Surcar el mar con una copa
Los veleros se han convertido en un sitio m¨¢s donde disfrutar la noche
La brisa marina y un c¨®ctel con aperitivo mientras se pasea por la costa andaluza a bordo de un velero. Cada vez son m¨¢s las empresas que ofrecen a sus clientes la posibilidad de organizar fiestas en barcos de lujo o sencillamente tomar unas copas en la primera embarcaci¨®n que est¨¦ dispuesta a zarpar. La diversi¨®n nocturna tambi¨¦n navega desde los puertos de la regi¨®n hasta perderse en el horizonte.
Los barcos suelen quedar amarrados durante la fiesta, es dif¨ªcil navegar de noche y tambi¨¦n se hace por motivos de seguridad. Las marcas internacionales han puesto de moda utilizar los yates y los veleros para organizar reuniones de ejecutivos o hacer lanzamientos de productos. Ofrecen una recepci¨®n a los invitados con azafatas y marineros y, tras el acto, realizan una peque?a excursi¨®n por la costa.
El Vagabond tiene 12,8 metros de eslora y 3,90 de manga. Es un velero con un servicio de bar con todo tipo de bebidas, incluido el champ¨¢n. Est¨¢ dispuesto a salir a cualquier hora. Y su patr¨®n afirma que si es de d¨ªa, es probable ver delfines y tortugas.
Otra opci¨®n es organizar una despedida de soltero durante un fin de semana en una embarcaci¨®n. A Ram¨®n Alvargonz¨¢lez, propietario de una empresa de alquiler de veleros en la Costa del Sol, le gusta decir que "es una vida de ricos a un precio de gente normal". El alquiler de todo un fin de semana de un velero para ocho personas suele rondar los 1.600 euros, incluido el capit¨¢n de yate. "No sale caro. Si traen la comida y la bebida, ya que aqu¨ª hay nevera y horno, les cuesta menos que alquilar un hotel y pagar cenas", sostiene Alvargonz¨¢lez.
Es viernes y empieza a oscurecer en el puerto de Benalm¨¢dena. Jos¨¦ Luis, de Sevilla, se casa el pr¨®ximo 9 de septiembre y sus amigos lo han tra¨ªdo a ciegas hasta el puerto. Traen su propia bebida, har¨¢n una fiesta esta noche y ma?ana el capit¨¢n navegar¨¢ con ellos desde las diez de la ma?ana hasta el atardecer. Alvargonz¨¢lez les aconseja no navegar muchas millas por la resaca. "Cliente mareado, cliente que pierdes", dice.
Esta noche tambi¨¦n se han acercado hasta el puerto un grupo de amigos de Palma del R¨ªo (C¨®rdoba). Su amigo Nicky pisar¨¢ el altar apenas dentro de dos semanas, el 2 de agosto. Se enteran de que al d¨ªa siguiente llegan unas chicas que han alquilado para celebrar tambi¨¦n una despedida de soltera, y proponen que los capitanes naveguen juntos en alta mar. Se frotan las manos. "Espera", razona uno de ellos, "?no iban a venir tambi¨¦n nuestras novias a Benalm¨¢dena?". "A que son ellas, no fastidies", agrega su compa?ero, y le piden a Alvargonz¨¢lez que compruebe el nombre de qui¨¦n alquila el velero. No es la novia, por fortuna.
Enfrente, en un velero de mayor envergadura, las azafatas que trabajan para una marca de ron ofrecen bebida mientras bailan en la cubierta. Ya es casi medianoche. Un barco chino surca las tranquilas aguas y de fondo se escucha una m¨²sica que se mezcla con la que proviene de los pubs de moda m¨¢s cercanos. Los veleros atracados en los puertos deportivos han olvidado ya lo que es dormir de noche.
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