Esperando a los ¨ªdolos
El mi¨¦rcoles por la noche fui al cine Coliseum para asistir a la premi¨¨re de esa pel¨ªcula que en su estreno en los Estados Unidos ha batido todos los r¨¦cords mundiales de recaudaci¨®n. A la hora del estreno se hab¨ªa congregado en las inmediaciones del cine una masa nutrida y expectante. Miraban el horizonte de la Gran V¨ªa, sin duda esperando que llegase alguien. Me fij¨¦ en una chica cuidadosamente vestida, calzada con sandalias, peinada, maquillada y perfumada, que se manten¨ªa ligeramente apartada de la multitud. La llamaremos 3#@. Estaba a la vez abstra¨ªda y reconcentrada, llena de s¨ª misma: llena de s¨ª a rebosar. A unos pasos, la multitud se apretaba sacudiendo unas vallas met¨¢licas que dejaban ante la entrada un ¨¢rea libre, cubierta de alfombra roja, donde hac¨ªan guardia algunos guardaespaldas en traje gris, con el pinganillo en la oreja, y algunas azafatas vestidas con camiseta negra y pantal¨®n negro. Estas azafatas eran del tipo l¨¢nguido y delgado, bonitas de cara, de melena lacia, rubia. Manten¨ªan las manos a la espalda y desprend¨ªan una sensaci¨®n de incompetencia e insustancialidad fenomenal, que s¨®lo rivalizaba con su suficiencia. Eran lo que se suele llamar "floreros" y mir¨¢ndolas me acord¨¦ de una amiga m¨ªa, que era muy fea y consciente de serlo; siempre la invitaban a las fiestas de la embajada, y me dec¨ªa: "A otras muchachas las invitan de florero, a m¨ª me invitan de arbusto". ?Qu¨¦ quieres decir, le pregunt¨¦, con eso de que vas de arbusto? "Que me invitan para hacer bulto. Para tapar una mancha de humedad en una esquina del sal¨®n. Eso es ir de arbusto". La verdad es que la pobre ten¨ªa la autoestima muy baja. M¨¢s baja no pod¨ªa tenerla. Cuando veo un arbusto en un rinc¨®n, me acuerdo de ella y siento un pinchazo. La multitud esperaba, detr¨¢s de las vallas. Me acerqu¨¦ a 3#@, la chica que estaba ligeramente apartada y llena a rebosar de s¨ª misma, y le pregunt¨¦ qu¨¦ hac¨ªa all¨ª toda aquella gente.
-Esperamos a que llegue Christian Bale.
Lo dijo con una voz profunda, aterciopelada, er¨®tica. Ella tambi¨¦n estaba all¨ª esperando a ese actor, que protagoniza la pel¨ªcula. En efecto al cabo de un rato retiraron los cucuruchos que cerraban el tr¨¢fico y llegaron las rutilantes limusinas negras. De ellas se apearon Christian Bale, Maggie Gyllenhaal y otros actores, y el director Christopher Nolan. Se les recibi¨® con una ovaci¨®n. Durante media hora, estuvieron firmando aut¨®grafos en los papelitos que les tend¨ªan, y cuando Bale se cans¨®, le dio la espalda a la masa y se meti¨® en el cine, le abuchearon un poco. Le abucheaban con amor. Luego volvi¨® a salir, del brazo de Maggie Gyllenhaal, y se acercaban a las vallas, saludaban con la mano, sonre¨ªan. Me pareci¨® percibir en aquellas sonrisas artificiales una especie de oculta repugnancia. Es comprensible: saben que en la idolatr¨ªa que se les tributa hay un enorme malentendido, y les averg¨¹enza fingir que no lo saben. Otro actor, Heath Ledger, no pudo resistir tal conocimiento, y acaba de morir por intoxicaci¨®n aguda a causa del efecto combinado de oxycodona, hidrocodona, diazepam, temazepam, alprazolam y doxylamina, es decir, una combinaci¨®n de antidepresivos, analg¨¦sicos, ansiol¨ªticos y calmantes. En la pel¨ªcula encarna a un payaso asesino, y para parecer m¨¢s perverso finge tener ese tic serpentino de sacar la punta de la lengua, ese tic que tambi¨¦n padece el periodista Pedro J.
Busqu¨¦ con la mirada a 3#@, pero ya se hab¨ªa ido; llena de s¨ª misma, y no s¨¦ si alcanz¨® a tocar al ¨ªdolo o siquiera a verlo de cerca. En cuanto a la pel¨ªcula en s¨ª, quiero ser benigno, y considerando que s¨®lo aspira a entretener y a hacerle pasar un buen rato a la gente, y que no todos tenemos los mismos gustos, s¨®lo dir¨¦ que es una mierda pinchada en un palo.
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