Eluana
Eluana Englaro, una mujer italiana de 36 a?os, est¨¢ en estado vegetativo irreversible desde 1992 a consecuencia de un accidente de coche. Su padre, Beppino Englaro, ha pasado los ¨²ltimos 10 a?os luchando para que los tribunales autoricen a desenchufar la sonda que la alimenta y la mantiene viva, y ha recordado que Eluana expres¨® su deseo de morir en caso de quedarse en coma. Sus m¨¦dicos han descartado toda posibilidad de recuperaci¨®n. Tras ver rechazada la petici¨®n varias veces, en julio pasado el Tribunal Supremo autoriz¨® a desconectar el alimentador artificial, y ah¨ª ardi¨® Troya.
Con el Vaticano encabezando la condena a los jueces, el Senado y la C¨¢mara se movilizaron contra la decisi¨®n, 25 neur¨®logos cat¨®licos firmaron un manifiesto encomendando el destino de Eluana al Alt¨ªsimo y la Fiscal¨ªa de Mil¨¢n -ogro de todas las pesadillas de Silvio Berlusconi- decidi¨® recurrir el auto del Supremo para paralizar de nuevo el proceso.
Ahora, monse?or Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia por la Vida y rector de la Universidad Lateranense, ha aprovechado un bolo veraniego para recordar que en el caso de Englaro no hablamos de encarnizamiento terap¨¦utico -lo que condena el Vaticano, al menos en el caso del Papa Wojtyla-, sino de una simple cura.
"Eluana no est¨¢ enchufada a una m¨¢quina", ha afirmado Fisichela, "es una muchacha que vive y se despierta por la ma?ana, la llevan al gimnasio para fisioterapia, es una muchacha a la que se le habla. Lo ¨²nico es que se la alimenta con una sonda. Para hacerla morir habr¨ªa que dejar de alimentarla. Eluana es como una planta que necesita agua. Si no la alimentan, morir¨¢ de sed".
Mientras Beppino Englaro guardaba silencio, el prestigioso m¨¦dico y senador Ignazio Marino, autor del primer trasplante de h¨ªgado de un mono a un ser humano, depositaba en el Senado su testamento biol¨®gico con un simple discurso cient¨ªfico. "?Alguien ha visto a Eluana o a otra persona en estado vegetativo permanente? Si alguno lo ha hecho habr¨¢ visto que las curas no se limitan a dar agua y pan, como algunos dicen. La sonda mete en su cuerpo electrolitos, microelementos, prote¨ªnas, f¨¢rmacos antiepilepsia y otros. Adem¨¢s, un cuerpo en esas condiciones debe ser mantenido libre de infecciones, del riesgo de embolia pulmonar, de ¨²lceras, de alteraciones metab¨®licas que pueden causar la muerte".
"?Qui¨¦n querr¨ªa ser sometido a todo esto durante a?os sin tener ninguna percepci¨®n del mundo ni una esperanza razonable de recuperar la integridad intelectual?", pregunt¨® Marino a los senadores.
El silencio posterior significaba una cosa. Viva la fe, muera la raz¨®n (y arriba Espe).
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