"Su presencia te hace volar y morir"

Reci¨¦n salido del agua, el estadounidense Ryan Lochte parece un principito decepcionado. Su rubia melena ondulada cae empapada sobre su rostro apagado. Su pecho afeitado respira agitadamente, frustrado. Y toda su figura, el ba?ador enrollado en la cintura y la sonrisa ladeada, definen a un hombre decepcionado: "?Nada demasiado r¨¢pido!". Lochte, bronce en los 400 metros estilos, acaba de sufrir el efecto Michael Phelps. Intentar seguir al estadounidense quema los pulmones. Esperarle, el coraz¨®n. Retarle, las neuronas.

"Nadar por la ma?ana y contra Phelps es muy duro", resume el suizo Dominik Meichtry tras nadar los 200 metros libre con el genio y terminar sexto en su semifinal con 1m 46,54s, tiempo que le permite entrar en la final como el s¨¦ptimo mejor: "He dormido poco por los nervios y la emoci¨®n que eso significa. S¨¦ que puedo ir m¨¢s r¨¢pido de lo que he ido. Esos nervios tienen un poco que ver con nadar en la calle de al lado de Phelps. Por su presencia, tiendes a volar y morir. Yo vol¨¦ en los primeros 150 metros y me empec¨¦ a morir en los siguientes. Intentar¨¦ no morir en la final".

Nadie es capaz de imitar sus movimientos ni su trabajo bajo el agua

"Tiene clase y talento. Es capaz de hacer de todo", afirma un t¨¦cnico italiano

La presencia de Phelps tiene un efecto electrizante sobre sus rivales. Nadie es capaz de imitar su perfecta puesta en escena. Nadie es capaz de duplicar la exactitud de sus ondulantes movimientos y la extensi¨®n de su trabajo bajo el agua. La t¨¢ctica es por todos conocida y por nadie imitable. "Conozco a Michael desde hace mucho tiempo", dice Meichtry; "s¨¦ c¨®mo nada. Tras la ¨²ltima pared y el ¨²ltimo viraje, se queda bajo el agua durante much¨ªsimo tiempo. Le gusta intentar hacerlo durante unos buenos metros. Ah¨ª, por debajo del agua, va r¨¢pido, rapid¨ªsimo. De repente, sale a la superficie. Y te sorprende. Todo el mundo conoce sus t¨¢cticas. El problema es igualarlas... Yo bajo la cabeza e intento nadar todo lo r¨¢pido que puedo".

La lista de v¨ªctimas de Phelps es larga: Lochte, Crocker, Yamamoto, Vendt... Le sufren nadadores de todas las nacionalidades en ocho disciplinas distintas. Que le pregunten a los relevistas franceses. ?Qu¨¦ piensan de su impresionante posta en la final de los relevos? "Que no s¨¦ si Phelps ha sido tan fuerte como se supone", contesta Frederick Bousquet con su tatuaje at¨¢vico bien a la vista mientras resuenan por los pasillos los gritos, las l¨¢grimas y los portazos de Alain Bernard, el esprinter derrotado en el ¨²ltimo esfuerzo; "hemos cre¨ªdo hasta el final. Hoy hemos perdido por unas pocas cent¨¦simas. Ma?ana ganaremos por unos pocos segundos. La vida no se para por esto. Hay que tener precauci¨®n con las emociones. La experiencia ha jugado un papel... Es una pena".

No todo son pegas. Seguir la estela de Phelps y su experiencia, aguantar su ritmo y su frecuencia de braceo a una distancia prudente, garantiza la mejor marca de siempre para la mayor¨ªa de sus rivales. "Pens¨¦ que ten¨ªa una buena oportunidad para clasificarme porque nadaba a su lado", admite el japon¨¦s Yosihiro Okumura, que consigui¨® el acceso a la final de los 200 metros libre tras ser quinto en su semifinal; "intent¨¦ concentrarme en mi carrera...".

Phelps gana a todos, en todo, siempre. ?Por qu¨¦? "Porque tiene una capacidad impresionante de potencia", contesta Claudio Rossetto, afamado t¨¦cnico italiano; "es destructiva. Tambi¨¦n tiene clase y talento. Por eso, con una preparaci¨®n dura, es capaz de hacer de todo".