Dos viejos amigos en Benic¨¤ssim
Leonard Cohen y Enrique Morente clausuran el mayor festival del verano espa?ol
Sonriente, de pantal¨®n negro, camisa gris y buen aspecto, Leonard Cohen, de 74 a?os, pasea tranquilo por los camerinos del FIB Heineken. Amablemente se hace una foto junto a varios seguidores que se frotan los ojos. Son las siete de la tarde. Cohen est¨¢ a punto de volver a pisar un escenario espa?ol tras 15 a?os.
A esa misma hora el cantaor Enrique Morente descansa en su hotel de Castell¨®n. Se viste lentamente como los toreros. Sabe que es una noche hist¨®rica. Y no s¨®lo porque en un rato actuar¨¢ ante 35.000 personas junto al grupo de rock Lagartija Nick, sino tambi¨¦n porque volver¨¢ encontrarse con su viejo amigo Leonard Cohen, con el que ha cruzado pocas palabras pero mantiene una intensa y espiritual conexi¨®n.
"Leonard es cordial y generoso", comenta el poeta Alberto Manzano
El disco 'Omega', de Morente, fue visto con recelo por los flamencos puros
Cohen se dirige al escenario con una copa de vino en la mano
Ayer estos dos colosos volvieron a encontrarse en un curioso lugar: el backstage de un festival de rock. Un espacio muy distinto al que se encontraron hace 15 a?os. En aquella ocasi¨®n fue en la cafeter¨ªa del hotel Palace de Madrid. Unidos por la poes¨ªa, el flamenco y Lorca.
Para entender la conexi¨®n entre ellos hay que hablar de otro protagonista en la sombra: el poeta y adaptador Alberto Manzano (Barcelona, 1955) que todav¨ªa recuerda con emoci¨®n el d¨ªa que conoci¨® personalmente a Cohen. Fue en 1980 y hasta entonces Alberto hab¨ªa escrito varias biograf¨ªas sobre el cantante y se hab¨ªa encargado de la traducci¨®n al castellano de sus libros. Manzano asegura haber aprendido ingl¨¦s s¨®lo para entender lo que el trovador canadiense dec¨ªa en sus canciones. El mismo d¨ªa que se dieron un apret¨®n de manos, Alberto y Leonard se hicieron amigos de sangre. Una relaci¨®n que a¨²n se mantiene y en la que han compartido viajes (Los ?ngeles, Italia...) y vacaciones en Idra, la isla griega donde Cohen sol¨ªa pasar largas temporadas junto a su hija Lorca, en homenaje al poeta.
"Es un hombre generoso, accesible, cordial...", explicaba ayer Alberto sentado entre bambalinas en el FIB horas antes del encuentro Cohen-Morente. "Tambi¨¦n un apasionado de Federico Garc¨ªa Lorca. Es el poeta que le convirti¨® en poeta. El poeta que, como dice ¨¦l, le arruin¨® la vida", sonr¨ªe Manzano.
Leonard Cohen descubri¨® a Federico Garc¨ªa Lorca con 16 a?os en una librer¨ªa de Montreal donde descubri¨® una vieja edici¨®n de segunda mano de Poeta en Nueva York. Su embrujo atrap¨® a Cohen.
Conocedor de su profunda pasi¨®n por ¨¦l, Manzano quiso preparar un presente para el 60 aniversario de su amigo. "Le debo mucho, as¨ª que pens¨¦ en un regalo especial. Lo primero que se me ocurri¨® fue llamar a Morente", recuerda Manzano que r¨¢pidamente contact¨® con el cantaor granadino para proponerle su idea: adaptar las canciones de Cohen e impregnarlas de flamenco, adem¨¢s de mezclarlas con el surrealismo de Lorca. La idea tambi¨¦n cautiv¨® a Morente, que se puso manos a la obra.
Lo que iba a ser un regalo de cumplea?os se convirti¨® en uno de los mejores discos espa?oles de los ¨²ltimos 20 a?os: Omega. Un tesoro que encierra el misterio de Morente, la poes¨ªa de Cohen y la inaudita uni¨®n entre el flamenco y el rock de Lagartija Nick. Una revoluci¨®n musical que al principio fue vista con recelo por los flamencos puros. Lo recuerda Antonio Arias, guitarrista de Lagartija Nick. "Los gitanos cre¨ªan que no sab¨ªamos afinar las guitarras porque distorsion¨¢bamos y acopl¨¢bamos mucho". Morente sab¨ªa lo que hac¨ªa. "Cuando empezamos a grabar nos quedamos impresionados y sobrecogidos con lo que de all¨ª sali¨®", recuerda el cantaor. "Tambi¨¦n nos extra?¨® la frialdad con la que el p¨²blico acogi¨® el proyecto".
Con tal joya en preparaci¨®n y sin que Cohen supiese nada de la sorpresa, Manzano aprovech¨® una visita promocional del canadiense para organizar un encuentro extraordinario. Entonces ocurri¨®.
Morente y Cohen se abrazaron por primera vez en una fr¨ªa tarde de invierno de 1993 en la cafeter¨ªa del hotel Palace de Madrid. El encuentro dur¨® algo m¨¢s de una hora. Los dos bebieron agua. Los dos se hicieron hermanos al instante. Manzano, que hizo de int¨¦rprete, recuerda aquel momento hist¨®rico. "No hablaron mucho. No hac¨ªa falta, porque funcionaron las miradas. Leonard sabe muy poco espa?ol y Morente poco ingl¨¦s. Los dos son muy introvertidos, aunque hubo un entendimiento muy espiritual".
Omega, una obra maestra, no se termin¨® hasta noviembre de 1996. Cohen ya hab¨ªa cumplido los 60 pero Manzano, fiel a su idea, le mand¨® el regalo a Canad¨¢. Cohen agradeci¨® emocionado el presente: "Es lo m¨¢s grande que nadie ha hecho por m¨ª en toda mi vida", dec¨ªa en la carta que recibi¨® Manzano de su amigo-h¨¦roe. "Cohen qued¨® impactado por la transgresi¨®n del proyecto. Sus letras transportadas al flamenco convert¨ªa aquello era una obra atrevida y emocionante", contin¨²a Alberto. "Cohen admira profundamente a Morente. Suele decir que Omega es tan grande como si Ray Charles hubiese hecho un disco versionando sus canciones".
Son las ocho de la tarde en Benic¨¤ssim y Cohen se ha puesto el sombrero. Se dirige al escenario con una copa de vino en la mano y sonr¨ªe a los que se encuentra por el camino. Media hora despu¨¦s, puesto en pie y frente a un p¨²blico emocionado, Cohen canta First we take Manhattan -m¨¢s tarde tambi¨¦n lo har¨¢ Morente con un sobrecogedor aire flamenco-. M¨¢s: Suzanne, So lone Mariane, The future, I'm your man... Hallelujah. El vello se eriza. Tambi¨¦n el de Enrique Morente que ya ha llegado al FIB y mira la actuaci¨®n desde el lateral del escenario. Los dos se miran y lanzan una c¨®mplice sonrisa.
Lleg¨® el momento. Morente baja del lateral del escenario por la derecha junto antes de que Cohen acabe su ¨²ltima canci¨®n. El canadiense baja por la izquierda. El de Granada espera impaciente y ve c¨®mo el canadiense recupera su copa de vino y baja la rampa a su encuentro. Est¨¢n a punto de abrazarse pero una chica hist¨¦rica se interpone en su camino y agarra por el cuello a Cohen para que su amiga torpe amiga haga una foto. La inoportuna reportera -fuera de servicio y con alguna copa de m¨¢s- retrasa de forma est¨²pida el encuentro m¨¢gico. La chica desaparece y los dos genios por fin se abrazan. No hablan. No hace falta. Se miran fijamente a los ojos y sonr¨ªen. Juntos se dirigen al camerino donde Morente presenta a Cohen a su hija Estrella Morente y nietos. El encuentro no dura m¨¢s de 20 minutos porque Enrique debe subir al escenario. Se vuelven a abrazar. "Hasta pronto", se dicen.
Llegaba entonces el turno de Omega que son¨® ayer apote¨®sico. Mientras el FIB bailaba a ritmo del Peque?o vals vien¨¦s, escrita por Lorca y versionada por Morente y Cohen, este ¨²ltimo ya volaba a Ginebra para su pr¨®ximo concierto. Los asistentes ingleses no daban cr¨¦dito al espect¨¢culo. ?Morente, flamenco, Lorca, Cohen y guitarras saturadas? ?Qu¨¦ invento es este? Quiz¨¢ nunca sea la portada de una revista musical brit¨¢nica, pero a esto se le llama magia.
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