejor trabajo que he tenido nunca en la industria del espect¨¢culo", confiesa Alec Baldwin, gal¨¢n de Hollywood y pendenciero detr¨¢s de las c¨¢maras, que ahora cuenta con el Globo de Oro gracias a la serie Rockefeller Plaza.
Estas teleseries, al igual que The office, Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Deadwood, Mad men, In treatment, House, Dexter, The Wire, Perdidos, Sexo en Nueva York y el propio Expediente X son algunos de los ejemplos m¨¢s claros de series pasadas o futuras que est¨¢n dejando a los espectadores pegados al televisor. La gran Glenn Close siempre fue una creyente de este formato.
"Tienen ritmo, tienen potencial, son ¨¢giles y una buena historia es siempre una buena historia, no importa el medio", asegura la candidata al Oscar en cinco ocasiones, que ahora protagoniza la serie Da?os y perjuicios. Al actor Ted Danson no le sorprenden las aseveraciones de Glenn Close. "Es que, sin ¨¢nimo de ofender, las pel¨ªculas son cada vez m¨¢s una caricatura de lo que fueron", afirma quien protagoniz¨® esa joya llamada Cheers y que ahora tambi¨¦n participa en Da?os y perjuicios.
El dinero influye, y no poco. No hablamos de grandes presupuestos sino de grandes oportunidades, porque, como asegura Chris Carter, creador de Expediente X y ahora director y guionista del segundo largometraje inspirado en esta serie, es un hecho que se hacen m¨¢s episodios de televisi¨®n que largometrajes, lo cual ofrece m¨¢s oportunidades de trabajo. "Y si tienes ¨¦xito con una serie eso te da m¨¢s dinero que un gran largometraje", asegura. Eso ha sido as¨ª siempre. La diferencia es que si antes la televisi¨®n era la plataforma para hacer cine, "ahora ambos medios se miden por s¨ª mismos", afirma Carter. No es s¨®lo dinero.
Como ha podido comprobar el productor y tambi¨¦n creador de Expediente X, Frank Spotnitz, una cosa es pensar que cada episodio de una serie es equiparable a un largometraje y otra cosa es que lo sea. "?sa era la impresi¨®n que ten¨ªamos durante la serie, pero al rodar la pel¨ªcula nos dimos cuenta de que como medio el cine te da unas posibilidades que no tienes en televisi¨®n. Por costo o por rapidez, en la peque?a pantalla ruedas de cuatro a ocho p¨¢ginas diarias, mientras que en una pel¨ªcula son dos p¨¢ginas de gui¨®n y en ocasiones ni media. Un lujo", argumenta. Es el ¨²nico defensor del cine.
Carter, en cambio, asegura que las limitaciones televisivas provocan que cada cual se haga "m¨¢s inteligente". Y David Duchovny defiende la rapidez de la televisi¨®n, "una presi¨®n a la que no muchos actores son capaces de responder", afirma. "En mi opini¨®n, el cine se ha convertido en el medio del montador, al que le das quince tomas y pierdes todo el control sobre el resultado. En la televisi¨®n todo es m¨¢s inmediato", resume. "Sonar¨¢ a clich¨¦", apostilla Baldwin, "pero el cine es una continua espera, mientras que la televisi¨®n es hoy por hoy el medio m¨¢s ¨¢gil".
Esta agilidad se traduce tambi¨¦n en un contacto m¨¢s directo con la audiencia gracias a la complicidad que dan los blogs o las p¨¢ginas oficiales dedicadas a las series. Los creadores de Perdidos admiten que alguno de sus personajes (como N¨¦stor Carbonell) salv¨® la vida ante la buena recepci¨®n del p¨²blico. Y eso va tambi¨¦n a la hora de encontrar el final.
"Lo peor que te puede pasar es acabar la serie cuando a nadie le importa", reconoci¨® el productor ejecutivo de Perdidos, Carlton Cuse. Sexo en Nueva York y Los Soprano aprendieron r¨¢pido con algunos de los finales m¨¢s comentados de la televisi¨®n. "Nuestra serie funcion¨® porque reson¨® con la audiencia", acepta el triunfo la protagonista y productora de Sexo en Nueva York, Sarah Jessica Parker. "No importa la diferencia de medios, siempre concebimos cada episodio como si fuera una pel¨ªcula", a?ade.
Como corrobora David Stapf, durante a?os al frente de CBS Paramount, la peque?a pantalla disfruta de su mejor momento porque su calidad fuerza a sus creadores a ser mejores. Una presi¨®n en la que, pese a las apariencias, los genios se mueven con m¨¢s libertad que en el cine. "?Si en cuanto dices dos tacos en una pel¨ªcula ya es para mayores!", se queja Duchovny, quien como productor ve m¨¢s f¨¢cil concentrarse en el sector demogr¨¢fico al que va dirigida una serie que intentar complacer al m¨¢ximo com¨²n denominador del p¨²blico, como ocurre en cine.
En cuanto al estigma de trabajar en televisi¨®n, todos coinciden en que "es cosa del pasado". Especialmente para las actrices es el medio ideal, que no sufre del s¨ªndrome de la eterna juventud y donde es posible encontrar personajes "reales, mucho m¨¢s vivos que las esposas o las novias" a las que quedan relegadas las mujeres en cine, apunta Kyra Sedgwick, de la serie The Closer. "Somos, como dice la revista Time, los nuevos antih¨¦roes", apunta Close, refiri¨¦ndose a las mujeres fuertes de la peque?a pantalla, a las que se suma otro peso pesado del cine como Holly Hunter en la serie Saving Grace.
De todas formas, no todo lo que atrae a estos grandes de la pantalla a levantar otro medio es de tipo art¨ªstico. A veces las razones son algo m¨¢s pedestres. "Habr¨¢ buenos guiones en el cine. Lo que ocurre es que no s¨¦ si quiero pasar seis meses separada de mi marido", a?ade Close, que tambi¨¦n trabaj¨® en The Shield para seguir en Nueva York.
Eso no quiere decir que no se lo piensen a la hora de participar en una teleserie, y mucho. Alec Baldwin dud¨® cinco a?os hasta decir s¨ª a Rockefeller Plaza "porque era un compromiso muy largo". Duchovny no salt¨® de alegr¨ªa al volver a la televisi¨®n, aunque Californication le ofrezca mucha m¨¢s libertad que la que disfrut¨® antes.
"Siendo honesto, no ten¨ªa nada claro que fuera a funcionar porque en su mayor parte la televisi¨®n implica acci¨®n y en In treatment lo que se requiere de la audiencia es que escuche", explica Gabriel Byrne. En cine, un experimento similar al di¨¢logo continuo en la oficina del psicoanalista de In treatment ser¨ªa Mi cena con Andr¨¦, pel¨ªcula de culto m¨¢s mencionada que vista.
"En cine, si vendes 10 millones de entradas te das por contento. En la peque?a pantalla sabes que tienes un arco de 125 millones de espectadores que han invertido su tiempo en verte", resume Baldwin. "Y eso es una energ¨ªa dif¨ªcil de superar".
Audiencia y calidad no van juntos
En los ¨²ltimos a?os la cadena privada HBO se convirti¨® en la vanguardia de esta nueva edad de oro de la televisi¨®n. Y sus series, ya fueran dramas como Los Soprano o comedias tipo Sexo en Nueva York, son el mejor ejemplo de esas joyas televisivas. Eso ya es historia. La cadena una vez m¨¢s domina la nueva lista de los nominados al Emmy con 85 candidaturas. Pero un canal generalista como ABC defiende un total de 76, un reconocimiento a que la calidad ya no es s¨®lo cosa de la televisi¨®n de pago, y eso que audiencia y calidad no siempre van de la mano.
La m¨¢xima aspirante de este a?o a los Emmy, que se entregar¨¢n el pr¨®ximo septiembre, la miniserie John Adams, con 26 candidaturas, no goz¨® del favor del p¨²blico; y Rockefeller Plaza opta a 17 premios, el mayor n¨²mero en la historia de los Emmy por una comedia, pero su futuro est¨¢ tan negro como fue el de Arrested Development, adorada por la cr¨ªtica, ganadora del Emmy en 2004, y cancelada por falta de espectadores. Igual pasa con Mad men, con 16 candidaturas, o con Pushing Daisies, que pese a sus 12 candidaturas lleva sin estar en antena desde diciembre por culpa de la huelga de guionistas y de la escasa repercusi¨®n entre el principal colectivo de telespectadores, adultos entre 18 y 49 a?os.
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