La 'ruta 501'
La nueva carretera facilita el trayecto a los que visitan el pantano de San Juan
Los 36 kil¨®metros de carretera m¨¢s pol¨¦micos de la regi¨®n se terminaron el pasado julio a marchas forzadas. En turnos de d¨ªa y noche, para asentar el ¨²ltimo trozo de asfalto al suelo antes de que a los tribunales les diera por parar los trabajos. Atr¨¢s quedan las protestas de los ecologistas por detener las obras de una v¨ªa que viola la legislaci¨®n comunitaria, la discusi¨®n sobre si servir¨¢ para disminuir el n¨²mero de accidentes, el da?o causado a la fauna o la controversia sobre si detr¨¢s de su construcci¨®n se esconde la especulaci¨®n urban¨ªstica. Si a estas alturas del art¨ªculo no sabe que esos 36 kil¨®metros pertenecen al tramo desdoblado de la M-501 -conocida como carretera de los pantanos-, entre Quijorna y Navas del Rey, lo m¨¢s probable es que ¨¦ste no haya estado entre sus temas favoritos de los ¨²ltimos cuatro a?os.
Es pronto para saber si la carretera ahorra mucho tiempo a sus usuarios, aunque voces autorizadas como las de los que trabajan en el bar El Chaparral aseguran que hace unos fines de semana los atascos en la reci¨¦n inaugurada autov¨ªa eran similares a los que se viv¨ªan en el tramo antiguo, de un solo carril. All¨ª, el camarero del bar, F¨¦lix Parras, duda de los beneficios que la carretera traer¨¢ al negocio, al menos mientras la valla colocada en sus m¨¢rgenes siga siendo de color verde e impida ver con claridad la fachada del local. "Por ahora, nos llegan menos clientes. Ya pod¨ªan haber puesto la valla de metacrilato".
Hasta El Chaparral, el asfalto reci¨¦n colocado contrasta con la antig¨¹edad de las gasolineras que se encuentran en los bordes de la v¨ªa y alg¨²n bar de carretera destartalado. Los coches a esa hora son escasos y los pocos viajeros que estrenan la carretera pisan el acelerador. As¨ª que el trayecto se hace en nada hasta Navas del Rey. Es entonces cuando la carretera vuelve a estrecharse y recupera su forma de un solo carril. Aqu¨ª se une a los coches una hilera de motoristas que copan la ruta 501 los fines de semana. No hay en ellos alegatos a la libertad que supone la conducci¨®n, ni hippismo, ni grandes choppers, sino potentes motos japonesas de carreras. "Lo que nos mola son las curvas. Por eso evitamos la nueva autov¨ªa, m¨¢s peligrosa para nosotros y sin mucho aliciente para pasear", afirma el m¨¢s hablador de un grupo de moteros de Getafe que suele hacer esta ruta los domingos.
Luego contin¨²an su camino dejando a un lado la hilera de coches que sobre la una del mediod¨ªa empieza a enfilar el camino del pantano de San Juan. La gente, en su mayor¨ªa inmigrantes latinoamericanos, deja los coches junto al embalse y toma la cuesta con un cargamento de neveras, refrescos, s¨¢ndwiches y sombrillas. Los domingueros, en el buen sentido de la palabra, se distribuyen a ambos lados del pantano siguiendo la selecci¨®n natural que otorga el tener dinero o no. Si no tienes, a la orilla de la derecha; si lo tienes, a la izquierda, donde se sit¨²a el puerto deportivo. "Esto es as¨ª desde hace ya mucho tiempo", se?ala uno de los encargados del merendero de la derecha. "No nos da mucho dinero, porque la gente que viene a este lado no suele consumir. Es un turismo de fin de semana, que viene a relajarse unas horas y no tiene m¨¢s pretensiones. Lo traen todo puesto. Lo malo es c¨®mo se queda el pantano".
Y queda lleno de basuras a medida que pasan las horas. "El agua est¨¢ asquerosa. Yo no suelo ba?arme. Si acaso me mojo un poco para refrescarme", comenta Marga, de 22 a?os, que asegura haber venido s¨®lo para acompa?ar a unos amigos. "Tratamos de recoger los desperdicios que traemos", a?ade Sergio Mart¨ªnez, un colombiano que tiene a toda su familia tumbada sobre una gran s¨¢bana blanca, "pero los pocos contenedores que hay se llenan enseguida y tenemos que dejar las bolsas al lado". ?Y la carretera? "Se ve bien r¨¢pida", comenta. El agua del pantano no invita demasiado al chapuz¨®n. La basura se almacena junto a las paredes del embalse y sirve de alimento a unos cuantos peces con pinta de tener m¨¢s de dos ojos.
Poco m¨¢s. El regreso a Madrid, a las tres de la tarde, se hace con la misma celeridad, sin que ning¨²n lugar especial reclame la atenci¨®n del viajero.
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