Un pianista transgresor
Desde que salt¨® a la fama, a principios de los ochenta, el pianista croata Ivo Pogorelich (Belgrado, 1958) ha convertido la transgresi¨®n en el m¨¢s eficaz ant¨ªdoto contra la rutina. A veces, cae peligrosamente en el capricho y la extravagancia, pero su capacidad de sorprender al oyente sigue intacta.
Lo demostr¨® anteayer en el Festival de Peralada con una rara, inquietante y a ratos irritante versi¨®n del Concierto para piano n? 2 de Rachm¨¢ninov, en el que estuvo acompa?ado, no sin sobresaltos, por la Orquestra de Cadaqu¨¦s y Neville Marriner.
Pogorelich impuso una lectura personal y radical del c¨¦lebre concierto, lenta hasta la exasperaci¨®n y alejada de los t¨®picos que reducen a Rachm¨¢ninov al exaltado terreno del virtuosismo rom¨¢ntico. Lo suyo fue una versi¨®n transgresora que se llev¨® por delante cualquier atisbo de tradici¨®n y concesi¨®n sentimental: fraseo cortante, acentos imprevisibles, contrastes din¨¢micos extremos...
En definitiva, un Rachm¨¢ninov de perfiles sombr¨ªos e inquietantes, muy raro, pero lleno de inter¨¦s y servido con las armas t¨¦cnicas de un pianista fuera de serie. Marriner, en plena forma a sus 84 a?os, acompa?¨® al int¨¦rprete en su aventurada traves¨ªa con el oficio, el aplomo y la seguridad de una batuta curtida en mil batallas.
Fino, de gesto elegante y gran musicalidad, Marriner obtuvo un notable rendimiento de la Orquestra de Cadaqu¨¦s -formaci¨®n espa?ola que por calidad t¨¦cnica, reflejos y redondez sonora parece una orquesta inglesa- en el resto del programa: dos piezas de la Suite Iberia de Alb¨¦niz sutilmente orquestadas por Jes¨²s Rueda, y la Sinfon¨ªa n? 9, del Nuevo Mundo de Dvor¨¢k, un cl¨¢sico popular de ¨¦xito seguro.
A pesar de los alicientes, el Auditorio de Peralada s¨®lo llen¨® la mitad de su aforo.
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