Interminable continuidad de los parques
As¨ª brama Miqueas (2, 1-5), profeta de Jud¨¢: "?Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la ma?ana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!". La cita podr¨ªa aplicarse, mutatis mutandis, a las historias que inventa cada noche durante sus insomnios el escritor septuagenario y recientemente viudo August Brill, que est¨¢ pasando la convalecencia de un grave accidente en casa de su hija (recientemente divorciada) y de su nieta (cuyo novio ha sido asesinado en Irak). Alguien que inventa cuentos en la casa del dolor para no tener que pensar en el horror de la vida. Uno de esos relatos sin destinatario tiene como protagonista a Owen Brick, un mago neoyorquino que, repentinamente, se ve inmerso en unos Estados Unidos en los que no ha ocurrido el 11-S y que se encuentran desgarrados por una nueva y devastadora guerra civil: un universo creado que imagina (seg¨²n el modelo impl¨ªcito de Sheherezade) para no tener que enfrentarse con otras pesadillas. Mundos paralelos contenidos infinitamente en ¨¦ste, seg¨²n pensaba Giordano Bruno (?v¨ªa Borges o viceversa?). La tarea asignada a Brick en el otro lado del espejo es eliminar al demiurgo que ha creado ese mundo de espanto al que ¨¦l mismo ha sido transportado, lo que me trae a la cabeza aquella obra maestra de folio y medio de Julio Cort¨¢zar que se llama 'Continuidad de los parques' (en Final de juego, 1964). En Un hombre en la oscuridad conviven, en todo caso, lo mejor y lo m¨¢s cargante de Paul Auster, uno de esos grandes narradores literarios de referencia de los que hay que leer lo bueno y lo que, aun no si¨¦ndolo tanto, sigue teniendo el list¨®n tan alto que venga Dios y lo ponga. La novela, que he le¨ªdo en cinco horas de insomnio (y sin Mario), mientras convalezco del verano madrile?o, la publicar¨¢ Anagrama en septiembre. Prep¨¢rense a robarle tiempo al sue?o para devor¨¢rsela en una sola noche. As¨ª es Auster, queridos.
En 'Un hombre en la oscuridad' conviven lo mejor y lo m¨¢s cargante de Paul Auster. Prep¨¢rense para devor¨¢rsela en una sola noche
Infrah¨¦roe
Mi suerte ha sido tener mala suerte, declara el peque?o ex camarero Jan D¨ªte en el incipit de Yo serv¨ª al rey de Inglaterra, la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de la estupenda novela hom¨®nima (Destino) de Bohumil Hrabal (1914-1997) realizada por Jir¨ª Menzel, quien ya hab¨ªa llevado a la pantalla otras obras del c¨¦lebre autor checo. A lo largo de una vida -que se proyecta sobre el tel¨®n de fondo de la historia de Bohemia, desde la Primera Rep¨²blica hasta los a?os sesenta- Jan D¨ªte s¨®lo ha tenido una obsesi¨®n: codearse con los poderosos, llegar a ser uno de ellos. A diferencia de la torrencial novela en la que se basa -y que inicia cada bloque narrativo con la expresi¨®n, caracter¨ªstica de los relatos de cantina, "prestad atenci¨®n a lo que os voy a contar ahora"-, la pel¨ªcula de Menzel relata la epopeya grotesca del camarero a partir de n¨²cleos dotados de especial significaci¨®n. D¨ªte se aproxima al triunfo anhelado cuando, tras la nazificaci¨®n de los Sudetes y la creaci¨®n del protectorado de Bohemia y Moravia, contrae matrimonio con la tambi¨¦n peque?a Lisa, una entusiasta profesora alemana de educaci¨®n f¨ªsica que regresa del frente con un tesoro con el que el antiguo camarero, convertido finalmente en millonario, puede montar su propio hotel de superlujo. Pero Lisa muere y -ay- los comunistas de Gottwald (1948) env¨ªan a la c¨¢rcel a los millonarios. La reflexi¨®n de D¨ªte con la que se inicia la pel¨ªcula y desencadena su memoria tiene lugar tras su salida de prisi¨®n, cuando, enviado a la ahora despoblada regi¨®n de los Sudetes, el antiguo aprendiz de arribista empieza a reflexionar sobre el sentido de su vida. Pero Menzel, como Hrabal, es un contador rabelesiano: el humor negro, las situaciones grotescas, el sentido de la iron¨ªa y la irrisi¨®n coexisten con enormes dosis de ternura hacia los personajes (todo lo contrario de lo que preconizaban los corifeos del socialrealismo que obligaron a Hrabal a publicar clandestinamente sus obras en forma de samizdat) para componer una f¨¢bula moral con significado universal. Si les gusta Hrabal, no se pierdan esta digna pel¨ªcula europea a la que, por cierto, la cr¨ªtica ha prestado muy poca atenci¨®n. Claro que el pobre D¨ªte no es precisamente un superh¨¦roe, que es lo que se lleva.
Currando
Hace varias semanas que no coincido en el gimnasio con el se?or Zaplana. Se conoce que en su nuevo trabajo en Telef¨®nica tiene menos tiempo libre para machacar su fibroso cuerpo que cuando era portavoz del principal partido de la Oposici¨®n, antes de que dimitiera de sus cargos "para fomentar la renovaci¨®n" en la terra m¨ªtica de su grupo. O tal vez sea que su nuevo sueldo le permite mantener un completo gimnasio privado en cada uno de los despachos que ocupa, lo que le resultar¨¢ m¨¢s conveniente, supongo. Pero lo cierto es que, tras unas semanas de extra?eza por su ausencia (cuando acud¨ªa a entrenar, sus impecables calcetines de Ralph Lauren formaban parte tan consustancial del paisaje de la sala de musculaci¨®n como el brillo de las mancuernas), en las que he echado de menos sus nerviosas maneras, ya casi no me acuerdo de ¨¦l. Sobre todo porque mi atenci¨®n se ha desplazado a la se?ora Curri Valenzuela. No es que la presentadora de Alto y Claro tambi¨¦n acuda a mi gimnasio, sino que suelo mirar (con creciente estupor) su programa matutino mientras camino en la cinta andadora a raz¨®n de 6,4 kil¨®metros por hora (250 calor¨ªas por ejercicio: me da para un johnnie walker aguado). De los siete monitores dispuestos para solaz de los aer¨®bicos andarines siempre termino dirigiendo la atenci¨®n (y los auriculares) al que da cobijo a la tertulia dirigida por la susodicha dama, a quien, a tenor del sesgo que imprime a su programa, no le ir¨ªa mal el marbete de se?ora Cuantopeormejor. Y eso que, al lado del talante que exhiben algunos de sus contertulios, do?a Curri podr¨ªa pasar f¨¢cilmente por espartaquista. Tengo que acordarme de enviarle, s¨®lo como motivo inspirador, Espa?a es mi madre (Pen¨ªnsula), un peque?o volumen que recoge (adem¨¢s del pr¨®logo de Hilari Raguer) el cap¨ªtulo quinto (titulado '?Viva Espa?a!, ?Arriba Espa?a!') de la obra hom¨®nima de Enrique Herrera Oria (1885-1951), el hermano fascist¨®n del famoso ?ngel Herrera, fundador de la Asociaci¨®n Cat¨®lica Nacional de Propagandistas, director de El Debate y, posteriormente, obispo de M¨¢laga. En todo caso, la se?ora Valenzuela ya ha entrado en la amplia n¨®mina de autores que publican en raz¨®n de su tir¨®n medi¨¢tico, algo que Temas de Hoy ha convertido desde hace a?os en una muy rentable especialidad. Por eso, y tras el succ¨¨s de scandale (entre la derecha m¨¢s rancia) de sus 100 personajes que hunden Espa?a, el mencionado sello planetario repite en septiembre con Sola, una narraci¨®n (aqu¨ª el que no corre, novela) "sobre una mujer valiente que logr¨® recuperar todo lo que la Guerra Civil le hab¨ªa arrebatado". Corren rumores de que Harold Bloom y Marcel Reich-Ranicki ya han solicitado sendos ejemplares dedicados.
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