Villa Nadal
Asediado por periodistas y admiradores, el tenista es la gran estrella de la residencia ol¨ªmpica
Fue la carga del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa en el aeropuerto de Pek¨ªn. Tommy Robredo tuvo que ponerse a repartir codazos. Los periodistas, concentrados por decenas, siguieron corriendo y corriendo entre gritos y tropezones mientras la polic¨ªa intentaba frenarlos con sus manos enguantadas. Hubo postes y peanas derribadas. Y Rafael Nadal, quien el 18 de agosto reemplazar¨¢ al suizo Roger Federer como n¨²mero uno del tenis mundial, vivi¨® el momento entre empellones, escuchando gritos de "?t¨² eres el favorito!" y convertido en objeto de deseo a su llegada a los Juegos. El jaleo fue may¨²sculo. Nadal esper¨® unas maletas que nunca aterrizaron y acab¨® llegando a la Villa Ol¨ªmpica pr¨¢cticamente acompa?ado por los agentes. Faltan dos d¨ªas para la inauguraci¨®n de los Juegos y ning¨²n deportista hace sombra al espa?ol. Hoy es la gran estrella de la bulliciosa villa, en la que faltan Federer, enclaustrado en un hotel, y la mayor¨ªa del equipo estadounidense. Ma?ana ser¨¢ el terror oculto en el bombo: se sortear¨¢ el cuadro de la competici¨®n, que comenzar¨¢ el d¨ªa 10.
Rafa Nadal en Pek¨ªn 2008 |
El tenis en los Juegos |
La representaci¨®n espa?ola |
"La polic¨ªa estaba de mostrador", se sonre¨ªa ayer Nadal, con la camiseta empapada en sudor, mientras recordaba su experiencia del lunes; "fue un poco m¨¢s duro de lo habitual". Y tanto. "Lo del aeropuerto fue de locos", resumi¨® Robredo; "yo iba por delante, abriendo el paso, y me lo cerraron de golpe. Tuve que repartir codazos para ver si pod¨ªa salir. Si entro yo solo, no pasa todo eso, pero Rafa mueve una cantidad incre¨ªble de gente". Coincide Pepo Clavet, su entrenador: "?C¨®mo se le abalanzaron en cuanto le vieron aparecer!".
Lleg¨® Nadal a la villa, se dirigi¨® a la puerta 5 y se encontr¨® con su apartamento, que tiene aire acondicionado, Internet y un sistema de rayos infrarrojos a modo de candado lector de las huellas dactilares del inquilino. Muchas cosas para los 22 metros cuadrados habitables que tiene de media cada deportista. Muy pocas comparadas con las de los hoteles de cinco estrellas que siempre enmarcan la vida de los tenistas. "Es algo distinto a lo que estamos habituados", reconoci¨® sin torcer el gesto el mallorqu¨ªn, que ocupa la ¨²nica habitaci¨®n individual del piso que compartir¨¢ con Nicol¨¢s Almagro y David Ferrer.
Desde el lunes, Nadal disfruta de un par¨¦ntesis en la solitaria vida del tenista. Es un deportista entre deportistas, entre jugadores de b¨¢dminton y practicantes del tiro ol¨ªmpico. Y la situaci¨®n, uniforme espa?ol sobre el pecho y cientos de amigos por hacer, le dej¨® intentando ahuyentar al jet-lag mientras descubr¨ªa que el precio de la fama tambi¨¦n se cobra su peso en oro cuando se est¨¢ rodeado de compa?eros de fatigas.
"Tenemos un edificio muy bien situado, al lado del restaurante y de la zona de jugadores, donde hay unas m¨¢quinas, una piscina y un gimnasio", describi¨® Robredo; "hay tambi¨¦n una sala de juegos. Ah¨ª bajamos los dos a jugar un rato el lunes por la noche. Fue bastante divertido. Fuimos a cenar con gente de otros deportes porque yo conozco a muchos de entrenarme en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona. Ves a alguien con las chanclas de Espa?a y le saludas. Rafa y yo jugamos con unos de b¨¢dminton al futbol¨ªn y los discos. Fue divertido, pero... A m¨ª nadie me molesta. A Rafa, s¨ª. El pobrecito se pasa todo el d¨ªa firmando fotos, dando aut¨®grafos. No para".
"?El lunes fue un d¨ªa de bastantes fotos!", admiti¨® el ganador de Roland Garros y Wimbledon, "pero estoy bien en la villa. No hay problema. Estoy contento. Voy conociendo a la gente, al resto de los deportistas espa?oles, y eso es bonito. Estoy feliz: todos se han portado muy bien con nosotros".
Nadal es una de las grandes estrellas de los Juegos. Le ayudan su leyenda de competidor indomable, sus aires de campe¨®n cercano y hasta la competencia.
A la misma hora que ¨¦l, en el mismo lugar y bajo un sol abrasador, otro tenista fant¨¢stico sac¨® su raqueta por vez primera en China. Ocurri¨®, es la deferencia debida al puesto que todav¨ªa ocupa, en la pista central. Y nada m¨¢s se supo: Federer, todav¨ªa el mejor del mundo en la clasificaci¨®n a d¨ªa de hoy, exigi¨® que la prensa no pudiera presenciar el entrenamiento y se neg¨® a contestar a quienes le esperaban a la salida.
En ese mismo instante, Nadal le firmaba el en¨¦simo aut¨®grafo a un ch¨®fer chino sobre su polo azul. Cuesti¨®n de car¨¢cter.
![Rafael Nadal, ayer durante su primer entrenamiento en Pek¨ªn.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V33CUKWUBEXLBZO5ON3H2N5BEE.jpg?auth=c6074b9bb65b3c3c0d0d7ebd939ef1c6ad736943df36e1bfc3aa05c88f0f150a&width=414)
"?Qu¨¦ fuerte! ?No puedo pegar!"
Apareci¨® Rafael Nadal con una badana en la cabeza y dos mu?equeras gigantescas. S¨®lo eso ya fue un milagro para un tenista que lleg¨® desnudo: sus dos maletas segu¨ªan perdidas, y ¨¦l, arrullado por las chicharras, decidi¨® pisar el cemento hirviendo a las cuatro de la tarde. Mala idea. "?Qu¨¦ fuerte! No puedo pegar!", gritaba, sorprendido, a Tommy Robredo mientras miraba con ojos desorbitados su raqueta. "Se me resbala el mango", dec¨ªa mientras intentaba secarse el sudor; "o conseguimos serr¨ªn... ?Serr¨ªn o muerte! Si hace falta, cortamos un ¨¢rbol. ?No van a tener serr¨ªn los chinos? ?Ser¨¢ porque no han plantado ¨¢rboles! Si es que no puedo pegar as¨ª golpes liftados. ?No puedo!".
Nadal encontr¨® por fin serr¨ªn -"?mi salvaci¨®n!"- y dedic¨® unos minutos a embadurnarse las manos y la raqueta. No daba cr¨¦dito. Y esperaba momentos peores. "Es que yo, cuando tiro...", le dec¨ªa a Pepo Clavet, el entrenador de Robredo; "a veces me doy contra la manga". Y la manga, claro, andaba echa un charco.
Nadal se entren¨® ayer por primera vez en Pek¨ªn y descubri¨® que no hab¨ªa nada de casual en que cada voluntario viviera pendiente de su botella de agua: jugar¨¢ partidos a 35 grados y con un 80% de humedad en el aire. "Hace calor y much¨ªsima humedad", resumi¨®; "estoy bastante cansado. Est¨¢ muy pesado el d¨ªa. Se suda mucho. La ropa me la han tenido que dejar. S¨®lo tengo la oficial del equipo espa?ol. Y para dormir... ?Hace calor! No se necesita mucho pijama".
Dos horas antes de entrenarse, con el sol apretando como en el infierno, Nadal lleg¨® a las pistas. Esper¨® a que Robredo, que se hab¨ªa preparado como un valiente a las once de la ma?ana -"enseguida esto baja de 38 a 37 grados", le alent¨® Clavet-, se recuperara. Y, al final, empez¨® a desentra?ar los secretos de una cancha que quema bolas y zapatillas: es r¨¢pida y escalda. Fue a las cuatro de la tarde. Desped¨ªa chispas. Robredo se lamentaba - "esto es duro"- y Nadal no encontraba qu¨¦ le aliviara. Fueron tres segundos, pero qu¨¦ tres segundos. "?Vientecito!".
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