La crisis es un cambio con riesgos y oportunidades
Est¨¢n corriendo r¨ªos de tinta en los ¨²ltimos meses sobre nuestra situaci¨®n econ¨®mica y sus consecuencias sociales y pol¨ªticas. Yo mismo he opinado y he tenido que reivindicar que hace 14 meses mi sindicato hizo p¨²blico un texto, que tuvo irregular acogida, en el que se hablaba del fin de un ciclo y de la oportunidad, existente en todas las crisis, para reconstruir con otras bases una econom¨ªa que daba signos de agotamiento. Tras el largo par¨¦ntesis en el que se dirim¨ªa si est¨¢bamos en desaceleraci¨®n, en el camino de una recesi¨®n, en una crisis end¨®gena o ex¨®gena, hoy parece que se conviene en que estamos en una situaci¨®n peligrosa. Nuestra econom¨ªa no crece, aumenta el desempleo, suben los precios, el presupuesto de las administraciones p¨²blicas es deficitario, el derrumbe de determinadas "empresas" deja boquetes en instituciones financieras, y todo esto "nos ha ocurrido" en la peor de las pistas de aterrizaje: una grav¨ªsima crisis financiera internacional.
"Nuestro modelo de crecimiento era vistoso, pero ten¨ªa los pies de barro y no era sostenible"
"No hay buena terapia sin buen diagn¨®stico. Hay que reconocer errores y sacar conclusiones futuras"
Ahora se someten a debate las recetas para esta grave patolog¨ªa. Han aparecido las del repertorio cl¨¢sico (rebajas de impuestos, rebajas de cotizaciones sociales, aligerar costes de la mano de obra, aligerar restricciones para el despido, austeridad de las administraciones p¨²blicas, etc¨¦tera) que chocan frontalmente con otras restricciones no menos objetivas: las dificultades de las administraciones para gestionar servicios y prestaciones b¨¢sicas, sanidad, educaci¨®n, desempleo, lo que demuestra que, al igual que en todas las crisis, no s¨®lo las econ¨®micas, a las dificultades generadas por la misma crisis se a?aden las generadas por la insuficiencia de instrumentos de intervenci¨®n, quiz¨¢s malgastados indebidamente antes.
Los que critican al Gobierno por no intervenir con m¨¢s contundencia lo hacen, a veces, viendo el toro desde la barrera, que es tanto como desde el no gobierno. Todas las ideas deben ser tomadas serenamente en consideraci¨®n pero, como ocurre con la farmacopea, leyendo los llamados "efectos secundarios".
Creo que se requiere un gran acuerdo, aunque fuera impl¨ªcito, anclado en dos principios. Primero, no aumentar el da?o para la mayor¨ªa y, segundo, dise?ar una hoja de ruta distinta para nuestra econom¨ªa futura, porque el futuro es tan importante como el presente. Digo esto porque si no reconocemos el car¨¢cter end¨®geno de nuestro ciclo econ¨®mico, repetiremos mec¨¢nicamente dentro de unos a?os estos desgraciados episodios. Nuestro modelo de crecimiento era muy vistoso (crecimiento del PIB, crecimiento del empleo, saneamiento de las cuentas p¨²blicas que permit¨ªa rebajas de impuestos directos), pero ten¨ªa los pies de barro en cuanto a sostenibilidad (fiar todo a la capacidad de las familias y las empresas para endeudarse a medio y largo plazo, fiar casi todo al aprecio de la vivienda residencial, fiar casi todo a unos tipos de inter¨¦s reales negativos, no mirar el saldo negativo de la balanza de pagos -endeudamiento exterior- que sigue batiendo r¨¦cords, fiar casi todo al incremento masivo de mano de obra barata y poco productiva). Topaba con la l¨®gica m¨¢s elemental porque habitamos, y hemos presumido de ello, el pa¨ªs con la econom¨ªa m¨¢s abierta de la UE, con una moneda fuerte, por fin, controlada por el Banco Central Europeo y en una econom¨ªa global ultracompetitiva donde el castigo por no mirar la cara mala de este modelo de crecimiento perverso es el ajuste.
Y ahora estamos en la etapa de ajuste. En el ajuste de empleo y del valor de nuestros activos, en especial los inmobiliarios.
Es importante saber lo que nos pasa y por qu¨¦ nos ha pasado. No hay buena terapia sin buen diagn¨®stico. Por ello, creo que hay que comenzar por reconocer errores propios para no repetirlos y sacar conclusiones para el futuro: nuestra principal riqueza es el capital humano y lo hemos maltratado (sistema educativo francamente mejorable, mucho empleo precario, inmigraci¨®n masiva proc¨ªclica). Si queremos no deber tanto (un bill¨®n y medio de euros es nuestra deuda exterior) deberemos ahorrar m¨¢s para invertir o gastar m¨¢s. Si queremos no depender de otros deberemos producir m¨¢s -no s¨®lo viviendas- para vender m¨¢s fuera de nuestras fronteras y esto significa elevar la potencia de nuestro aparato industrial haciendo todo lo que predicamos en relaci¨®n con I+D+i. Si queremos depender de nosotros mismos en mayor medida deberemos resolver algo en relaci¨®n con nuestro modelo energ¨¦tico, que es el m¨¢s dependiente del exterior de todos nuestros vecinos. Y si queremos ser m¨¢s independientes y m¨¢s potentes no deber¨ªamos seguir fragmentando nuestro mercado interno.
Si nos ponemos de acuerdo en estas cosas, y lo digo con bastante escepticismo, lo que debemos hacer ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil de explicar y de hacer.
Desde mi posici¨®n, y dando por supuesto que las l¨ªneas anteriores justifican mis recetas, habr¨ªa que pensar primero en las v¨ªctimas, en los parados, nacionales o inmigrantes, porque son personas, no fungibles, y requieren cobertura econ¨®mica y dotaci¨®n de empleabilidad futura. Y tambi¨¦n asegurarnos primero que, al socaire de la crisis y el revuelo, no deben ser derruidas instituciones que garantizan la cohesi¨®n y la pervivencia de nuestra econom¨ªa y nuestra sociedad: la Seguridad Social, las relaciones laborales pac¨ªficas, la unidad de mercado; porque, no s¨®lo no avanzar¨ªamos, sino que retroceder¨ªamos si destruimos estas y otras cosas que hemos levantado en estos ¨²ltimos 30 a?os.
Y habr¨ªa que pensar, en segundo lugar, en c¨®mo querr¨ªamos que fuera nuestra econom¨ªa cuando el ciclo econ¨®mico mundial mejorase. Yo quiero otro modelo de crecimiento, basado en la producci¨®n de bienes y servicios de alto valor a?adido, que gane mercado exterior e invierta nuestra balanza comercial y que genere empleos cualificados, m¨¢s productivos y menos precarios. Para ello hay que llenar nuestros d¨¦ficits educativos desde los escalones inferiores hasta los m¨¢s altos. Para ello, tambi¨¦n, hay que desincentivar las inversiones en proyectos ef¨ªmeros y cortoplacistas e incentivar las que vayan a generar tejido empresarial m¨¢s consistente, competitivo y moderno. Aqu¨ª las prioridades fiscales deber¨ªan operar desde ahora.
Hay que abordar un debate no trucado sobre c¨®mo resolver nuestra dependencia energ¨¦tica, siendo conscientes de los l¨ªmites que nos impone el mundo y siendo conscientes de que todas las fuentes energ¨¦ticas tienen pros y contras, pero que deberemos optar por aquellas que nos garanticen mejores precios, mayor autonom¨ªa y menos impacto medioambiental.
La inmigraci¨®n, para que sea un ¨¦xito para los inmigrantes y para nosotros, debe basarse en la posibilidad de integrar laboral y econ¨®micamente a las personas que puedan trabajar aqu¨ª. El Estado social no es compatible con la desregulaci¨®n y con el empleo ilegal. Las empresas de determinados sectores han podido ser favorecidas por la inmigraci¨®n masiva pero deben contribuir, con la legalidad de la contrataci¨®n, a que la sociedad pueda asumir el coste de la integraci¨®n.
De la crisis deber¨ªamos aprovechar lo malo para extraer algo bueno: reflexi¨®n sobre nuestros males y sus posibles correcciones. Yo creo que, incluso en un contexto internacional beneficioso, nuestro modelo "har¨ªa aguas", y no debemos responsabilizar "al mundo" de nuestros propios vicios o errores. -
Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo Velilla es secretario general de Comisiones Obreras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.