Vida de perro
Hay un parecido asombroso entre las personas y sus animales. O entre los animales y sus personas. Incluso cuando se trata de seres muy ex¨®ticos, como los seud¨®nimos y las boas. Siempre cre¨ª que hab¨ªa una excepci¨®n con los peces tropicales. Hasta que fui comprobando que en casi todas las peceras dom¨¦sticas va quedando un superviviente y que ese pez suele tener un parecido inquietante con el propietario. En el caso del perro y el humano la semejanza es casi aceptada como un axioma cient¨ªfico. Ese proceso de m¨ªmesis es una obra abierta que rompe muchos t¨®picos. As¨ª, uno puede encontrarse con un caniche muy parecido a un campe¨®n de lucha libre o a una escritora de novelas rom¨¢nticas con el perfil de su pitbull. El afecto va puliendo el contraste. A igual que el desafecto. Son dos herramientas de gran eficacia escult¨®rica. En Vida de perro, en 1918, el revolucionario Chaplin se atrevi¨® a contar las vidas paralelas del vagabundo, la chica del sal¨®n y un chucho callejero. La mirada los hermanaba. Desafiando el hortera tab¨² period¨ªstico, hay que denunciar y aullar contra el masivo abandono de perros, ese da?o colateral de las vacaciones humanas. Pero lo que m¨¢s impresiona estos d¨ªas son las miradas de los perros que todav¨ªa no han descubierto que han sido abandonados. El perro abandonado puede gru?ir, huir o inspeccionar con cautela tus intenciones, si es que tiene fuerzas para algo. Esto s¨ª que es un axioma: la mayor¨ªa s¨®lo acepta sin temor la cercan¨ªa de mujeres o ni?os. En cambio, los perros que no saben que han sido abandonados, y hemos visto muchos, corren detr¨¢s de los espectros de los autos con una desorientada y angustiosa diligencia. Cuando te paras, escudri?an. Preguntan con los ojos. Convencidos a¨²n de que alguien los busca. De que ha habido un error. No. La humanidad todav¨ªa no sabe que est¨¢ siendo abandonada.
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