Los tributos no son caridad
A la vista de c¨®mo evoluciona el caso de Llu¨ªs Su?¨¦, el concejal de Torredembarra que pidi¨® a los catalanes que apadrinasen un ni?o extreme?o -una petici¨®n ir¨®nica, precis¨® despu¨¦s mientras se disculpaba, como si la magnitud de lo dicho no desmintiese que est¨¢ incapacitado para la iron¨ªa- y la entrada en tromba del ex diputado de ERC, Joan Puig, sugiriendo que son unos malnacidos los pol¨ªticos extreme?os que no agradezcan "la aportaci¨®n econ¨®mica solidaria que hace Catalu?a a su comunidad", habr¨¢ que preguntarse si est¨¢ muy extendida entre algunos pol¨ªticos esta identificaci¨®n de la equidad fiscal con el Domund o el ropero de San Vicente de Paul. Aunque Su?¨¦ y Puig no parezcan demasiado le¨ªdos sobre pol¨ªtica fiscal, seguro que comprenden la distinci¨®n entre, por una parte, obligaciones tributarias que reclaman a cada ciudadano una parte de sus ingresos -en Catalu?a, Murcia, Extremadura o en cualquier otro punto de Espa?a- y, por otra, una obra de caridad.
Por tanto, eso de la "aportaci¨®n econ¨®mica solidaria que hace Catalu?a" a los extreme?os desagradecidos es una tergiversaci¨®n, bien necia por cierto, de lo que es y c¨®mo act¨²a un sistema fiscal, aqu¨ª y en cualquier pa¨ªs del mundo. Puig y Su?¨¦ exacerban la idea de unas comunidades aut¨®nomas que se consideran exprimidas hasta la consunci¨®n por unas regiones pobres. Los exabruptos sobre ni?os extreme?os y la hist¨¦rica exigencia de sumiso agradecimiento dejan claro que Su?¨¦ y Puig se sienten ricos en un pa¨ªs de pobres y amos en una sociedad de criados. E insisten en manifestarlo sin el menor recato o prudencia.
Ser¨ªa muy higi¨¦nico que ambos fueran apartados de cualquier responsabilidad p¨²blica. Si Su?¨¦ no es expulsado de ICV -felizmente Puig est¨¢ retirado- significa que en el partido piensan en privado lo que el concejal se ha atrevido a decir en p¨²blico. Es una desgracia que en un debate tan complejo como el de la financiaci¨®n aut¨®nomica, la equidad interregional y las tensiones pol¨ªticas que acarrea interfieran actitudes tan envilecidas. Con lo bien que les sentar¨ªa, a ellos y a los que act¨²an como ellos, el div¨¢n del psic¨®logo. O un exorcismo, si lo prefieren.
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