Vacaciones, s¨ª. Compromiso, tambi¨¦n
El turismo solidario gana adeptos - A unos les mueve la militancia pol¨ªtica; a otros el simple af¨¢n de ayudar - Las comunidades anfitrionas les reciben entre la esperanza y el escepticismo
Tarde de cervezas en una terraza veraniega. Un grupo de amigos charla sobre sus pr¨®ximos destinos de vacaciones: Escocia, Costa Brava, Ibiza... De repente, uno de ellos comenta, como quien no quiere la cosa: "Me he cogido los 30 d¨ªas de vacaciones y me voy a Palestina como brigadista".
Los l¨ªmites entre el activismo y la curiosidad no est¨¢n claros
J¨®venes y jubilados visitan zonas conflictivas para informarse mejor
En Sierra Leona esperan como agua de mayo la llegada de los brigadistas
Una organizaci¨®n ense?a la guerra de los Balcanes con un curso de fotograf¨ªa
Pasan unos segundos hasta que sus amigos lo asimilan y le acribillan a preguntas. "Brigadista, ?de qu¨¦?". "?No hay destinos en el mundo para que tengas que escoger ¨¦se?". "Pero, ?por qu¨¦ no vas tranquilamente al mar Muerto o haces una ruta por Jordania?". El joven responde: "Me puse en contacto con una ONG que trabaja sobre el terreno y necesitan gente para organizar manifestaciones, denunciar ataques del ej¨¦rcito o proteger casas y campos de olivos que van a ser arrasados. No tiene por qu¨¦ pasarme nada".
O s¨ª. Su plan de vacaciones incluye aterrizar como turista en Tel Aviv, llegar a un piso franco de Jerusal¨¦n, contactar con el Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM, en sus siglas en ingl¨¦s) y esperar instrucciones. Si le identifican en el aeropuerto como activista clandestino puede ser deportado, porque Israel no recibe con los brazos abiertos a este tipo de turistas. Si consigue pasar, ser¨¢ "entrenado" como brigadista de la lucha no violenta, le explicar¨¢n trucos como que inhalar cebolla contrarresta los efectos del gas lacrim¨®geno y le enviar¨¢n al lugar donde se necesite su ayuda, ya sea para construir casas en Anata, cerca de Jerusal¨¦n, apoyar a la poblaci¨®n asediada de Nabl¨²s o denunciar los ataques indiscriminados en Jenin. S¨®lo tendr¨¢ que pagar su billete de avi¨®n y quiz¨¢s un precio simb¨®lico para apoyar a las familias que le acojan. El resto est¨¢ cubierto a cambio de su voluntariado.
La de este joven es quiz¨¢s la opci¨®n m¨¢s extrema, pero hacer un viaje en los d¨ªas de vacaciones que incluya algo m¨¢s, con un objetivo solidario, es un fen¨®meno en auge. Y no s¨®lo entre los j¨®venes. No dejan de ser vacaciones de gente con recursos, pero, ?cu¨¢ndo son viajes solidarios de verdad? No es lo mismo ir a ayudar que ir a mirar o a aprender de la realidad. Aunque los que van a mirar a veces se conciencian y se apuntan a movimientos de cooperaci¨®n cuando regresan. ?Qu¨¦ se le pasa por la cabeza a alguien que escoge este tipo de destinos? ?Son s¨®lo aventureros que quieren conocer un pa¨ªs por poco dinero? ?Es una cuesti¨®n pol¨ªtica o moral?
Muchos campos de trabajo, como el ISM en Palestina, no se limitan al verano. El mismo entrenamiento pacifista sigui¨® la estadounidense Rachel Corrie, en marzo de 2003, en la franja de Gaza, donde muri¨® con 23 a?os, aplastada por un bulldozer israel¨ª que pretend¨ªa destruir la casa de una familia palestina. "Fui el instructor de Rachel. Era una chica muy inteligente, con las ideas claras y una sensibilidad especial hacia la causa palestina. No fue un accidente, la mataron por lo que pensaba y hac¨ªa", se?ala Saif Abu Keshek, coordinador del ISM en Espa?a, que desde 2001 ha enviado a Palestina a 300 voluntarios.
Adem¨¢s de los j¨®venes, tambi¨¦n hay otras personas, incluso jubilados, que quieren comprobar por s¨ª mismos lo que cuentan las noticias o buscan un conocimiento a?adido a su sue?o de pisar Tierra Santa. De hecho, otra forma de visitar el pa¨ªs son los llamados "viajes solidarios" que organizan diversas ONG espa?olas, como Sodepaz. En algunos casos se intenta combinar la concienciaci¨®n del turista con jornadas m¨¢s relajadas de ba?os en el mar Muerto y visitas culturales. De los 10 d¨ªas que dura el viaje de Sodepaz, con un coste total de casi 1.000 euros, se destinan cinco d¨ªas al entretenimiento y los otros cinco a conocer campos de refugiados, organizaciones pacifistas, m¨¦dicas y de mujeres, universidades y movimientos sociales. "El coste del viaje sube por los precios del alojamiento en hostales. Adem¨¢s, los traslados se hacen en un autocar privado con un gu¨ªa local que habla espa?ol. Ser¨ªa m¨¢s barato si pudieran dormir todos los d¨ªas en casas de familias o no necesitasen traductor", explica Jos¨¦ Verd¨², coordinador de la organizaci¨®n.
En la misma l¨ªnea de turismo pol¨ªtico se puede visitar la cuna de la guerrilla salvadore?a en Perqu¨ªn (distrito de Moraz¨¢n), a poco m¨¢s de 200 kil¨®metros de San Salvador, donde los ex combatientes del Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional muestran las rutas y trincheras que emplearon durante la guerra civil, la vida del campamento y toda una imaginer¨ªa guerrillera reunida en el Museo de la Revoluci¨®n Salvadore?a. Los visitantes se van dejando a los nost¨¢lgicos guerrilleros con sus an¨¦cdotas.
?En qu¨¦ momento el turismo comprometido se convierte en un safari? ?Realmente se beneficia a la poblaci¨®n local con este tipo de viajes? Depende del caso. El conflicto reciente en Sierra Leona, por ejemplo, destruy¨® tantas infraestructuras que las contrapartidas locales esperan como agua de mayo la mano de obra de los internacionales. Y las comunidades ind¨ªgenas de Latinoam¨¦rica ganan un poco de dinero gracias al turismo que se sale de los circuitos hoteleros y las multinacionales -muchas, espa?olas- que esquilman sus costas, contaminan su medio ambiente y les dejan escasos beneficios.
Los Balcanes, m¨¢s de 10 a?os despu¨¦s de su propia guerra, pueden componer otro escenario para viajes sociales. Adem¨¢s de los programas que trabajan en la reconstrucci¨®n y rehabilitaci¨®n de edificios destruidos por las bombas, existen viajes educativos como el que propone la red catalana Trenkal¨°s-Grups en Moviment, que de enero a junio imparte cursos a j¨®venes, les implican en campa?as de sensibilizaci¨®n social y finalmente viajan al terreno para participar en un campo de trabajo en el entorno de Srebrenica. Las actividades van desde rehabilitar casas a se?alizar caminos, en un intento por desarrollar el turismo local. La poblaci¨®n de Srebrenica ve as¨ª c¨®mo llega por fin la ayuda que les falt¨® durante el genocidio de 1995. Lo ir¨®nico es que el apoyo proceda de j¨®venes de 17 a 20 a?os de un barrio de Barcelona, y no de los Gobiernos europeos que se lavaron las manos durante la guerra.
Un punto de vista distinto es el que aporta la ONG Kvlar Fotoperiodistes, que cada a?o viaja a Bosnia-Herzegovina en furgoneta con alumnos de periodismo, ciencias pol¨ªticas, sociolog¨ªa o comunicaci¨®n audiovisual, para explicar la posguerra a trav¨¦s del objetivo de la c¨¢mara. "Este curso de fotograf¨ªa, que cuenta con una semana inicial de formaci¨®n te¨®rica e hist¨®rica, les da una oportunidad de saber c¨®mo se trabaja sobre el terreno y c¨®mo se debe tratar con todas las partes implicadas en el conflicto. Duermen en casas de familias locales, se interrelacionan con ellos y as¨ª conocen de primera mano la situaci¨®n", se?ala Alba Mu?oz, monitora de Kvlar.
Sin embargo, los viajes no siempre salen como los turistas esperan. Las 36 horas en furgoneta de Barcelona a Mostar y cucarachas en el saco de dormir no fueron un problema para Andrea (nombre ficticio), una estudiante de periodismo que sab¨ªa a lo que iba. "Lo que m¨¢s me decepcion¨® fue la desorganizaci¨®n, la ruta poco clara, la improvisaci¨®n de los sitios que ¨ªbamos a ver y la falta de implicaci¨®n del responsable. De hecho, en el traslado de una casa a otra perdieron nuestras mochilas y no ten¨ªamos ni saco de dormir, ni ropa ni nada. Le pedimos que intentara tra¨¦rnoslas y su respuesta fue: '?A ver, os las apa?¨¢is, que no pasa nada, ya os las traeremos ma?ana o cuando se pueda!'. Claro que ¨¦l dorm¨ªa en una cama, no en el suelo, y se duchaba con agua caliente", recuerda la desencantada viajera. Despu¨¦s de la experiencia, y aunque disfrut¨® conociendo el pa¨ªs, asegura que nunca volver¨ªa a gastar los 900 euros que cuesta el viaje, de los que s¨®lo el 25% se entrega a las familias de acogida que ponen la comida y el suelo donde dormir, seg¨²n admite la organizaci¨®n.
Entre la creciente oferta de viajes solidarios es dif¨ªcil encontrar el perfil de ONG que m¨¢s se ajusta a las expectativas de los trotamundos. Para empezar habr¨ªa que separar los campos de trabajo -como los que organizan el Servicio Civil Internacional (SCI), Waslala o Setem para rehabilitar infraestructuras locales, por ejemplo- de los cursos de cooperaci¨®n sobre el terreno, que consisten en una formaci¨®n te¨®rica propuesta por la Asamblea de Cooperaci¨®n por la Paz (ACPP). Y diferenciar ¨¦stos, a su vez, del llamado turismo responsable, que ni trabaja f¨ªsicamente ni forma intelectualmente, sino que apuesta por el desarrollo de las comunidades locales como gestoras de sus propios recursos tur¨ªsticos, tal y como defiende la Plataforma Acci¨®n por un Turismo Responsable y Acsur-Las Segovias.
En este boom de solidaridad, los precios tampoco son aleatorios, e incluso se encuentran diferencias en los gastos por cuotas de inscripci¨®n de las ONG, que pueden ir de los 30 a los 200 euros por el mismo hecho de hacerse socio. Mientras el SCI cobra una media de 150 euros en concepto de alojamiento y comida durante tres semanas en un campo de trabajo (billete de avi¨®n a cuenta del voluntario), pasar 15 d¨ªas de octubre de vacaciones solidarias en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf asciende a 1.005 euros, billete y alojamiento incluidos, con la ONG Solidaridad Internacional. El curso de cooperaci¨®n propuesto por la ACPP, que incluye clases sobre gesti¨®n de recursos econ¨®micos y resoluci¨®n de problemas de log¨ªstica sobre el terreno, cuesta 1.959 euros para todo un mes en Senegal, por ejemplo, billete, manutenci¨®n y alojamiento incluidos, con una semana libre para visitar el pa¨ªs.
A todas estas propuestas se a?aden las incipientes agencias de viajes que han visto un nicho de mercado a¨²n por explotar. As¨ª, la agencia malague?a Ismalar propone rutas para viajeros concienciados que buscan touroperadores, hoteles, medios de transporte y gu¨ªas comprometidos con el desarrollo del turismo responsable. Pero, ?esto existe? El nuevo debate que est¨¢ surgiendo entre las ONG se cuestiona si los viajeros internacionales realmente aportan algo positivo a las comunidades locales o en el fondo siguen explotando sus recursos con la conciencia tranquila.
Gu¨ªa para viajeros solidarios
- Internacional Solidarity Movement www.palsolidarity.org
- Sodepaz www.sodepaz.org
- Trenkal¨°s-Grups en Moviment www.trenkalos.org
- Kvlar Fotoperiodistes www.fotoperiodistes.org
- Servicio Civil Internacional www.ongsci.org
- Waslala www.waslala.net
- Setem www.setem.org
- Solidaridad Internacional www.solidaridad.org
- Asamblea de Cooperaci¨®n por la Paz www.acpp.com
- Acsur - Las Segovias www.acsur.org
- Acci¨®n por un Turismo Responsable www.turismo-responsable.org
- Agencia de Viajes Ismalarr www.ismalar.org
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