La ¨²ltima tragedia americana
Un viaje al interior de 'The Wire', la serie televisiva convertida en objeto de culto
La mejor serie de la historia. La mejor serie de la historia. La mejor serie de la historia. Empez¨® como una cantinela, se convirti¨® en un estribillo susurrado al o¨ªdo y ha acabado siendo una letan¨ªa, un mantra que los fans recitan sin descanso.
La novela victoriana, la mitolog¨ªa griega, Shakespeare, Tolstoi, Eur¨ªpides, S¨®focles y Esquilo, Pynchon y Dickens, todos y cada uno de ellos han sido mentados como referentes. Estamos hablando de televisi¨®n, aunque no lo parezca.
The Wire empez¨® a emitirse el 2 de junio de 2002. La serie era la hijastra de The Corner, la adaptaci¨®n de un libro de David Simon y Ed Burns que hablaba de Baltimore, de su degradaci¨®n, de la podredumbre de sus calles. El libro gust¨® a la cadena de televisi¨®n HBO, que decidi¨® producir una miniserie. Poco tiempo despu¨¦s, los dos escritores presentaban un proyecto mucho m¨¢s ambicioso cuya trama transcurr¨ªa tambi¨¦n en Baltimore: The Wire.
John Connolly, Tom Waits o Barack Obama se declaran 'fans' de la serie
David Simon: "The Wire' viola muchos t¨®picos de la televisi¨®n epis¨®dica"
Muchas televisiones, entre ellas la BBC, rechazaron la serie "por su complejidad"
Diarios como 'The New York Times' le han dedicado sus editoriales
El otro cocreador, Ed Burns, estuvo en Vietnam y luego fue detective privado
Traficantes, polic¨ªas, sindicatos y periodistas est¨¢n en el punto de mira
El t¨ªtulo hac¨ªa referencia al sistema de escuchas que se utiliza -principalmente- para combatir el narcotr¨¢fico en Estados Unidos, pero al mismo tiempo era un juego de palabras sobre la conexi¨®n entre los diferentes ¨¢mbitos en los que se mueve el dinero de la droga, sus disc¨ªpulos, las fuentes de donde mana, los tipos a los que influye.
The Wire no ha batido ning¨²n r¨¦cord de espectadores, ni siquiera ha podido competir en cifras con series menores (se desconocen sus cifras en on demand, ya que HBO es una cadena de televisi¨®n por cable y sus audiencias no son p¨²blicas), sin embargo hay pocas series tan alabadas, discutidas y comentadas.
Por ella han pasado escritores de la talla de George P. Pelecanos, Richard Price o Dennis Lehane; y personajes como John Connolly, Tom Waits (quien accedi¨® a que su canci¨®n Way down the hole fuera utilizada en los cr¨¦ditos iniciales) o el mism¨ªsimo Barack Obama se han declarado incondicionales de la serie.
"Mis est¨¢ndares en lo que a verosimilitud se refiere son simples y rigen mi prosa desde que empec¨¦ a escribir: que se joda el espectador medio". David Simon trataba as¨ª de explicar con claridad al escritor ingl¨¦s Nick Hornby (autor de Fiebre en las gradas y Alta fidelidad y, c¨®mo no, fan¨¢tico de la serie) qu¨¦ persegu¨ªa con el proyecto. "The Wire est¨¢ violando un buen n¨²mero de convenciones y t¨®picos de la televisi¨®n epis¨®dica", recalcaba el creador y guionista a Nick Hornby en la revista The Believer.
Simon es un hombre con historia: nacido en el seno de una buena familia y estudiante de suficiente, pronto sinti¨® la llamada de la selva y se alist¨® en un peri¨®dico universitario (donde coincidi¨® con David Mills, quien a la postre coescribir¨ªa algunos episodios de The Wire). All¨ª encontr¨® un terreno f¨¦rtil para su verbo cabreado y fue capaz de sacar de sus casillas a varios estudiantes y profesores, a los que no gustaba la mala leche del joven de Washington. Unos a?os despu¨¦s consigui¨® un empleo en el Baltimore Sun. "Me contrataron en el 84 y empec¨¦ a producir mis propias historias, muchas de ellas relacionadas con el crimen, la pol¨ªtica...", cuenta el protagonista en un excelente art¨ªculo de Margaret Talbot -que califica a la serie de "cruzada"- en la revista The New Yorker. "Un d¨ªa qued¨¦ en la biblioteca con un polic¨ªa, un t¨ªo que pod¨ªa ser una gran fuente para mis art¨ªculos". Aquel "t¨ªo" result¨® ser Ed Burns, veterano de Vietnam y uno de los primeros detectives en los Estados Unidos en utilizar las escuchas en tel¨¦fonos privados y las c¨¢maras ocultas de forma combinada. Uno de los peces gordos que caz¨® era un traficante llamado Melvin Williams. David Simon escribi¨® la historia para el Sun.
Burns dej¨® la polic¨ªa en 1991, despu¨¦s de 20 a?os de servicio, obsesionado con una vieja y alocada idea: ser maestro. En una entrevista que se puede leer en la web de HBO, ¨¦ste confiesa que "en Baltimore siempre van cortos de profesores, as¨ª que si tienes dos piernas, dos brazos y dos ojos te suplican que trabajes para ellos".
Ese mismo a?o Simon public¨® Homicide: A Life on the Street (que m¨¢s tarde se convertir¨ªa en una serie de televisi¨®n) y casi al un¨ªsono los dos empezaron a escribir The corner: A Year in the Life of a City Inner-neighbourhood, una negr¨ªsima visi¨®n de los bajos fondos de la ciudad.
Simon ya era objeto de odio por parte de la clase pol¨ªtica de Baltimore y de algunos activistas locales que cre¨ªan que su propaganda negativa de la ciudad no llevaba a ninguna parte. En 1995 dej¨® el peri¨®dico por problemas de todo tipo con la direcci¨®n (sus antiguos jefes siguen tach¨¢ndole de "obseso") y empez¨® a forjar la idea de crear "un universo entero" con n¨²cleo en Baltimore. Poco despu¨¦s, el ex periodista y el ex polic¨ªa (por aquel entonces ya ejerciendo de maestro) empezaban a escribir The Wire.
En una entrevista en la web CityPaper, Simon contaba: "Cuando presentamos el show a HBO les dijimos que no quer¨ªamos hacer otra de esas series de mierda sobre procedimientos policiales que est¨¢n afectando a Am¨¦rica en la actualidad". Una serie a la que, como explicaba Richard Plepler, copresidente de la cadena, a este peri¨®dico en Londres- nadie en Estados Unidos le hizo caso hasta la cuarta temporada. Fue entonces cuando todo el mundo empez¨® a hablar de ella".
De hecho, la BBC inglesa rechaz¨® comprarla "por su complejidad", y lo mismo sucedi¨® con otras muchas televisiones (en Espa?a TNT est¨¢ emitiendo la tercera temporada) que recelaban de un proyecto con una treintena de personajes pululando, interminables l¨ªneas de di¨¢logo, acci¨®n llevada a la m¨ªnima expresi¨®n y un lenguaje tan veraz que la perspectiva de tener que mirarla sin subt¨ªtulos se antojaba una pesadilla para cualquiera que no fuera de los barrios bajos de Baltimore.
Por aquel entonces ya se hab¨ªan vuelto locos por The Wire los principales medios de comunicaci¨®n del pa¨ªs, encabezados por The New York Times y su editor, Bill Keller (amigo de Simon y fan declarado). El peri¨®dico lleg¨® a dedicar un editorial a la serie casi exigiendo a HBO que la emitiera hasta el final. Los rumores dicen que la cuarta temporada estuvo a punto de no llegar a emitirse.
Los peri¨®dicos Washington Post y Boston Globe y las revistas Slate y Entertainment Weekly la calificaron de "obra maestra" y de "hito para la historia de la televisi¨®n", y la cadena cumpli¨® con su compromiso y cre¨® "un producto que trasciende el ¨¢mbito de la televisi¨®n para convertirse en parte de la cultura popular", comentaba Michael Lombardo, presidente de operaciones de HBO para la costa Oeste en la presentaci¨®n de la nueva parrilla de la cadena para 2009.
Ambientada en una ciudad/tugurio donde el sistema apesta y la justicia es una fulana, The Wire no trata de ocultar su condici¨®n de dedo en el ojo del ciudadano medio, de bofet¨®n al pol¨ªtico de turno y, en su ¨²ltima temporada, de patada en el trasero a la profesi¨®n period¨ªstica. "El peri¨®dico que retrata Simon es un microcosmos (...) una cultura corporativa que sacrifica la verdad en el altar de la negligencia", dec¨ªa Brian Lowry en la revista Variety.
En la quinta entrega de la serie, el Baltimore Sun (y por extensi¨®n todas las redacciones del mundo) recibe el equivalente callejero a una paliza, cerrando el c¨ªrculo que empez¨® en la primera temporada, donde un grupo de polic¨ªas trataba de enchironar a Avon Barksdale y Stringer Bell, dos de los traficantes m¨¢s poderosos de Baltimore chocando una y otra vez con el muro de la corrupci¨®n. Desde entonces, la serie ha clavado el bistur¨ª a los sindicatos, polic¨ªas, pol¨ªticos, responsables del sistema educativo y (lo mejor para el final) periodistas.
Obviamente no todos han quedado contentos con la serie: en la web Goatmilk, el activista afroamericano Ishmael Reed calific¨® a David Simon de "neonazi", adem¨¢s de afirmar: "est¨¢ utilizando a los ni?os de los barrios pobres e invent¨¢ndose una nueva clase de ficci¨®n. Como en esos viejos dibujos animados racistas". Otros, como el alcalde de Baltimore, menosprecian The Wire en base a sus audiencias o "su discurso, que llama a la indiferencia". De hecho, el alcalde ha sugerido a Simon la posibilidad de irse a rodar a otra parte. Pero luego cambi¨® de opini¨®n al saber que, aunque la serie cambiara de ubicaci¨®n, el gui¨®n seguir¨ªa aconteciendo en el mismo sitio, y adem¨¢s se perder¨ªa el dinero que The Wire dejaba en la ciudad.
Burns y Simon se trasladar¨¢n ahora a Nueva Orleans para rodar una historia sobre los m¨²sicos de la ciudad en la ¨¦poca post-Katrina, mientras que hace s¨®lo unos d¨ªas se estren¨® en Estados Unidos (HBO) su ¨²ltimo trabajo, Generation Kill, basado en el libro de Evan Wright sobre la primera divisi¨®n de marines que entr¨® en combate en la guerra de Irak. Mientras tanto, y despu¨¦s de una espera de seis a?os, el espectador espa?ol podr¨¢ disfrutar de la primera temporada de The Wire sin tener que recurrir a triqui?uelas o compras cibern¨¦ticas: el 23 de septiembre, la serie aparece en DVD en nuestro pa¨ªs. La han rebautizado Bajo escucha. Ya era hora.
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