El silencio de los marginados
El fot¨®grafo franc¨¦s Pierre Gonnord retrata la soledad de los perdedores
Su mundo es el de los marginados, el de los que sobreviven a base de dolor. Son hombres y mujeres desplazados por la guerra, por el hambre o, simplemente, por la injusticia de la vida. Todos tienen el sufrimiento tallado en sus rostros y una mirada en la que no cabe la esperanza. Tienen en com¨²n el no haber olido el ¨¦xito ni de lejos. Y tambi¨¦n comparten esa dignidad de la que presumen los que saben que ¨¦se es su ¨²nico patrimonio.
Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963) lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas retratando a estos perdedores de la vida. Son primeros planos en color que parecen sacados de un cuadro de Zurbar¨¢n, Goya, Rembrandt o Picasso, pero pertenecen a gente que el fot¨®grafo ha encontrado en la calle y que ha aceptado posar con su propia historia. La obra de Gonnord se puede contemplar estos d¨ªas por partida doble. Dentro del Festival la Mar de M¨²sicas, en el Palacio Molina de Cartagena, se expone La interpretaci¨®n muda, 12 grandes retratos de gitanos realizados durante el ¨²ltimo a?o. En Francia, su obra se puede contemplar dentro de Los Encuentros de Arles, en el Atelier des Forges, hasta el 14 de septiembre. Mientras, trabaja en el proyecto Mosaicos, una propuesta del Gobierno franc¨¦s a sus artistas a la que Gonnord aportar¨¢ una reflexi¨®n sobre la comunidad gitana de Perpi?¨¢n, la m¨¢s antigua de Francia.
Pierre Gonnord vive en Madrid desde 1988. Recuerda que lo decidi¨® casi de un d¨ªa para otro y, de acuerdo con una amiga, se vino a Madrid. Le gust¨® el ambiente, la facilidad para conectar con la gente y, sobre todo, la luz. Cree que nunca hab¨ªa visto c¨®mo su sombra se proyectaba en el suelo. Pero entonces no era fot¨®grafo. Durante bastante tiempo trabaj¨® en una empresa de comunicaci¨®n y le fue muy bien. La vida tranquila acab¨® con la repentina muerte de su hermano en 1996. Pierre lo dej¨® todo y durante bastante tiempo estuvo en el fondo del pozo. No ten¨ªa inter¨¦s por nada. Uno de sus muchos amigos logr¨® convencerle para ir un fin de semana a Cuenca. Fue a rega?adientes y dej¨¢ndose arrastrar, pero algo le hizo rebotar y volver a la vida. En Cuenca se dej¨® llevar por la misteriosa voz de las mezzosopranos Teresa Berganza y Mar¨ªa Malibr¨¢n, las conversaciones sobre estas dos divas y el calor y la dulzura de la amistad. Al volver a Madrid sab¨ªa ya qu¨¦ quer¨ªa hacer con su vida: fotografiar desconocidos, entrar en el universo privado de los marginados. Su deseo de conocer la vida de los otros y una c¨¢mara anal¨®gica Hasselblad han constituido siempre su ¨²nico equipo.
"Creo que el fot¨®grafo tiene el compromiso de sugerir y de denunciar. Se puede hacer desde la poes¨ªa, pero hay que hacerlo con todo el realismo. Nunca he alterado la historia ni he disfrazado a nadie. Todo es tal cual", explica Gonnord.
Sus retratados son vagabundos, marginados, supervivientes. "Yo mismo me siento un desplazado y, como tal, me acerco a la gente". ?C¨®mo consigue que se pongan delante de su c¨¢mara? "Con mucho respeto. Yo se lo planteo. No impongo nada. Prefiero que el estudio sea el lugar en el que ellos viven. Sea el que sea. Cuando empec¨¦ invitaba a la gente a venir a mi estudio [en pleno centro de Madrid, tres plantas por encima de su galerista, Juana de Aizpuru]. A cambio de un caf¨¦ o de un t¨¦. Mi casa estaba siempre abierta y, sorprendentemente, acababan viniendo".
Luego ven¨ªa una larga conversaci¨®n en la que Gonnord trataba de vencer la timidez del visitante. "Pod¨ªan pasar horas en las que se hablaba de todo. De soledad, de malos tratos, de lo que fuera. Otras veces, en cambio, la persona entraba y no ten¨ªa m¨¢s que ganas de descansar un rato en la silla. Nada es predecible".
Pierre Gonnord ha recorrido muchos pa¨ªses en busca de personajes an¨®nimos con la dureza de la vida taladrada en su rostro. Pero ha sido en Espa?a, especialmente en Madrid y Sevilla, donde ha encontrado sus mejores personajes.
"Cuando dej¨¦ Par¨ªs ten¨ªa el recuerdo de los desplazados por la independencia de Argelia. Hab¨ªa muchos ni?os que no se integraban, que estaban en las calles. Tambi¨¦n recuerdo que, viniendo de un pa¨ªs multicultural y multirracial como era entonces Francia, aqu¨ª no hab¨ªa negros, ni asi¨¢ticos. No hace mucho estuve en Par¨ªs y esas caras ya no est¨¢n. Su lugar lo ocupan los desplazados de los pa¨ªses del Este y de guerras en pa¨ªses africanos. Me ha impresionado mucho ver el hambre, c¨®mo rebuscan entre la basura".
Pero Gonnord no hizo esas fotos de buscadores de comida entre desperdicios. "Busco gente no tan marginal. Me interesan tipos muy especiales. Es un conjunto de cosas que no puedo describir. Est¨¢n al otro lado del mundo del ¨¦xito y del bienestar, pero muchos de ellos han tenido antes una vida convencional. Esa vida se ha roto en un momento determinado por causas no demasiado contundentes. El paro, un divorcio, la muerte de un ser querido... Hay muchas causas por las que te puedes quedar fuera. Son tipos especiales".
Y nada m¨¢s especial para su c¨¢mara que los gitanos. Los ha retratado una y otra vez.
Entrar en la sociedad gitana, tal como ¨¦l lo ha hecho, retratando a los patriarcas o a los ni?os, fue complicado. Algunas de sus mejores series est¨¢n hechas en la barriada de las Tres Mil Viviendas de Sevilla. "All¨ª me introdujo una gran amiga, Esperanza. Ella se hab¨ªa ganado su confianza a base de ense?ar cosas ¨²tiles: desde conducir un veh¨ªculo hasta m¨¦todos anticonceptivos. Luego, si sabes escuchar y mirar con atenci¨®n y respeto, es casi seguro que entras. Hay que tener claro que no se puede violentar ni dar lecciones. Y otra cosa importante: no hay que preguntar demasiado".
Entiende el fot¨®grafo el recelo de este colectivo y m¨¢s en unos momentos en los que est¨¢n reviviendo sus peores pesadillas. "Lo del Gobierno Berlusconi haciendo que Italia fiche a los gitanos es terrible. Como terrible me parece que no haya una reacci¨®n acorde a esa salvajada. Sarkozy en Francia no tiene mucho que envidiar a Berlusconi".
?Qu¨¦ hay de artificio en estos retratos? "Nada. Posan delante de un fondo negro con su ropa habitual. No se visten ni maquillan para la fotograf¨ªa. Mar¨ªa, por ejemplo, la matriarca gitana, lleva un chal negro muy elegante, pero lo llevaba puesto ella porque est¨¢ de luto por la muerte de un hijo. Su elegancia es innata. Es tan aut¨¦ntica como la vida que cuentan los surcos de su cara. Tambi¨¦n Conchi iba vestida por una toquilla que resulta deslumbrante, pero es de ella. ?No hay nada artificial en mis retratos!".
Despu¨¦s del verano, en noviembre, cuando clausure estas exposiciones, Pierre Gonnord ser¨¢ una de las estrellas del Mes Europeo de la Fotograf¨ªa que se celebra simult¨¢neamente en Bratislava, Londres, Berl¨ªn, Mosc¨², Roma y Viena. All¨ª llevar¨¢ una selecci¨®n de retratos de gitanos y kosovares. ?Y despu¨¦s? "Me voy al campo, a uno de los pueblos que estuvieron abandonados y han vuelto a ser ocupados. Ir¨¦ como un vecino m¨¢s y no tengo ning¨²n plan concreto. Lo que vea".
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