El ruido espanta a los vecinos
Algunos residentes se ven sorprendidos por la intensidad ac¨²stica del evento
Los vecinos que residen en torno al circuito de F-1 se despertaron ayer con un desagradable rugido de motores. Ana, de 60 a?os, sale de uno de los portales de la calle de J. J. D¨®mine, desde cuyas terrazas y azoteas se divisa a la perfecci¨®n parte del circuito. Pero Ana no est¨¢ nada contenta.
"Si cierro la ventana nos cocemos y si la abro, hablamos a gritos", dice Isabel
"Estoy orgulloso de que las carreras sean aqu¨ª", comenta Jacob, de 25 a?os.
"A las nueve de la ma?ana ya est¨¢bamos con este ruido. Se oye much¨ªsimo y eso que tenemos cristales climalit", explica mientras saluda a otra vecina de la calle, que se incorpora a la conversaci¨®n. "Anoche, a las dos de la madrugada hab¨ªa una m¨¢quina ah¨ª alisando la carretera [del circuito]. El ruido y el olor a chapapote eran insoportables", comenta la amiga de Ana. Lo ¨²nico bueno es que hay mucha polic¨ªa por el barrio y que han limpiado la zona. Ana lo tiene claro, el fin de semana en que se celebrar¨¢ el gran premio de F¨®rmula 1 se ir¨¢ de casa.
Algunos ya se han ido. Las fincas ubicadas entre los n¨²meros 153 y 157 de la avenida de Francia sufren invasi¨®n ac¨²stica extraordinaria: el circuito, a corta distancia, y frente a sus ventanas, el helipuerto. "Si cierro las ventanas, nos cocemos como pollos, porque nosotros no tenemos aire acondicionado, y si las abro, tengo que hablar a gritos, no se oye la tele, parece que est¨¦n los motores metidos en el comedor". Isabel y su marido, Manuel, buscaban ayer una alternativa para pasar el d¨ªa de hoy fuera de casa. Entre sus vecinos, una pareja con un beb¨¦ de tres meses se march¨® el viernes a casa de un familiar porque adivinaron la intensidad de la incomodidad del fin de semana que les esperaba.
Los ruidos, los cortes de calles, los accesos restringidos son algunos de los problemas que ayer denunciaban los vecinos. Entre ellos, especialmente los de Natzaret. Julio Molt¨®, presidente de la asociaci¨®n de vecinos, insist¨ªa en que el barrio est¨¢ aislado por el circuito. "La conexi¨®n en autob¨²s con la avenida del Puerto ha pasado a ser de una hora, cuando era de cinco minutos. No tenemos un acceso peatonal, siquiera provisional, por el desnivel del cauce del r¨ªo, para pasar al otro lado vamos saltando por encima de los coches para llegar a las v¨ªas. Es lamentable".
Albert, de El Cabanyal, llam¨® a la Polic¨ªa Local para quejarse del ruido, pero su problema ten¨ªa dif¨ªcil soluci¨®n. "Mi madre [81 a?os] est¨¢ muy nerviosa. Ya no sale apenas de casa y no entiende qu¨¦ provoca este estruendo".
La otra cara del evento la pusieron Miguel, de 51 a?os, y Jacob, de 25, ambos forofos del automovilismo. Miguel, que reside en el centro de Valencia, hubiera preferido un circuito urbano como el de M¨®naco. "Tenemos avenidas muy grandes y se hubiera podido hacer", comenta mientras contempla las vueltas una y otra vez de los b¨®lidos. Jacob vino con otros dos amigos m¨¢s desde Benifai¨® porque le encantan las carreras. La pena fue que nada m¨¢s llegar tuvo que esperar tres horas al sol para poder entrar al circuito por la puerta G (de la Malva-rosa). Nadie les dio explicaciones, pero atribuyen la larga espera a que las gradas no estaban acabadas de montar todav¨ªa en esa zona. Pero este tropiezo no le agu¨® esta cita, por la que pag¨® los 22 euros que costaba la entrada. "Estoy orgulloso como valenciano de que hagan las carreras aqu¨ª", aseguraba. Y sobre el ruido, entiende el malestar de los vecinos y, como aficionado, anticipa que con la F-1 ser¨¢ peor a¨²n.
Entre los entusiasmados tambi¨¦n estaba el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que, rodeado de pol¨ªticos, desembarc¨® a media tarde en el circuito, "un sue?o", dijo, y "una pieza clave del atractivo de la Comunitat en un sector estrat¨¦gico de la regi¨®n como el turismo".
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