En el aniversario del golpe de Obiang
Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, acaba de cumplir 29 a?os en el poder. Ocup¨® la presidencia el 3 de agosto de 1979, tras derrocar y fusilar a su t¨ªo Francisco Mac¨ªas, el primer mandatario que tuvo el pa¨ªs tras independizarse de Espa?a. Obiang obtuvo el benepl¨¢cito de casi todos, guineanos y extranjeros, al poner fin a una tiran¨ªa oprobiosa. Parec¨ªa conciliador: prometi¨® libertad, reconstruir un pa¨ªs devastado tras once a?os de terror, el retorno de los exiliados y la reconciliaci¨®n. Neg¨® que el suyo fuera un golpe de Estado; lo llam¨® "golpe de libertad".
Pura falacia. No se rebel¨® por patriotismo o piedad por su pueblo; entonces teniente coronel y viceministro de Defensa, Obiang actu¨® por miedo y ambici¨®n. El Tigre recelaba del poder acumulado por su sobrino, iba a sustituirle por uno de sus hijos formado en un pa¨ªs comunista, y el valido atac¨® antes de ser cesado.
Un d¨ªa de agosto, Obiang derroc¨® a su t¨ªo y se convirti¨® en el nuevo tirano de Guinea Ecuatorial
Cuando afirm¨® que devolver¨ªa la soberan¨ªa al pueblo y no se perpetuar¨ªa en el poder, la mayor¨ªa le crey¨®. Pocos nos manifestamos esc¨¦pticos, no por radicales, sino porque analizamos su historial: hab¨ªa sido la mano derecha de Mac¨ªas y el brazo ejecutor de su pol¨ªtica sanguinaria.
Pese a su empe?o en lavar su imagen a golpe de petrod¨®lares, la realidad est¨¢ ah¨ª: poco despu¨¦s de la independencia, Obiang ejecut¨® a Bonifacio Ondo Edu, el presidente de la Guinea aut¨®noma y candidato presidencial. En 1975, Mac¨ªas abandon¨® la isla de Bioco temiendo una invasi¨®n nigeriana, y se retir¨® a Bata y luego a su aldea natal. S¨®lo regresar¨ªa a la capital para ser juzgado y ajusticiado. En esos cuatro a?os, la isla, sus habitantes, las fincas de cacao y dem¨¢s "bienes abandonados" por los colonos espa?oles, quedaron a merced del virrey Obiang, quien fue eliminando a todos los militares y civiles destacados. Desaparecieron varios compa?eros de cursillo en la Academia Militar de Zaragoza, y pol¨ªticos como Job Obiang, Buenaventura Ochaga, Jes¨²s Alfonso Oyono o el sacerdote Jos¨¦ Esono. Se conocen, pero no interesa que se recuerden, hechos como la brutal represi¨®n contra aldeanos bubis en Basakato del Este.
Tales tropel¨ªas se atribu¨ªan a Mac¨ªas, pero ¨¦ste supo de muchas de ellas despu¨¦s de consumadas. En su proceso -anotaron observadores internacionales asistentes-, Mac¨ªas quiso delimitar las responsabilidades ("Yo era jefe de Estado, no jefe de c¨¢rcel", dijo), pero el tribunal militar, cumpliendo ¨®rdenes, le impidi¨® hablar.
Para quienes conoc¨ªamos estos antecedentes, era dif¨ªcil creer que libertad y desarrollo llegasen de la mano del nuevo amo; pero se acall¨® la discrepancia para que Obiang consolidara su poder. Si quienes pod¨ªan hubiesen ejercido la presi¨®n necesaria, todo ser¨ªa distinto.
Pocos dirigentes han tenido tantas oportunidades como Obiang. Durante 29 a?os ha gozado de la benevolencia de la comunidad internacional. Un pa¨ªs de medio mill¨®n de habitantes recibe asistencia de casi todas las naciones pr¨®speras del mundo, sin que tan nutrida cooperaci¨®n se note en la vida cotidiana del pueblo. Desde 1991, Guinea Ecuatorial produce ingentes riquezas, petr¨®leo y gas, cuyos beneficios acapara la "familia presidencial", mientras la gente vegeta en una miseria espantosa; no hay agua potable ni en la capital, y los apagones el¨¦ctricos duran meses.
En casi tres d¨¦cadas de absolutismo, Obiang no ha resuelto un solo problema, pero ha creado muchos: pa¨ªs exportador de madera, los ni?os deben llevar los bancos a la escuela si no quieren sentarse en el puro suelo; la sanidad no existe, pues los jerarcas del sistema son due?os de los hospitales dignos de tal nombre y, en todo caso, resultan inasequibles por caros; mientras, los poderosos salen al exterior a la m¨¢s m¨ªnima dolencia. No hay una sola librer¨ªa, cine ni teatro; los medios de comunicaci¨®n son estatales, o pertenecen a familiares del Jefe. Las ¨²nicas expansiones del guineano son alcohol y sexo.
Crece la disidencia en las minor¨ªas ¨¦tnicas. Torturas y suicidios son habituales en comisar¨ªas y c¨¢rceles; pese a los indultos propagand¨ªsticos, hay presos pol¨ªticos; no es exagerado considerar el pa¨ªs entero un campo de concentraci¨®n en el que nada ni nadie se mueve salvo por voluntad de Obiang. La corrupci¨®n, el nepotismo y el tribalismo son de antolog¨ªa. Retrocede el desarrollo pol¨ªtico: el Libertador gana las elecciones con el 99,9% de los sufragios, y lo controla todo, hasta las transferencias bancarias. Jefe del Ej¨¦rcito y de las fuerzas de seguridad, nombra y cesa a ministros, jueces, diputados y funcionarios.
Su err¨¢tica pol¨ªtica exterior crea conflictos por doquier. Obiang es un aut¨®crata apestado, seg¨²n demuestran su gira latinoamericana de principios de a?o, o el se¨ªsmo provocado en Uruguay por la sola menci¨®n de su posible presencia en la toma de posesi¨®n del presidente electo. Se amist¨® con lo peor de ?frica, Robert Mugabe, el tirano de Zimbabue, y Denis Sassou-Nguesso, el liberticida de Brazzaville.
?Qu¨¦ esperar de quien afirma que s¨®lo ocupar¨¢ su silla aquel que haga lo que ¨¦l hizo? Nunca dejar¨¢ el poder: consciente de su trayectoria, tiene p¨¢nico a los tribunales. As¨ª impuso en la Constituci¨®n -perge?ada a finales de 1991 para distraer a Felipe Gonz¨¢lez- una cl¨¢usula perversa: no podr¨¢ ser juzgado por actos cometidos "antes, durante y despu¨¦s de su mandato".
Donato Ndongo-Bidyogo es escritor y periodista guineano.
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