Intercambio er¨®tico de poder
Se conoce como Intercambio Er¨®tico de Poder (EPE en su originaria versi¨®n inglesa) el cambio de papeles en la amplia cultura del Bondage (amarrar con cuerdas)-Dominaci¨®n-Sadomasoquismo. Unas veces mandas, otras obedeces, unas veces arriba, otras abajo. Como en pol¨ªtica.
Los actores de esta pel¨ªcula utilizan seud¨®nimos para proteger su privacidad. Los nombres elegidos no dejan de ser altos, sonoros y significativos: Takeshi en japon¨¦s significa hombre fuerte, y Momoko, flor de melocot¨®n, siendo el sufijo ko -jovencita- muy frecuente en nombres femeninos. (En la pel¨ªcula nunca se pronuncian los nombres de los personajes, as¨ª que seguiremos llam¨¢ndoles por los nombres que aparecen en los cr¨¦ditos). El t¨ªtulo espa?ol, Mazmorras del placer, es la t¨ªpica translaci¨®n oportunista de su anfibol¨®gico t¨ªtulo japon¨¦s, de significado gaseoso. En cambio, el contenido de la pel¨ªcula es bastante contundente. Los dos personajes se conocen en una "dominaci¨®n ecuestre", seg¨²n el di¨¢logo, durante una exhibici¨®n de circo. Aquellas im¨¢genes equinas son evocadas, susurradas, por el joven Takeshi al o¨ªdo de Momoko. Porque todo el filme se desarrolla en una misma casa. No, la casa no es ni muy moderna ni muy lujosa, sino de un spanish-style del Hollywood de los a?os treinta. Por all¨ª circula la pareja de amantes, siempre pegados el uno al otro, en una ininterrumpida uni¨®n sexual, como lapas amorosas, o, simplemente, como dos personas haciendo el amor sin l¨ªmites.
La pel¨ªcula tiene una duraci¨®n de tres horas y media, sin que los cuerpos de nuestros h¨¦roes se desencolen de su estrecho, infinito, abrazo. El m¨¦rito est¨¢ en continuar as¨ª sin llegar a ning¨²n suspiro final, a ninguna satisfacci¨®n definitiva. Por turnos, una veces es Momoko quien lleva la iniciativa, quien pone a prueba el autocontrol de Takeshi para no ultimar el placer. Otras veces es ¨¦l quien lleva al l¨ªmite a su pareja, resistiendo ¨¦sta como Agustina de Arag¨®n a la entrega de la plaza. Por lo dem¨¢s, la vida de la pareja fluye con normalidad. Acompasan ambos cuerpos, como si tuvieran cuatro brazos y cuatro piernas, para cocinar, leer el peri¨®dico (en realidad, cada uno de ellos, una parte del peri¨®dico), apuntar cosas para el pedido de la compra, y para sacar la basura al descansillo. Los di¨¢logos son sencillos y funcionales:
-Me toca humillarte, cari?o.
-Cielo, ?has llamado a mam¨¢ por su cumplea?os?
Una pareja tan unida no deja de tener problemas, por ejemplo, los celos de Takeshi.
-?Piensas en alguien? ?Es as¨ª como puedes resistir la culminaci¨®n?
La novedad t¨¦cnica que nos trae el director Kenji Fukunaka, quienquiera que ¨¦ste sea, es el planteamiento de un encordamiento doble del amo y del esclavo, por hablar en t¨¦rminos acad¨¦micos. Hasta ahora, quien ataba o encadenaba al otro era el Master, y el atado, el Sumiso o Perro. As¨ª fue toda la vida, pero ahora el director o directora japon¨¦s nos presenta el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, el triple salto mortal del shibari (termino japon¨¦s para el amarre er¨®tico), nada menos que una pareja voluntariamente encadenada el uno al otro. Hasta la muerte.
Momoko y Takeshi, con sus j¨®venes cuerpos atados y amordazados, con sus pieles bien hidratadas para evitar herirse con las cuerdas de seda y c¨¢?amo, s¨®lo pueden entenderse con gemidos, con gru?idos, y con los mensajes de SMS que se env¨ªan mutuamente para permitir, en caso extremo, enviar la palabra ?basta! e interrumpir el shibari. Nunca la escriben, nunca interrumpen su relaci¨®n. El poder aparece consensuado y compartido, sin que ninguno pueda separarse, pero tampoco llegar al goce. Y, por eso, en vez de aparecer la palabra fin, en el ¨²ltimo minuto s¨®lo se proyecta la palabra Continuar¨¢.
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