Un llanto 'interruptus'
Una de las ceremonias m¨¢s queridas por los aficionados a la ¨®pera es la del reencuentro con aquellas obras sobre las que cimentaron su enfermiza pasi¨®n por ver a gente muri¨¦ndose cantando. El Festival de Peralada ofici¨® una vez m¨¢s el ritual del reencuentro con La boh¨¨me, de Giacomo Puccini, en una producci¨®n de la ?pera de Oviedo dirigida esc¨¦nicamente por Emilio Sagi.
Lo mejor que se puede decir de esa producci¨®n que trasladaba la acci¨®n a mediados del siglo XX es que era inofensiva y no le hac¨ªa a la obra ninguna traici¨®n mayor. Lo peor es que era innecesaria, pues no abr¨ªa ninguna luz nueva sobre la obra, la dramaturgia era la de siempre y abundaba en la tradici¨®n interpretativa, con una Mim¨ª dulce y quiz¨¢ algo menos boba de lo habitual y una Musetta algo m¨¢s pend¨®n.
Los solistas rayaron a gran nivel. La soprano ucrania Olga Mykytenko pudo con Mim¨ª, la cant¨® con ganas, sin problemas en el registro. Quiz¨¢ no despleg¨® un abanico de sutilezas y en el ¨²ltimo acto estuvo demasiado vigorosa en el gesto y en la voz para estar muri¨¦ndose de tisis. De hecho, muri¨® rebosante de salud.
Jugar un poco sucio
El tenor venezolano Aquiles Machado es un especialista en Rodolfo, les tiene tomadas las medidas tanto al personaje como a la partitura, y en Peralada compuso un personaje de gran calidad, con s¨®lo alguna peque?a apretura y tirantez en los agudos del primer acto.
El bar¨ªtono gallego Javier Franco y la soprano granadina Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno brillaron como Marcello y Musetta, y en el cuarteto del tercer acto compitieron con el d¨²o protagonista. El m¨²sico Schaunard y el fil¨®sofo Colline fueron para Manuel Esteve y Stefano Palatchi; ¨¦ste cosech¨® un merecido aplauso con su Vecchia zimarra, ¨²nica aria de la historia de la ¨®pera dedicada a un abrigo.
Muy correcta result¨® la parte coral del Cor de Cambra del Palau y opaca y desdibujada qued¨® la OBC, que no luci¨® con la direcci¨®n musical de Eiji Oue, decepcionante, plana, sin ideas, que en vez de tirar de la obra iba a remolque de los cantantes. Con La boh¨¨me la direcci¨®n musical tiene que jugar un poco sucio, hay que apretarle los tornillos a la emotividad, hay que forzar el fraseo: la obra lo tolera bien y hasta lo pide. En realidad, vamos all¨ª a llorar y es frustrante que te dejen con el llanto interruptus.
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