Cuestiones seudoambientales
Ecologistas en Acci¨®n y la Asociaci¨®n de Amigos del Parque Natural del Cabo de Gata-N¨ªjar han sido condenados por el Juzgado de lo Penal 1 de los de Almer¨ªa al pago de las costas en el procedimiento que instaron contra tres altos cargos de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente de la Junta de Andaluc¨ªa.
La sentencia, que pone fin a un proceso que ha durado m¨¢s de ocho a?os, ha estimado que los querellantes -las referidas asociaciones- han actuado con temeridad y mala fe; que los delitos de los que acusaban en solitario, sin apoyo del ministerio fiscal, eran delitos imposibles; la especie protegida, la llamada androcymbium, no s¨®lo no estaba en peligro de extinci¨®n sino que ni siquiera estaba protegida; hab¨ªa sido descatalogada por existir m¨¢s de doce millones de ejemplares y, por tanto, no ha podido existir nunca delito contra el medio ambiente. Esta sentencia, al igual que otras resoluciones que se han dictado en esto ¨²ltimos a?os, vienen a poner de manifiesto que en algunas ocasiones -no son pocas- se utiliza la Administraci¨®n de Justicia como instrumento que sirve a fines bien distintos para los que est¨¢ destinada. Tambi¨¦n, por mucho que cueste aceptarlo, que las respuestas ante un uso indebido de la misma, no van m¨¢s all¨¢ del costo del proceso, obligando a las partes, que han sufrido la pena de banquillo, a soportar los gastos del proceso, la m¨¢s de las veces muy superiores al importe de las costas que no siempre se cobran, am¨¦n del desgaste en su honestidad personal y profesional que, en el caso de personas p¨²blicas, trasciende al gobierno que las nombr¨® y al grupo pol¨ªtico al que pertenecen.
Es uno de los aspectos que pone de relieve esta sentencia y, ahora que de tantas y cuantas reformas se habla, no estar¨ªa nada mal, incluso puede que estuviera bien, que se empleara algo de tiempo en reflexionar sobre ¨¦sta y otras cuestiones similares. Es posible que, corporativismos aparte, pudiera aliviarse alguna carga en los juzgados, tan necesitados de alejar de la litigiosidad aquellos asuntos que s¨®lo interesan, y no por razones de justicia, a quienes los plantean. Claro que para ello ser¨ªa imprescindible que se aceptara en general que los delitos, cuando se cometen, afectan a sus autores; no se extienden ni a su familia ni a los grupos pol¨ªticos a los que pertenecen o que les han nombrado. Es, como dec¨ªa, una de las caras de esta sentencia.
La otra, que es de igual inter¨¦s aunque diferente, es la que afecta a la defensa del medio ambiente y la actuaci¨®n de esta defensa por organizaciones, como las que han planteado la querella de la que ha conocido este juzgado de Almer¨ªa. En este sentido no creo que haya duda alguna que las asociaciones dedicadas a la protecci¨®n del medio ambiente han venido y vienen realizando un trabajo de protecci¨®n que ni la Justicia ni otros poderes p¨²blicos, por unas u otras razones, han venido atendiendo con generosidad y eficacia, pese a la gravedad y frecuencia de los atentados contra la naturaleza.
Al mismo tiempo, y ¨¦ste ha sido otro de sus trabajos, han ido generando una mayor sensibilizaci¨®n en los ciudadanos y, como efecto mediato, en los grupos pol¨ªticos mediante la incorporaci¨®n generalizada de la defensa del medio ambiente en sus programas electorales. Tambi¨¦n en los poderes p¨²blicos, promulg¨¢ndose leyes para una mayor protecci¨®n penal y con la creaci¨®n de una Fiscal¨ªa de Coordinaci¨®n de Medio Ambiente y Urbanismo. No es poco. Tal vez, por esta raz¨®n, y sin olvidar el da?o que se hace a personas concretas que se han visto sometidas durante a?os a un proceso sin raz¨®n y temerario, es necesario recordar el buen hacer en general de estas asociaciones. Su trabajo, y a¨²n cuando desde el a?o 2006 la protecci¨®n ambiental est¨¢ especialmente encargada a un ¨®rgano del Estado, debe seguir en la l¨ªnea que determin¨® su nacimiento. No puede caer en actuaciones, como las que han dado lugar a este proceso, que enturbien este objetivo. Lo contrario podr¨ªa llevar a su desprestigio en general y no servir¨ªan de avanzadilla para intentar frenar el deterioro de una naturaleza cada vez m¨¢s necesitada de protecci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.