Pap¨¢ y Dios dicen que me case
El diario de una ni?a obligada a esposarse revela las pr¨¢cticas de la secta de Tejas
"Se me ha mostrado que debo oficiar tres uniones matrimoniales esta noche". El 27 de julio de 2006, Warren Jeffs, profeta de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los ?ltimos D¨ªas, detall¨® en su diario las revelaciones divinas que hab¨ªa recibido aquel d¨ªa. Una de ellas le hab¨ªa indicado que casara a tres menores. Entre ellas, su propia hija de 15 a?os, Teresa Jeffs. Deb¨ªa entregarla a un hombre de 38 a?os. "Reun¨ª a mi hija y a su madre, Annette, esta tarde para explicarles c¨®mo ser esposas celestiales y mantenerse al lado de su marido, siempre". Aquella noche, el profeta dio a su hija en matrimonio espiritual en el rancho Anhelo de Si¨®n, en Tejas. El marido elegido por Dios era Raymond Jessop, hijo de un obispo de la secta, Merril Jessop, gerente del rancho y el lugarteniente de Jeffs.
Las menores deben tener hijos para "llenar la tierra de fieles"
"Mi padre me dijo que el Se?or quer¨ªa que me casara esta noche. Me pregunt¨®: ?Qu¨¦ opinas? ?Est¨¢s dispuesta?", anot¨® Teresa en su diario. La voluntad de Dios es inquebrantable en la secta fundamentalista mormona. La voz del profeta es la ¨²nica verdad. "El Se?or me bendijo y me dio fuerzas para casarme el 27 de julio de 2006, un d¨ªa despu¨¦s de haber cumplido los 15 a?os", escribi¨® la menor en su libreta cinco meses despu¨¦s. De las ni?as se espera que mantengan relaciones sexuales desde el primer instante de matrimonio para quedar embarazadas y "llenar la tierra de fieles".
Aquel fue un d¨ªa especial para la familia Jeffs. La misma noche del 27 de julio, a las ocho y media, el profeta, el l¨ªder de todos los "santos" fundamentalistas, el t¨ªo Warren, tom¨® una nueva esposa. "Le doy las gracias a Dios por ese regalo y esta bendici¨®n", escribi¨® Jeffs. Ella ten¨ªa 12 a?os y era, a su vez, hija del obispo Merril Jessop. Ambos intercambiaron a sus propias hijas. "Delegu¨¦ en Merril para que oficiara la uni¨®n. Y as¨ª se uni¨® a Merianne Jessop con Warren Jeffs. ??se soy yo!", dice el profeta en su diario.
Estos escritos personales han llegado al juzgado del condado de Schleicher, en el oeste de Tejas. La polic¨ªa registr¨® el rancho Anhelo de Si¨®n el pasado abril, y encontr¨® cientos de diarios, cintas grabadas, ¨¢lbumes fotogr¨¢ficos y discos duros que se est¨¢n usando para determinar qu¨¦ tipo de abusos hubo en ese recinto desde que la secta lo compr¨®, en 2004.
Junto al diario de Warren Jeffs, se ven las fotos del d¨ªa de su boda. Son seis im¨¢genes en que Jeffs luce traje negro con corbata blanca. La ni?a, Merianne Jessop, le llega a la altura del pecho. Ataviada con uno de los trajes que obligan a llevar a las mujeres de la secta, de color pastel y abotonado hasta el cuello, se aferra a las manos de su marido, su nuevo due?o y se?or. Tambi¨¦n se encontraron muchas otras fotograf¨ªas en las que se ve a Jeffs "besando a ni?as como si fueran sus mujeres", seg¨²n un escrito judicial. Se calcula que el profeta tiene m¨¢s de 60 esposas entre los asentamientos de la secta en Tejas, Arizona, Utah y la Columbia canadiense.
Un mes despu¨¦s de este matrimonio, un polic¨ªa de tr¨¢fico de Nevada detendr¨ªa a Jeffs en las afueras de Las Vegas. Ten¨ªa una orden de arresto y hu¨ªa en un Cadillac rojo, con tres pelucas de mujer, 16 tel¨¦fonos m¨®viles, cuatro ordenadores y 55.000 d¨®lares en efectivo. Ser¨ªa extraditado a Utah, donde se le conden¨® a 10 a?os de c¨¢rcel por concertar el matrimonio de Elissa Wall, de 14 a?os, con su primo hermano, de 19.
A Jeffs le espera otro juicio en Arizona, acusado tambi¨¦n de organizar matrimonios con menores de edad. Y ahora se le ha a?adido un tercero. La jueza Barbara Walther, del condado de Schleicher, ha inculpado al profeta y a otros cinco sacerdotes de la secta por "cr¨ªmenes asociados con el abuso de menores y la poligamia". Tras el juicio en Arizona, Jeffs se sentar¨¢ en el banquillo en Tejas para responder por lo sucedido en el rancho Anhelo de Si¨®n.
Jeffs traslad¨® a este rancho a sus seguidores m¨¢s incondicionales. All¨ª, se cas¨® a ni?as de no m¨¢s de 15 a?os con obispos. Unirse a un anciano es s¨ªmbolo de poder, pero limitado: a las mujeres se las considera, literalmente, propiedad de la secta. Cada sacerdote u obispo debe tener, al menos, tres mujeres, para alcanzar el cielo. Cuantas m¨¢s esposas, m¨¢s r¨¢pido se entra en el para¨ªso.
La Agencia de Protecci¨®n de Menores traslad¨®, a principios de abril, a los 440 ni?os de Anhelo de Si¨®n al Fuerte Concho y, luego, a diversos puntos de Tejas con familias de acogida. En mayo, el Tribunal Supremo del Estado orden¨® que los ni?os volvieran con sus padres ya que el "riesgo de abuso no era inminente". Ahora parece que la jueza Walther tiene pruebas suficientes como para imputar a Jeffs y a una buena parte de sus sacerdotes.
"Esto es un intento desesperado del Estado de Tejas de lavarse las manos despu¨¦s de la barbarie que organizaron en su primer registro del rancho", dijo el mi¨¦rcoles un portavoz de la secta, Willie Jessop, que calific¨® esta situaci¨®n de "genocidio". Natalie Malonis, abogada de oficio que defiende a Teresa, la hija de Warren Jeffs, respondi¨®. "La imputaci¨®n demuestra que hab¨ªa un gran peligro para estos ni?os".
La relaci¨®n entre Malonis y su cliente es tormentosa. Teresa no se siente representada por ella. El 20 de junio escribi¨® a la jurista un correo electr¨®nico que dec¨ªa: "C¨¢llese la boca y deje ya de llamarme v¨ªctima de un abuso sexual. Estoy harta de que se me llame eso cuando no soy ninguna v¨ªctima de abusos sexuales y usted no tiene ninguna prueba que demuestre que yo haya tenido relaciones sexuales". En su mundo, el del mormonismo fundamentalista, Teresa se considera libre porque la libertad es hacer lo que Dios quiere. Las normas del resto de los mortales no cuentan. S¨®lo importa lo que el Se?or diga, y el Se?or s¨®lo habla por la boca de una persona, la de su propio padre, el profeta Warren Jeffs. Lo dem¨¢s es pecado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.