Las razones de un encuentro
Tras festejar ayer los Cien D¨ªas de constituci¨®n del Consejo de Ministros nacido de las elecciones del 9-M, el presidente del Gobierno se reunir¨¢ hoy en el palacio de la Moncloa con el l¨ªder del partido que aspira a sustituirle en el cargo. La causa determinante del largo desencuentro de la pasada legislatura entre Zapatero y Rajoy fue la incapacidad del PP para asimilar la derrota en las urnas de 2004 y su desestabilizadora estrategia de crispar la convivencia social con desatinadas teor¨ªas conspirativas sobre la autor¨ªa del atentado terrorista del 11-M y no menos disparatadas especulaciones sobre imaginarios pactos secretos de los socialistas con ETA. La consecuencia inevitable de los desleales procedimientos fr¨ªamente instrumentados por los dirigentes populares para recuperar cuanto antes el poder fue la radicalizaci¨®n de su comportamiento. Automarginado el PP de las grandes negociaciones parlamentarias, los interlocutores del Gobierno fueron Izquierda Unida y Esquerra Republicana, durante la primera mitad de la legislatura, y PNV y CiU, en la etapa final.
La crisis econ¨®mica reduce el margen del Gobierno para negociar apoyos parlamentarios
Tras la derrota del PP y la infructuosa tentativa socialista de alcanzar la mayor¨ªa absoluta en las elecciones del 9-M, la perspectiva de prolongar durante otros cuatro interminables a?os ese clima guerracivilista implicaba graves riesgos no s¨®lo para la legitimidad democr¨¢tica y el consenso social de la monarqu¨ªa parlamentaria sino tambi¨¦n para la aceptaci¨®n electoral de ambos partidos como opciones de gobierno por los fatigados ciudadanos. El aferramiento a la visi¨®n catastrofista de la anterior legislatura, alimentada con fabulaciones tales como la inminente ruptura de Espa?a, la rendici¨®n del Estado de derecho ante ETA, la persecuci¨®n por un Gobierno mas¨®nico de la fe verdadera, la corrupci¨®n de las costumbres y la llegada de los b¨¢rbaros (esta vez con harapos de inmigrantes), habr¨ªa condenado al PP al infierno del aislamiento pol¨ªtico y parlamentario por toda la eternidad. La pretensi¨®n de conquistar el poder le obliga a contar con el apoyo o al menos la neutralidad de otros sectores del Congreso: aunque hoy finja ignorarlo, Aznar fue investido presidente en 1996 con el voto deficitario de sus 156 diputados completado por el respaldo necesario del nacionalismo catal¨¢n, vasco y gallego. Ni siquiera una improbable mayor¨ªa absoluta en las urnas de 2012 le permitir¨ªa al PP gobernar con la oposici¨®n cerrada de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco.
El lento viraje iniciado por Rajoy en el congreso de Valencia responde a un balance realista de las posibilidades del PP. Los resultados del 9-M pusieron de manifiesto la rocosa firmeza de su suelo electoral (obtuvo m¨¢s votos y esca?os que en 2004), pero tambi¨¦n las dificultades para superar los 10 millones largos de votos, una cota pr¨¢cticamente igual a la escalada el a?o 2000 por Aznar (cuando el derrumbamiento del PSOE le dio la mayor¨ªa absoluta). La visita de Rajoy a Zapatero marcha en la direcci¨®n de borrar la imagen borde del PP como un partido encerrado en la fantas¨ªa arbitrista de su ?nsula Barataria. El viaje hacia el centro desde la derecha autoritaria no es una novedad: Aznar tambi¨¦n se vio compelido a rescatar a una Alianza Popular -el partido creado por Fraga en 1976 fue refundado a finales de los ochenta- secuestrada por sus ideologizados dirigentes y expulsada del bloque constitucional por los restantes grupos del Congreso.
Zapatero tambi¨¦n tiene buenas razones para levantar el puente levadizo de su casa y conseguir que Rajoy reingrese en el club de los pol¨ªticos tratables. A pesar de que a los socialistas les falten s¨®lo siete esca?os para la mayor¨ªa absoluta (en la anterior legislatura la diferencia era de 12), el baile parlamentario iniciado a mediados del pasado abril ha puesto ya de manifiesto que el PSOE puede quedarse sentado en la silla y sin pareja a poco que extreme las exigencias o los remilgos. Por el contrario, el Grupo Popular est¨¢ mostrando flexibilidad suficiente para sumarse a las iniciativas de otros partidos y negociar sus t¨¦rminos; en cualquier caso, el PP ha dejado de ser el lobo feroz cuya mera presencia impulsaba a los nacionalistas a buscar cobijo en el redil del Gobierno. No ser¨¢ f¨¢cil, por lo dem¨¢s, que CiU y PNV acuerden a corto plazo un pacto estable con el PSOE.
La influencia de la crisis econ¨®mica sobre la gobernabilidad mermada de esta legislatura se halla mediada por la disminuci¨®n de los ingresos fiscales del Estado y el simult¨¢neo incremento del gasto p¨²blico destinado a pagar compromisos electorales y subsidios de desempleo. Los dispendios presupuestarios abonados durante la anterior legislatura -?ser¨¢ por dinero?, parec¨ªa leerse en los labios de los ministros- como contraprestaci¨®n por los apoyos recibidos de las minor¨ªas parlamentarias en las votaciones apuradas ser¨¢n menos frecuentes. La mayor¨ªa absoluta requerida por las leyes org¨¢nicas, la discusi¨®n de la nueva financiaci¨®n auton¨®mica y la negociaci¨®n de los Presupuestos de 2009 ser¨¢n el banco de prueba de los nuevos tiempos.
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