"Viv¨ªamos vidas muy largas hasta que lleg¨® la Iglesia"
En 1959, cuando Elly Chatfield ten¨ªa 14 meses, "un d¨ªa que mi padre estaba trabajando", unos hombres llegaron a su casa y se la llevaron con sus cinco hermanos mayores. Elly no se enter¨® de lo que pasaba. Creci¨® en una familia blanca, fue a un colegio cat¨®lico y poco a poco empez¨® a preguntarse por qu¨¦ era distinta a sus padres. S¨®lo hace 10 a?os supo la verdad. "Yo tuve suerte. Mis hermanos mayores todav¨ªa no pueden hablar de ello. Aquello cambi¨® sus vidas de una forma horrible. Una hermana se escap¨® y vivi¨® en la calle. Otros se hicieron drogadictos y alcoh¨®licos".
Los Chatfield pertenecen a la generaci¨®n robada. Entre 1910 y 1970, el Estado australiano, con la Iglesia cat¨®lica y anglicana, secuestr¨® a 100.000 ni?os abor¨ªgenes aplicando una ley basada en la superioridad blanca y de la religi¨®n cristiana. Los hijos de los primeros pobladores del pa¨ªs fueron robados a sus padres y entregados a orfanatos, colegios y familias blancas. "Para ellos ¨¦ramos b¨¢rbaros, y para ser buenos australianos deb¨ªamos aprender ingl¨¦s y educarnos en familias cristianas", explica Elly. "Yo crec¨ª en una familia llamada Sangstock con otros cuatro ni?os abor¨ªgenes. De hermana menor pas¨¦ a ser la mayor. Mis padres adoptivos me quisieron, pero mi espiritualidad nunca perteneci¨® a ese mundo".
Esta l¨ªder aborigen fue robada a los 14 meses. Nunca vio una foto de su madre
Inteligente, risue?a y diminuta, Chatfield es pintora y trabaja como enlace entre el Estado de Nueva Gales del Sur y las comunidades abor¨ªgenes. Vive en Katoomba, un pueblo de las Monta?as Azules, a 100 kil¨®metros de Sydney, tiene dos hijos, se ha divorciado. Y sigue reconstruyendo su historia. "Es un proceso abierto", cuenta dando peque?os sorbos a un chocolate. "Hace 10 a?os conoc¨ª a mi familia real; supe que mis padres se separaron y que mi madre muri¨® cuando yo ten¨ªa 15 a?os. No la volv¨ª a ver, nunca he visto su foto. A mi padre le he visto cinco veces en 10 a?os. Es un hombre estupendo, pero es dif¨ªcil tener una relaci¨®n, no crec¨ª con ¨¦l. La primera vez fue como volver a casa. Pero en realidad no lo era".
El 13 de febrero, el primer ministro laborista Kevin Rudd pidi¨® perd¨®n a los abor¨ªgenes. "Me encant¨® o¨ªrle. Es el principio de la curaci¨®n, nos da dignidad y orgullo. Pero ahora deben ser consecuentes. No basta pedir perd¨®n. Hay mucho trabajo por hacer".
A sus 48 a?os, Chatfield ha iniciado una carrera cinematogr¨¢fica. Ha participado en el documental Entre l¨ªneas, de las espa?olas Esther Lozano y M¨®nica Garriga, y ha trabajado como extra -"haciendo de asistenta, el ¨²ltimo oficio que tuvo mi madre"- en la superproducci¨®n Australia, de Baz Luhrman, con Nicole Kidman y Hugh Jackman. "Me he hecho adicta al cine", dice ri¨¦ndose, "Jackman est¨¢ como un tren y Kidman es encantadora".
Antes de irse, Chatfield cuenta que ha abandonado la religi¨®n cat¨®lica y se ha hecho evangelista. "El catolicismo es una estructura basada en el dinero, no en el amor. El Papa ha olvidado algo: pedirnos perd¨®n en nombre de la Iglesia. Ellos tuvieron parte de culpa en la destrucci¨®n de nuestra cultura. ?ramos un pueblo solidario y feliz, viv¨ªamos unas vidas largas y sin excluidos. Era una comuna que dur¨® miles de a?os. Mantuvimos la tierra igual que la encontramos. Entonces vino otra cultura y dijo: 'Esto no es nada'. Un momento. ?Qu¨¦ os hace mejores que nosotros?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.